La Navidad se acerca rápidamente, mañana estaremos celebrando Nochebuena, y, en verdad, esperamos que sea una noche en que podamos convivir en paz, armonía y fraternidad, como verdadera familia.
Navidad es una fiesta de luz, pero seguimos viviendo en la oscuridad de nuestro odio, egoísmo, soberbia, avaricia y rencor. Es una fiesta de silencio, pero continuamos viviendo en un mundo pletórico de estrépito, violencia y ruido. Es una fiesta de comunión y fraternidad, pero seguimos viviendo como ermitaños y de acuerdo a nuestros intereses.
Sobre todas las cosas, Navidad es una fiesta de paz, como cantaron los ángeles cuando nació Jesús. Sin embargo, ¿cómo va a haber paz si hacemos continuamente la guerra? ¿Cómo se va a cantar gloria a Dios, si lo que resuena en el infernal ruido de los fusiles, granadas y cañones?
El poeta italiano, David Maria Turoldo, expresó: “Ven siempre señor. Vienes de noche, pero en nuestros corazones siempre es de noche: y por eso ven siempre, Señor. Ven en silencio, ya no sabemos qué decirnos: y por eso ven siempre, Señor. Vienes en soledad, pero cada uno de nosotros está cada vez más solo: y por eso ven siempre, Señor”.
Añadió: “Ven hijo de la paz, que no sabemos qué es la paz: y por eso ven siempre, Señor. Ven y libéranos, cada vez somos más esclavos: y por eso ven siempre Señor. Ven a consolarnos, cada vez estamos más tristes: y por eso ven siempre Señor. Ven a buscarnos, cada vez estamos más perdidos: y por eso ven siempre Señor”.
Concluyó: “Vengan, ustedes que nos aman, nadie está en comunión con su hermano si él no está contigo primero, oh Señor. Estamos todos lejos, perdidos, ni sabemos quiénes somos, qué queremos: Ven, Señor. Ven siempre, Señor”.
¿Preparo la Navidad?
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