Cohesión, aporte de la armonía

DUEÑEZ* EMPRESARIA
    No se trata solamente lograr que la unión haga la fuerza.
    Una familia cohesionada se convierte en un equipo de líderes. Cada uno no está a la espera de que los demás hagan y que los demás cambien. Cada uno asume con madurez sus responsabilidades procurando maximizar sus aportaciones a ambas dimensiones: la creación de valor y la construcción de armonía.

    Las dos grandes tareas del Líder de Dueñez en una empresa familiar son la creación de valor y la construcción de armonía. El valor se puede medir con indicadores como la cantidad de riqueza, el monto del patrimonio, el capital contable, el flujo libre, el EBITDA, las utilidades anuales, etc.

    Pero cómo medimos la armonía. Es más, para qué sirve la construcción de ella. Obviamente que, familiarmente hablando, hay muchos valores que reflejan la unidad familiar: el apoyo mutuo, vivir en paz, el orgullo de los logros de cada miembro, la convivencia familiar, la alegría de compartir, el saberse acompañado y no sentirse solo, etc.

    Si trabajamos por entrelazar los dos quehaceres, la creación de valor y la construcción de armonía, pues es obvio que se refuerzan uno a otro. Mientras más riqueza generamos más posibilidades de bienestar y realización tendrá la familia, así como mayor será su impacto social. Pero, en el otro sentido, ¿qué le aporta la armonía a la creación de valor?

    El sentido de Dueñez, cuando se sabe compartir, puede generar una fuerza muy grande que se llama cohesión. Esta es la capacidad que tiene una familia para mantenerse unida ante cualquier situación adversa, ante cualquier crisis, ante cualquier diferencia.

    Las familias débiles se hunden en sus discrepancias. Las familias fuertes utilizan sus discrepancias para dialogar, para hacer un esfuerzo por comprenderse, para emprender con empatía hacia la cercanía, hacia la aceptación, hacia la escucha activa.

    Sí que unen las coincidencias, pero también une el diálogo que reclaman las discrepancias. Insistimos que no se pretende estar de acuerdo en todo, sino de sabernos manejar cuando estamos en desacuerdo.

    Recientemente nos reunimos en Miami con un grupo familiar que estaba entrampado en un conflicto interno de discordia e incomunicación. Muchos resentimientos acumulados estaban estropeando los procesos de diálogo e impidiendo la toma de importantes decisiones.

    Tan solo la creación de un espacio seguro entre los miembros de la familia hizo cambiar radicalmente su predisposición hacia los demás y hacia cómo abordar la problemática. Se pudieron tomar los primeros acuerdos y se establecieron compromisos de trabajar en varios temas relevantes para todos.

    La cohesión entre los socios activos de una familia empresaria es una fuerza integradora, aglutinante, sinergizante, que propicia que cada miembro de un equipo aporte lo mejor de sí hacia el logro de metas comunes, facilitando la comunicación y el trabajo en equipo y propiciando la complementariedad entre sus miembros.

    Una familia cohesionada se convierte en un equipo de líderes. Cada uno no está a la espera de que los demás hagan y que los demás cambien. Cada uno asume con madurez sus responsabilidades procurando maximizar sus aportaciones a ambas dimensiones: la creación de valor y la construcción de armonía.

    Esta virtud no es algo natural, no es algo dado, no ocurre espontáneamente por ser familia. La cohesión se trabaja, se edifica, se provoca. Parte de una postura mental, de una elección personal, de una determinación. Las familias que la logran la cimientan y erigen cada día, porque no esperan que nadie se las regale, porque sus integrantes están convencidos que lo que se obtiene vale la pena.

    La cohesión en las empresas familiares es una ventaja competitiva, es una competencia organizacional, y por eso dedican tiempo y esfuerzos para trabajar por ella. Por eso la vuelven consigna prioritaria. Por eso cada vez hay más profesionales dedicados a ayudarles a conquistarla.

    A final de cuentas no tiene sentido pretender seguir adelante como empresa familiar si no estamos todos convencidos y comprometidos de hacer nuestra parte por la cohesión. Es suicida intentar seguir como familia empresaria si no somos todos corresponsables de convertirnos en agentes cohesionadores.

    Los miembros desintegradores de estas familias deben preguntarse para qué siguen la farsa. Si valoramos la unidad familiar, nos toca trabajar por ella, cada uno, como elementos armonizadores.

    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois

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