Científicos determinan la esperanza de vida límite del ser humano: 150 años
La esperanza de vida es una medida estadística del tiempo promedio de vida de un organismo, el cual se basa en el año de nacimiento, edad actual, así como otros factores demográficos como el sexo.
El método más antiguo para calcular la esperanza de vida es la ecuación de Gompertz. Esta se basa en que las tasas de muerte humana secundaria a una enfermedad se incrementan exponencialmente con el paso del tiempo. Básicamente, esto significa que las probabilidades de morir de cáncer, infartos, o infecciones se duplican cada 8-9 años.
La persona más longeva registrada en la historia del ser humano es la francesa Jeanne Calment, quien llegó a vivir 122 años y 164 días. El caso de Jeanne es referido como la “máxima esperanza de vida”, el máximo número de años que un humano haya vivido.
Durante las últimas décadas, la esperanza de vida ha incrementado dramáticamente alrededor del mundo. Cuando Jeanne nació en 1875, la esperanza de vida era de 43 años. Una persona en la década de los sesenta tenía una esperanza de vida de 52.5 años de vida. Hoy en día, el promedio mundial es de 72 años de edad.
La conclusión natural es que, tanto los milagros de la medicina moderna como algunas políticas públicas de salud, nos han ayudado a tener una mayor esperanza de vida. Hemos sido tan exitosos en este rubro, que cada día contamos con más innovaciones diseñadas para extender nuestra fecha de expiración.
Hay muchos factores que precipitan la muerte, tales como mala suerte y genética, ¿que pasaría si elimináramos estos factores de la ecuación?
Existe una relación entre las probabilidades de morir y qué tan rápido te recuperas de una enfermedad. Este parámetro es una medida de tu capacidad para mantener la homeostasis (equilibrio fisiológico) y se conoce como “resiliencia”. La vejez se puede definir como la pérdida de la capacidad para mantener la homeostasis. Los jóvenes son más eficientes en recuperarse rápidamente de una enfermedad.
De acuerdo con los hallazgos de investigadores de la Universidad Duke publicados en Nature (https://doi.org/10.1038/s41467-021-23014-1), el cuerpo humano tiende a degradarse con el paso del tiempo. En otras palabras, aunque no nos atropellen en la calle o no nos dé un infarto, la capacidad del cuerpo para restablecer el equilibrio se pierde con el paso del tiempo.
Los científicos tomaron muestras de sangre de 70,000 participantes (12-85 años) y analizaron cambios en sus conteos sanguíneos. El número de células blancas (leucocitos) es indicativo del nivel de inflamación (enfermedad) de una persona, mientras que el número de células rojas (eritrocitos) puede indicar el riesgo de una persona a padecer un infarto, derrame, o déficit cognitivo.
Los investigadores compararon los datos y modelaron la pérdida de resiliencia con el paso del tiempo. Los cálculos predijeron que todos los participantes, independientemente de la salud o genética, pierden la resiliencia a los 150 años de edad.
Este límite de longevidad es 25 por ciento más grande que el de Jeanne Calment. Si estás planeando vivir más que ella, empieza a ahorrar y a comer/ejercitarte adecuadamente. No todo es cantidad, sino también calidad.