Gobernar en medio de una confrontación armada no debe ser nada fácil y menos cuando los actores principales del conflicto actúan por fuera de la ley.
Si a lo anterior le agregamos que los actos beligerantes desafían de tú a tú al Estado y que son una fuerza global en el mundo criminal, entonces podremos darnos cuenta, si acaso no lo habíamos hecho, que los gobiernos municipales y estatales poco pueden hacer sin la intervención del poder federal.
En la actual guerra del narco que padece Sinaloa todos sabemos que de una u otra forma los bandos en pugna tienen una enorme presencia en cada municipio, en cada espacio del territorio estatal. Y, por lo que alcanzamos a ver, no la quieren perder.
Lo cual es obvio. El control, o por lo menos la influencia sobre su territorio de nacimiento, es de vida o muerte para preservar la dirección de sus negocios globales. Sin su base perderían la hegemonía mundial del negocio de las drogas. Entonces, si el tamaño de los actores que se disputan Sinaloa, y más particularmente Culiacán, es de una dimensión que ninguna otra industria mexicana tiene, podremos comprender que se necesita de mucha inteligencia, valor para gobernar o, por lo contrario, mejor rendirse y someterse.
No sabemos qué está pasando en cada uno de los gobiernos municipales en el nuevo contexto que se viene creando bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, porque hasta donde se alcanza a ver, y en eso parece haber consenso en los observadores periodísticos de la política mexicana, la nueva habitante de Palacio Nacional ya no da abrazos y sí balazos. Si esto es cierto, para los gobiernos municipales que hayan tolerado o tenido acuerdos políticos con el crimen organizado van a encontrar mucho más difícil seguirlo haciendo. Pero también va a ser más riesgoso gobernar.
En este escenario extremadamente complejo vemos, al menos en Mazatlán, a una Presidenta Municipal que, con reflejos muy ágiles, está actuando con inteligencia, valor, sensibilidad, y aprendiendo muy rápido el oficio político.
Un periodismo irresponsable y frívolo piensa que una mujer bella y joven, -¡ y que fue Reina del Carnaval de Mazatlán, válgame Dios- no puede gozar del talento para dirigir los destinos de un municipio tan importante, pero en tan sólo dos semanas Estrella Palacios ha demostrado que tiene cualidades para hacerlo y, además, una virtud muy importante para la política: carisma.
En efecto, la joven Alcaldesa de Mazatlán conecta muy fácilmente con las mayorías ciudadanas, las que más le deben importar a los gobernantes y más particularmente a los dirigentes de Morena, si es que quieren ser consecuentes con su ideario.
Ignoro qué piensan las elites económicas y políticas de ella, pero las noticias periodísticas locales nos revelan que sus acciones en las zonas rurales y urbanas populares son bien recibidas e, incluso, aplaudidas. No obstante, el medio empresarial ella no lo desconoce y no habrá por qué dudar que las relaciones sean positivas y buscar que sean cada vez mejores.
En un municipio como Mazatlán, donde el turismo es la actividad más importante, acercarse a las comunidades extranjeras residentes en el puerto es un gran acierto, máxime en una coyuntura tan crítica como la que estamos experimentando, porque esas comunidades más allá de fomentar el turismo hacia nuestro estado, son defensoras constantes y desinteresadas nuestra cultura y estilo de vida, resaltando lo mejor de la identidad sinaloense. Bueno, pues, Estrella Palacios se reunió con ellos después de que hace varios años lo hiciera como gobernador Mario López Valdez, aunque con pocos resultados.
En un escenario de crisis, los pueblos necesitan que sus gobernantes les den confianza, demuestren capacidad de trabajo, compromiso, y mucha honradez.
Estrella Palacios lo está demostrando, y esperamos que en los otros municipios sinaloenses veamos lo mismo. En los tiempos sinaloenses actuales se necesita de amplitud de miras, de grandeza para salir adelante y no dejarse vencer por una de las etapas más críticas de nuestra historia.
Todo pinta a que, en efecto, la versión dos del trumpismo nos va a hacer la vida muy difícil. Ante ello necesitamos de unidad nacional, por arriba y por abajo. En los municipios sinaloenses debe haber coordinación permanente y eficaz con el gobierno estatal y de este con el Poder Ejecutivo federal. La sinergia entre los diferentes sectores de la sociedad debe crearse o fortalecerse para enfrentar a un poder que amenaza con ser muy agresivo. Unidos nos podremos defender mejor, a pesar de las grandes diferencias políticas que hoy gravitan en el País.
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