Junto a la actividad del Ejecutivo, deberán desplegar una importante labor la Secretaría de Economía y la Secretaría de Relaciones Exteriores -que presiden Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente, respectivamente-, sobre todo para lidiar y conciliar intereses con la nueva administración que presidirá Donald Trump.

    Se nota, en el ambiente político nacional, buen ánimo y certeza en las estrategias diseñadas por el Gobierno, en el presente sexenio de la cuarta transformación que recién inicia y que la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo impulsa con rectitud y entusiasmo.

    El pueblo es certero en sus expectativas respecto a los planes de gobierno y respalda a los responsables de llevarlos a la práctica en bien de los intereses populares. Nada de lo que se esboza desde el poder público le es ajeno a los ciudadanos, quienes están al tanto de los planes en marcha por parte del Poder Ejecutivo, para detonar el desarrollo en bien del País. El gobierno ha planeado, con el mayor interés, incidir en beneficio de los estratos más débiles de la sociedad, ese es el objetivo que se persigue para el mejoramiento sustantivo de ese sector que por siempre había permanecido olvidado.

    Estamos ciertos de que lo planeado en el interior del País repercutirá en sacar de la pobreza al sector social que señalamos. Junto a la actividad del Ejecutivo, deberán desplegar una importante labor la Secretaría de Economía y la Secretaría de Relaciones Exteriores -que presiden Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente, respectivamente-, sobre todo para lidiar y conciliar intereses con la nueva administración que presidirá Donald Trump. Todas estas actividades, en conjunto, van a propiciar un salto cualitativo que va a tener repercusiones favorables en rescatar del estado de marginación en que aún permanece un importante conjunto de nuestros connacionales.

    Los ciudadanos cada vez más visualizan un mejor mañana, porque ven hechos realizados por el gobierno de la cuarta transformación en bien de los que menos tienen. Esa estrategia permea la sociedad entera y hay indicadores de su eficacia. Siempre hemos enfatizado, con seguridad plena, sin ningún resquemor de equivocarnos, que la estrategia de “primero los pobres” es acertada y tiene un profundo sentido igualitario y humanista. Se avanza en nave segura, hasta llegar al puerto deseado, con certeza que el camino es el correcto para alcanzar sus objetivos.

    La ciudadanía confía en el gobierno de la cuarta transformación y lo apoya incondicionalmente, porque está convencida que las medidas que viene implementando son las adecuadas para abatir la desigualdad que prevalece. La política que se ha planificado para lograr la transformación del País busca que los marginados salgan de la pobreza como fin primordial; por lo mismo, los pobres han hecho suya esta política, convencidos en la bondad de los programas sociales diseñados por el gobierno de la cuarta transformación, con el fin claro de detonar el progreso y, a la vez, buscando alcanzar el bienestar de todas las capas sociales; esa es la meta en la que empeña todos sus esfuerzos el presente régimen.

    La ciudadanía se manifiesta contenta y con muchas expectativas en el presente y en su porvenir. Este estado de buena vibra no se puede ocultar, cuando uno conversa con un taxista o una empleada es notorio su apoyo a las buenas políticas del gobierno, a que se destierre la corrupción de la actividad pública y privada, que sigan los salarios recuperando su poder adquisitivo, que los magnates no queden impunes y paguen sus impuestos.

    Se palpa, en todo el territorio, que la gente de a pie apoya unánimemente los programas de bienestar, porque reconocen que son una forma de propiciar el mejoramiento de la mayoría de los ciudadanos. Los beneficios son notorios y en bien de la gente más humilde de todo el País, y eso se percibe a leguas, sin necesidad de hurgar mucho en el sentir de la gente.

    El segundo gobierno de la cuarta transformación cuenta con el apoyo popular. Y no titubea en llevar a cabo proyectos de desarrollo en bien del pueblo, sus planes de desarrollo tienen como prioridad la soberanía de México y que repercutan en el bienestar en los olvidados.

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