Colectiva de mujeres pescadoras de almeja: llamado para todos los superhéroes
El año pasado escribí en este mismo espacio que en Oceana “Buscamos superhéroes”, y hoy, en este texto quiero contarles que ¡LAS encontré!
En julio de este año, fui con parte del equipo de Oceana a Altata, Sinaloa, para reunirnos con una colectiva de mujeres pescadoras de almeja y escuchar sus opiniones y perspectivas sobre la pesca.
Pero antes de escuchar, nos pusimos a trabajar. Temprano por la mañana, el grupo de mujeres y sus familias pescadoras, nos llevaron en lanchas al manglar para aprender sobre su trabajo con las almejas.
En el manglar, dentro del agua, comienza la acción. Todos íbamos bien cubiertos, con camisas de manga larga, pantalones y sombreros para protegernos del sol y los insectos, así como zapatos y guantes para evitar cortarnos con las conchas.
Las almejas crecen y se reproducen pegadas en las raíces del manglar. Las mujeres, con su visión entrenada, identifican especímenes para “sembrar”. Con la ayuda de cuchillos, las desprenden de las raíces y las guardan en “changos”, unas canastas flotantes que llevan consigo.
El proceso es largo y delicado. Requiere observación, concentración y paciencia.
Tras llenar los changos, nos trasladamos a una palapa a unos cuantos metros, donde se identifican, miden y clasifican las semillas. Una vez que está todo escrito y organizado, regresamos al mar para depositarlas sobre una línea de flotadores. Ahí, permanecerán por semanas, hasta que las almejas crezcan y alcancen la talla ideal para comercializarse.
Mientras unas mujeres se encargaban de sembrarlas, otras cocinaban los pescados recién capturados, abrían almejas para disfrutarlas totalmente frescas o las prepararon en escabeche. Pronto, toda la comida estuvo servida en la mesa, lista para compartir.
Después de comer llegó el momento de conversar. Tuvimos una sesión de charla e intercambio sobre la pesca, y tuve la oportunidad de entrevistar a cinco mujeres: Guadalupe, María, Vanesa, Yanett y Yorjana. Ellas, todas de diferentes edades y circunstancias, pero todas pescadoras.
Esta experiencia en el manglar con las almejas y las entrevistas me motivó a escribir y dirigir el cortometraje documental “Té de agua salada”, en el que las cinco protagonistas le cuentan a una niña de la ciudad, que no conoce el mar, qué es el mar para ellas, qué les significa la pesca, sus amenazas y sus sueños.
El documental se estrenó el pasado 12 de octubre en el Festival Internacional de Cine Documental Docs Mx, en la Ciudad de México. Su objetivo es acercar el tema de la pesca y visibilizar el esfuerzo de las pescadoras, contando su historia a audiencias que viven lejos de las costas. Ellas asistieron al estreno y hablaron sobre el tema ante una sala con más de cien personas que se dieron cita para ver su historia.
Estas cinco pescadoras no solo son protagonistas del documental: son protectoras de los océanos y desde su trinchera, actúan para cuidarlos. También son las primeras en notar sus amenazas y en enfrentarlas todos los días, como la contaminación plástica y el cambio climático.
Son líderes comunitarias. Han creado espacios para las mujeres de su comunidad, compartiendo el esfuerzo y el conocimiento para que cada día más pescadoras sean visibilizadas y valoradas en un sector dominado por hombres.
Son heroínas de la alimentación. Todos los días se suben a sus embarcaciones para pescar, y así, llevar alimentos pesqueros ricos en proteínas a las mesas de todas y todos los mexicanos.
Como pescadoras, ellas van contramarea. Son miembros de un sector en abandono, sin acceso a servicios de salud ni de vivienda, que enfrentan al océano día tras día trayendo cada vez menos peces; olvidadas por un Estado que históricamente no ha actuado por la restauración de los recursos pesqueros.
En un análisis de la Carta Nacional Pesquera del 2023, documento oficial que indica las estrategias y acciones que se deben cumplir para regular la pesca en México, se desprende que el 34 por ciento de las pesquerías del país se encuentran en deterioro. Sin embargo, no se han tomado acciones para revertir esto.
En este momento, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene la oportunidad de mejorar las condiciones de la pesca en México. Está en sus manos resolver la demanda de Oceana para que el Congreso de la Unión legisle a favor de la recuperación de las pesquerías. La sentencia de la Corte podría marcar un antes y un después para la restauración de la abundancia de nuestros océanos.
Océanos sanos, restaurados y abundantes no sólo beneficiarían a miles de familias pescadoras, también mejorarían la alimentación de todas y todos los mexicanos.
Hoy, ya no buscamos superhéroes, sabemos que todas y todos, desde nuestras trincheras, tenemos herramientas para sumar a las acciones que nos lleven a un momento mejor.
Las pescadoras de Sinaloa lo hacen y ponen el ejemplo. Es el momento que el Estado responda el llamado y se sume a la acción.
Juntos, #SomosMarea.
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El autor es Guillermo Pérez, especialista de comunicación de Oceana en México.