Comipems: ¿estamos entendiendo bien?

    El 'tema caliente' en educación ha sido la posibilidad de eliminar el examen o sistema COMIPEMS, pero no se ha aclarado qué mecanismo quedará en su lugar. Algo se ha mencionado del modelo de Estados Unidos, donde el lugar en que vives determina a las escuelas públicas a las que tienes posibilidad de asistir

    Una pregunta que se repite varias veces: ¿entendemos bien qué es la Comipems?

    Como contexto, antes de entrar al cien en materia, recordemos que la educación media superior es obligatoria en México desde el 2012, y hoy, 12 años después, seguimos debiendo mucho a nuestras y nuestros adolescentes en espacios educativos de calidad y a sus padres y madres de familia en brindarles un sistema claro y transparente que les permita concentrarse únicamente en dar acompañamiento al aprendizaje de sus hijas e hijos y no liarlos con temas burocráticos.

    Primero hay que aclarar que la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (mejor conocida como Comipems) es una comisión conformada por bachilleratos públicos de la Ciudad de México y 22 municipios del Estado de México. Actualmente hay 290 planteles públicos de Educación Media Superior en las 16 alcaldías de la Ciudad de México, distribuidos de manera muy desigual, ya que en algunas alcaldías únicamente hay 5 centros escolares (Benito Juárez), mientras en otras hay casi 50 (Gustavo A. Madero). Mientras que en los 22 municipios que participan hay un total de 586 escuelas de este nivel, con una de cada 10 en el municipio de Ecatepec.

    La segunda aclaración es que es un “concurso” de asignación basado en las preferencias de las y los aspirantes, no uno que determine el acceso o no a la educación media superior; la o el aspirante selecciona hasta 20 escuelas a las que le gustaría entrar y de acuerdo con sus resultados y el cupo de las instituciones, se le asigna a alguna de esas escuelas siguiendo una pre relación clara. En caso de que no alcance espacio en una de sus opciones, la o el aspirante puede seleccionar una de las otras escuelas que cuenten con espacios disponibles, sin presentar otro examen ni hacer más trámites.

    Cuando se creó en 1996, Comipems buscaba transparentar los procesos de selección para las instituciones con mayor demanda, además de dar equidad (evitando la palabra corrupción, que ya no existe en nuestro México mágico). La saturación de estas instituciones tenía como consecuencia que quienes no lograban un espacio en el centro educativo de su elección se desilusionaran y, en algunos (no pocos) casos, no consideraran ni por un momento un plan B; el problema era entrar a esa escuela o no seguir, porque significaba más trámites, más exámenes, más gastos, etc. Así que esto era y es a lo que da solución el hoy muy famoso y difamado Comipems. Además, en temas administrativos, Comipems significa, aún hoy en día, una unificación de esfuerzos y recursos interinstitucional del sector de media superior para realizar una sola convocatoria, un solo registro y una sola evaluación, a través de un mismo sistema de asignación.

    En estas semanas, el “tema caliente” en educación ha sido la posibilidad de eliminar el examen o sistema Comipems, pero no se ha aclarado qué mecanismo quedará en su lugar. Algo se ha mencionado del modelo de Estados Unidos, donde el lugar en que vives determina a las escuelas públicas a las que tienes posibilidad de asistir. Como consejo no pedido, deberíamos de reconsiderar y conocer bien el modelo que pretendemos copiar. La realidad es que ese país está buscando formas de revertir los problemas que ese tipo de sistema les ha traído: la inequidad. Es un poco “origen es destino” porque no se ha podido asegurar la misma calidad a lo largo del sistema público educativo y el impacto ha sido tal que ha llegado a afectar el mercado inmobiliario (y no para bien), algo que es también podría pasar en la bonita capital de nuestro México mágico.

    Todo sistema es perfectible, sin duda, pero eliminar algo sin tener una solución estudiada y bien diseñada nos suena a más padres y madres de familia lidiando con calendarios confusos, pagando más de un examen y corriendo de un punto a otro para llevar a sus hijas e hijos adolescentes a los distintos planteles para presentar evaluaciones de selección (el cupo de una escuela no crece por buenos deseos). Suena a más adolescentes teniendo que enfrentar rechazos sin alternativas claras para continuar, a tener sospechas que ciertas y ciertos compañeros lograron lugares en las mejores escuelas porque la corrupción (que ya no existe) se los permite; suena a que el lugar en que viven determinará la calidad de educación que reciben y no su esfuerzo.

    Obviamente, en nuestro México ideal no importaría a qué escuela fueras porque todas serían excelentes, y no determinarían tus oportunidades de acceso a una educación superior relevante; y dicho sea de paso la corrupción, que ya no existe, realmente no existiría. Pero no estamos ahí, y parece que no lo estamos entendiendo. Trabajamos para llegar, sí, pero no podemos ser ingenuos porque entonces dejamos a nuestros y nuestras adolescentes a su suerte, en lo que se nos ocurre algo, y a sus padres y madres a una esquizofrenia más por tratar de asegurar lo mejor para sus hijas e hijos.

    Así que, cuando hoy hablan de lo “malo” que es Comipems, no podemos dejar de preguntarnos ¿estamos entendiendo bien? Cuando hablan de copiar posibles modelos extranjeros, de nuevo, ¿estamos entendiendo bien? Pero, sobre todo, cuando hablan de eliminarlo sin tener un plan claro que abarque las pocas o muchas soluciones que este sistema ha dado a las y los adolescentes, a las madres y padres de familia, ¿estamos entendiendo bien?

    Entender la historia educativa, los retos que persisten, pero también los avances, importa. Para Mexicanos Primero estar en la escuela y aprender, importa.

    * Alejandra Arvizu Fernández es directora de Monitoreo de Políticas Educativas. María Teresa Gutiérrez es directora de Monitoreo de Indicadores.

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