Ciudad caminable. ¿qué
puedo hacer yo para lograrla?

    Los llamados pasos peatonales a nivel de banqueta han sido intervenciones muy afortunadas en la ciudad ya que facilitan el paso del peatón y además controlan a los automovilistas que poco a poco van entendiendo que esa infraestructura es para detenerse y ceder el paso a los peatones quienes tienen absoluta preferencia.

    Para lograr una buena caminabilidad en las ciudades se requieren muchas condiciones que trataré de resumir: En primer lugar, es indispensable una infraestructura sólida que ofrezca seguridad y confort a las personas que caminan. Esto implica contar con amplias banquetas de superficie regular, sin rampas o cortes que suelen hacerse para favorecer la entrada de automóviles a los predios y que terminan interrumpiendo la continuidad de la superficie de la banqueta. Otra necesidad básica en nuestra ciudad es la presencia de árboles en las banquetas para generar sombra permanente que favorezca el confort de quienes deciden caminar.

    Garantizar las condiciones de comodidad y seguridad en las banquetas no es todo lo que las personas necesitan. También es importante prolongar estas garantías al momento de cruzar de una banqueta a otra. Se debe asegurar condiciones óptimas para cruzar las calles que es donde más riesgo tiene el peatón. Aquí es donde se necesita una mezcla de buena infraestructura y mucha voluntad ciudadana para lograr la convivencia.

    Garantizar un cruce peatonal seguro implica señalización y condiciones físicas que garanticen que las personas puedan cruzar la calle de forma tranquila y cómoda, sobre todo calles de tres o más carriles que suelen propiciar más riesgos. En estas vialidades debe estar claro dónde se tiene que detener el automóvil para ofrecer el espacio y tiempo que una persona requiere para cruzar la calle, considerando, además, que algunas personas tienen menos condiciones físicas para hacer el cruce, debemos ser empáticos para conceder esa garantía a quienes caminan la ciudad.

    Los llamados pasos peatonales a nivel de banqueta han sido intervenciones muy afortunadas en la ciudad ya que facilitan el paso del peatón y además controlan a los automovilistas que poco a poco van entendiendo que esa infraestructura es para detenerse y ceder el paso a los peatones quienes tienen absoluta preferencia. Estos cruces se han implementado a cuentagotas en Culiacán. Incluso ya hubo uno muy polémico, en el malecón frente al Parque Acuático, que lo construyó el Gobierno municipal y, paradójicamente (para Ripley), lo demolió el Gobierno estatal. Sin embargo, los pasos que permanecen poco a poco van dando resultados, como el de la clínica del Seguro Social de Infonavit Humaya donde rara vez los automovilistas no se detienen.

    Finalmente, quiero atender la pregunta inicial ¿qué puedo hacer yo para que esta ciudad sea cada vez más caminable?, sin morir en el intento. Hay dos posiciones para abordar nuestra participación: como peatones o como conductores, aunque el escenario siempre es el mismo, la calle donde los peatones necesitan cruzar y los automóviles se lo impiden. Por Ley, el peatón es quien tiene la preferencia. Es el personaje al que debe respetarse y concederse el paso. Solo nos falta ponerlo en práctica.

    Por un lado, como peatón, debemos asumir un posicionamiento. Sobre todo, en calles de uno o dos carriles donde la velocidad no debiese pasar los 40 km/h. Debemos dejar de lado aquella posición sumisa y establecer un diálogo visual con los conductores para solicitar nuestro derecho a cruzar. Muchos conductores no lo entenderán, es lógico. Llevamos muchas décadas haciendo las cosas al revés y asumiendo que los automóviles tienen todo el poder y, por consiguiente, la preferencia absoluta en la calle. Por ello, es necesario que levantemos la voz, pero sin correr riesgos. No se trata de crear héroes. Desgraciadamente ya se han perdido muchas vidas en esto.

    Por el otro lado, al ser conductor -aunque suene extraño- es desde donde tenemos más posibilidades de aportar para lograr una ciudad caminable. Esto implica asumir un cambio de actitud hacia los peatones. La misión es muy simple, si vemos a personas queriendo cruzar una calle o que se quedaron “atrapadas” en el camellón, debemos bajar la velocidad hasta frenar, siempre pendiente de si quien conduce detrás de ti está atento a la maniobra. Por lo pronto esto se puede hacer con cierta facilidad si es una calle de un solo carril.

    Si la calle es de dos carriles se requiere de un “cómplice” que circule por el otro carril. Generalmente, ese cómplice aparece luego de uno o dos que tienen prisa. En este caso es importante advertir al peatón para que no cruce el segundo carril sin estar seguro de que el auto se detuvo. Muchos argumentarán que esto pone más en peligro al peatón y sugerirán no hacerlo, que es mejor hacerlos esperar una eternidad para cruzar quién sabe cuándo y terminan haciéndolo con más riesgo. Si la calle es de tres o más carriles los cruces deben concentrarse en las esquinas donde la infraestructura debería ayudar como anteriormente comenté.

    Es muy satisfactorio ceder el paso a los peatones, más cuando se les dificulta caminar como a los adultos mayores, personas con alguna discapacidad, niños o personas que van cargando algo. No concibo cómo los automovilistas todavía no se detienen ante estos escenarios.

    Este proceder inducirá reacciones positivas en muchos de los casos, aunque estoy consciente que también provocará reacciones negativas en algunos conductores que no están dispuestos a perder su dominio en la vía. Poco a poco, en Culiacán se está generando conciencia ciudadana y se van sumando aliados. Muchos peatones a quienes se les concede el paso luego son conductores y entienden mejor la necesidad de otros. Ojalá y podamos compartir esta pequeña receta de ciudadanización para juntos y juntas hacer cada vez más caminable y a la vez más vivible nuestra querida ciudad, ahora que está de aniversario.

    Sigamos conversando: jccarras@hotmail.com