Hay tres responsables de la tragedia del tráiler en Chiapas, con nombre y apellido: Donald Trump, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador. Cada uno, a su manera -todas parecidas- contribuyeron a la muerte de los 55 migrantes en la carretera de San Cristóbal de las Casas a Tuxtla Gutiérrez.
Primero, Trump. Él volvió a colocar el tema migratorio en el centro de la política estadounidense. Obligó, gracias a un vil chantaje, al gobierno de México a convertirse en su muro contra la migración, con o sin papeles, con o sin motivos de temor por la vida, por razones políticas o económicas. Trump apretó a AMLO, y éste a los salvajes del Instituto Nacional de Migración y a los aprendices de salvajismo de la Guardia Nacional para que todos dificultaran al máximo la llegada a la frontera sur de Estados Unidos. Se trataba de hacer de la travesía de México un calvario más aterrador que el que ya existía. Lo encareció -los polleros cobran más; lo volvió más peligroso; y ayudó a incrementar la corrupción del aparato de seguridad mexicano.
Segundo, Joe Biden. Al perpetuar las políticas de Trump -tanto el Título 42 de expulsión en caliente por motivos sanitarios como el Remain in Mexico- consolidó sus consecuencias. Salvo que como Biden sí tiene un ala izquierda en Estados Unidos, y debe cuidar ese flanco, necesita que los mexicanos hagan más y los norteamericanos hagan menos. Pero también, alienta más esperanzas entre los migrantes. Hay más migrantes que desde el año 2000; más efectivos desplegados por parte de México; se impusieron más restricciones a los extranjeros en México, desde la exigencia de papeles que comprueben la nacionalidad mexicana en los autobuses hasta visas para visitantes legales ecuatorianos y brasileños. Biden ofreció a AMLO lo más importante a cambio: no meterse con él en ningún tema de la agenda bilateral.
Tercero, López Obrador. Al aceptar el chantaje de Trump y la “mordida” de Biden, asumió compromisos que solo se pueden cumplir si se acompañan de políticas represivas, de abusos, de racismo, de violaciones a los derechos humanos, de extorsiones y de deportaciones. Las principales organizaciones de derechos humanos tanto no gubernamentales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, como gubernamentales -ACNUR y la OIM- han condenado la postura de López Obrador. Endurecer la represión mexicana solo sube el precio de los polleros, endulza el negocio, alienta el ingreso del crimen organizado al mismo, y aumenta las probabilidades de tragedias como la del viernes. Los tráileres son más grandes, van más rápido y atiborrados, y las caravanas se vuelven más frecuentes, nutridas y aguerridas. Los excesos del INAMI y de la GN proliferan.
López Obrador ha tenido toda la razón en retomar algo que nunca reconocerá: asumir exactamente la misma posición que Fox con Estados Unidos en cuanto a propuestas migratorias se refiere. Insiste en la legalización de los indocumentados mexicanos; exige un aumento considerable de visas de trabajo temporal; pide transferencias de recursos a las regiones expulsoras; se lo dice en público a Biden, en la Casa Blanca y advierte que va a cabildear el asunto en el Congreso. Es la “enchilada completa” de 2001. Me comentó un alto funcionario del Departamento de Estado hace unos días que los “talking points” de AMLO con Biden parecen haber sido redactados por el equipo de la Cancillería ... de 2001. Nosotros no supimos muy bien qué hacer cuando se entrampó la negociación después del 11 de septiembre; con Biden, ni siquiera ha comenzado. Es una diferencia importante.
Otra, más significativa, es la represión, las tragedias y la imposición estadounidense. No se entiende qué recibe México a cambio de los favores que le hacemos a Washington, salvo el cheque en blanco para hacer cualquier barbaridad en otras materias. Incluso el supuesto compromiso de Biden de financiar los campamentos de Remain in Mexico sigue sin comprobarse: ¿de cuánto dinero se trata? ¿Ya ha sido aprobado por el Congreso? ¿Cuánto va a durar? El turco Erdogan le sacó el compromiso de 12 mil millones de euros a la Unión europea y a Angela Merkel para detener a los refugiados sirios y afganos; no se sabe cuánto ha recibido realmente. Pero por lo menos no los devuelve a Siria y Afganistán, como AMLO devuelve a los haitianos a Haití, a los hondureños a Honduras y muy pronto, a los cubanos a Cuba. Ahora sí, a cada quien sus cubas.