La jornada electoral del domingo anterior demostró certeza en los vaticinios formulados a lo largo de la contienda, sobre los resultados de los comicios. No podíamos equivocarnos porque palpamos con atención el estado anímico de los ciudadanos, sobre todo el apoyo popular a los cambios de la cuarta transformación, emprendidos por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Pese a las permanentes campañas de los conservadores, tratando de desprestigiar la transformación de la vida pública nacional, no han logrado hacer mella en lo absoluto en los ciudadanos.
El gobierno de la cuarta transformación sale indemne de las campañas de odio emprendidas por sus adversarios. Desde su llegada a la Presidencia lo han venido torpedeando con un fanatismo enfermizo, cero ideas e interminables denuestos carentes de mínima objetividad; los ciudadanos demuestran con hechos incontrovertibles su apoyo a los planes presidenciales de cambiar en el presente sexenio el rostro de la Nación, marchan con paso firme en consolidar el cambio para el mejoramiento de los mexicanos.
Los planes de transformación no se trastocan con la mayoría simple de Morena en el Congreso de la Unión. Además, con sus aliados, garantiza la mayoría necesaria para realizar las reformas a la Constitución que haya lugar y sean necesarias para reafirmar la transformación, los ciudadanos tienen plena claridad de que los cambios emprendidos por el Presidente de la República van a culminar su consolidación sin tropiezos mayores, de eso hay total certeza.
La derecha se quedó con las ganas de lograr su anhelada aspiración de alcanzar la mayoría en el Congreso, con el fin maquiavélico de frenar los planes de transformación emprendidos por el gobierno de la cuarta transformación, pues la actitud de la ciudadanía tiene un peso importante para no permitir un regreso al animoso pasado. Los ciudadanos tienen la experiencia del gobierno recién pasado, que los sumió en la peor debacle que se haya conocido; conocen perfectamente sus estrategias para despojar al pueblo de una vida mejor, no permitirán el regreso a ese pasado oprobioso, jamás soportarán se vuelva a establecer ese sistema económico de privatizar los bienes públicos en el territorio nacional. Por eso defienden con pasión la cuata transformación, conocen demasiado bien la forma de actuar de los gobiernos conservadores, padecidos por cuatro aciagas décadas, por lo que es imposible el regreso al pasado. En el país hablar del pasado es lo más deleznable que se pueda hacer, la gente quedó horrorizada con ese periodo de gobierno, jamás volverá a establecerse en el territorio nacional.
Los ciudadanos, con un alto sentido cívico, pusieron de manifiesto y en un pedestal su acción en la elección del 6 de junio pasado, donde se refrendó la conciencia cívica de la ciudadanía con que cuenta esta gran Nación, forjada en heroicas luchas populares, dejando su huella a lo largo de la historia nacional. Ese orgullo lo tienen también los connacionales, dispuestos a honrar a su patria, la cual veneran con estoica pasión en todos los rincones del mundo donde participan fieles a su origen nacional.
Entonces, los planes de la derecha por medio de los partidos coligados en la elección pasada fracasaron rotundamente en sus pretensiones de dar a los ciudadanos gato por libre. No conocen la idiosincrasia de la ciudadanía nacional, sus discursos, llenos de odio y falsedades, obviamente son desdeñados por los ciudadanos con firmeza, porque hablan un lenguaje ajeno a sus necesidades cotidianas. La realidad de los núcleos sociales es distinta diametralmente a la realidad que viven las elites políticas y económicas de la derecha, por eso su discurso no tiene eco en la ciudadanía, son dos mundos diferentes en el contexto nacional.
Lo hemos dicho y lo refrendamos: los partidos políticos anclados en el pasado viven una realidad ficticia, nada tiene que ver con los obreros y los campesinos.