Sonaba descabellado, a burda propaganda contra Morena. Pero transcurridos más de tres años de gobierno, las acciones confirman la sospecha: el Gobierno mexicano cede ante el narco.
Nadie puede llamarse a engaño. “Abrazos no balazos” desde el inicio, expresión reiterada ene veces. En octubre del 2019, después de una persecución infernal, las fuerzas federales liberan al hijo del gran capo. El Presidente acepta haber tomado la decisión. En marzo del 2020, el Presidente emprende un largo trayecto que se corona con un saludo a la mamá de “El Chapo”. El azoro invadió al País. Aun así, la duda persistió.
En las elecciones del 2021 hay sucesos extraños, por ejemplo el triunfo de Morena en entidades en las cuales las encuestas no les daban ventaja. Dos días antes de la jornada hay operativos violentos en varios estados del Occidente, operadores políticos de la Oposición son detenidos y amedrentados. Las autoridades no actúan. Los acarreos se multiplican. El Occidente se pinta de guinda. Ese mismo 2021, en Guerrero, se lleva a cabo una ofensiva farsa para imponer a la hija de Félix Salgado Macedonio como candidata de Morena a la Gubernatura. Con independencia de los posibles méritos de ella, el mensaje es muy claro. El cuestionado personaje recibió todo el apoyo central para mantener su poder. Una hedionda burla. No sobra recordar los problemas de producción de droga y violencia en esa entidad.
Estamos en el cuarto con una escalada de violencia sin precedentes. Número de enfrentamientos entre bandas, número de muertos de ellos y también civiles, todo al alza. En contraste, la erradicación y los aseguramientos se desploman. Cada vez más territorios gobernados por ellos. Auténticos cotos de las mafias frente al Estado mexicano. Más señales. El Presidente ha visitado en tres ocasiones Badiraguato, con alrededor de 4 mil habitantes. Si hubiera invertido la mitad del tiempo de sus visitas a atender a los niños con cáncer y sin medicamentos (alrededor de mil 600) todos se lo hubiéramos agradecido. El retén que detuvo a los elementos de prensa de la fuente en la más reciente visita no le mereció atención. En paralelo, el Presidente equipara “cuidar” a las FFAA y a los narcos. La confusión aterra. Las persecuciones de los narcos a los miembros de las FFAA y Guardia Nacional se multiplican. Es humillante. La supuesta estrategia que sigue el Gobierno hiere al Estado mexicano, a las instituciones que nos gobiernan. ¿A quién se beneficia entonces?
Porfirio Muñoz Ledo lanza una aseveración que sacude al País. Advierte al Presidente que esas alianzas no son “heredables”. Realpolitik, una de las coordenadas de su pensamiento. Tratan de desacreditarlo por su edad, una bajeza más, pero la banderilla está puesta: contubernio, complicidad. Francisco Labastida, a quien nadie puede tildar de inexperto, en entrevista con Carmen Aristegui, periodista independiente de hueso, ahora enemiga del régimen por el hecho de informar, desnuda otro contubernio, entre el PRI y Morena en el 2018. La impunidad galopa. Aparece el cuerpo de un bebé repleto de droga; un narco arranca el corazón de un rival para comérselo, es manda del CJNG. Arrojan una cabeza de cerdo frente a la casa de la Alcaldesa de Atitalaquia, en Hidalgo. Pudo haber sido humana. Horas después asesinan a un militante de Morena en Juchitán, Oaxaca. Los sucesos macabros se multiplican: estudiantes disueltos en ácido al ser confundidos con narcos; Zacatecas convertida en un infierno. La degradación moral invade a México. Es su lenguaje.
Las dudas se transforman en asombro y luego en convencimiento. Ya se apunta internacionalmente al jefe de estado. Los órganos electorales viven bajo amenaza del partido en el gobierno, lo cual es suicida. El estado mexicano está en riesgo. Las FFAA cayeron en una trampa. Con las bendiciones administrativas vienen las complicidades.
Las disyuntivas políticas se simplifican: seguir cediendo, entregar al estado o defenderlo.