En pleno día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, el ex Presidente Vicente Fox insulta a Mariana Rodríguez, influencer, empresaria y esposa de un precandidato presidencial.
El señor que inauguró en México lo que él mismo llamó “la pareja presidencial”, con su esposa Marta Sahagún, y que hizo hasta lo que pudo para promoverla como su sucesora en la silla, decide llamar “dama de compañía” a Mariana, la esposa del precandidato Samuel García.
Ella reacciona y lo pone en su lugar: “soy una mujer, soy licenciada, soy empresaria, soy esposa y soy madre. No le permito que me hable así a mí, ni a ninguna otra mujer. No somos accesorios, ni objetos, ni puede faltarnos al respeto, y menos de esa forma tan vulgar. Lo que usted hizo se llama violencia”.
Es tan desafortunado el comentario del señor Fox -quien como Presidente llegó a decir que su gobierno iba a repartir lavadoras en comunidades pobres, “pero no de las de dos patas”- que hasta Xóchitl Gálvez tuvo que deslindarse de sus dichos -una vez más.
“Si atacan a una, nos atacan a todas. Mi lucha es contra la violencia hacia las mujeres, venga de quien venga, vaya contra quien vaya. Rechazo y condeno totalmente las afirmaciones de Vicente Fox contra Mariana Rodríguez”, escribió la precandidata del frente opositor en sus redes sociales.
Apenas 24 horas antes, Xóchitl departía a gusto con Fox en un evento en San Francisco del Rincón, municipio donde el Presidente construyó el Centro Fox, con vías de comunicación financiadas con recursos públicos.
Fox es, quizás, la cara más lamentable de la campaña de Xóchitl Gálvez, quien lucha a contracorriente por relanzar su candidatura presidencial con el lastre que le significan los partidos PAN, PRI y PRD, sus dirigentes nacionales y algunos de sus personajes más conocidos y rechazados por la población. Fox, en primera fila.
No es el único episodio del proceso electoral 2023-2024 en el que los señores demostramos que no hemos aprendido nada. Y eso que apenas van comenzando las precampañas.
El jueves, en una entrevista de radio, el periodista Joaquín López Dóriga se empeñaba en descolocar a la morenista Clara Brugada, insistiéndole en que había perdido la encuesta contra Omar García Harfuch, ex jefe de la Policía y presunto favorito de Claudia Sheinbaum para obtener la candidatura de Morena en la Ciudad de México.
“Déjeme hacerle esta pregunta, que es de puro sentido común”, le dijo el entrevistador, “usted no pudo ganar la encuesta de Morena, es candidata por la paridad de género... ¿cómo cree usted, o cómo piensa, ganar la Ciudad de México, cuando no pudo ganar la encuesta de los suyos propios, de Morena?”.
Brugada, con toda calma, le hizo ver cómo funcionaba el criterio de paridad en el proceso interno de Morena y le dijo: “quiero decirte que no caigas en la relatoría de la misoginia, como el tema de que ganamos por género”.
López Dóriga enfureció y, visiblemente exaltado, exigió a Brugada no llamarlo misógino.
“Usted no me puede señalar de misoginia, primero porque no me lo merezco, porque nunca lo he sido... y no, no me diga bueno, dígame un aspecto en donde haya caído en eso”, le dijo.
Brugada volvió a explicarle que la paridad fue un criterio de Morena, y de la autoridad electoral, por lo que no debe verse como la única razón por la que ella es ahora candidata de Morena en la capital.
López Dóriga volvió a enojarse y desde ese momento la llamó “señora” durante toda la entrevista, con ese tono descalificatorio que acostumbra un periodista que se cree dueño de su programa.
Le dijo que él fue producto de la educación de su madre, nuevamente le ordenó que no le llamara misógino e incluso le dijo a su auditorio: “véanla”, cuando ella trataba de interpelarlo.
López Dóriga, un periodista que lleva décadas en ese espacio de Radiofórmula y que durante años fue el conductor del principal noticiero nocturno de Televisa, se niega a aceptar que cayó en una narrativa misógina: aquella que insiste ver la paridad como un asunto de “cuotas”, en el que las mujeres llegan a los cargos por una concesión de los hombres.
A López Dóriga, a sus 76 años, le convendría volver a ver su entrevista a Clara Brugada y analizarla, analizarse y reflexionar. Y, de paso, ver un video hecho por las periodistas de Ruido en la Red, en el que le explican por qué sí cayó en narrativas misóginas.
Aprendamos de esas chicas menores de 30 años que nos están dando la oportunidad de desaprender y reeducarnos en un mundo más paritario.
Si algo caracterizará el proceso electoral del próximo año, es la presencia de mujeres en posibilidades de ganar muchos de los más de 3 mil 500 cargos que estarán en disputa. Serán miles las mujeres que compitan por ayuntamientos, diputaciones locales, diputaciones federales, senadurías, gubernaturas y la Presidencia. Y miles, lamentablemente, las ocasiones en las que podrán ser agredidas, ninguneadas, acosadas, discriminadas y violentadas, física o verbalmente.
La Violencia Política en Contra de las Mujeres en Razón de Género (VPMRG) será uno de los grandes temas del 2024. Se usará para alertar sobre discursos misóginos, tratos discriminatorios y ataques reales, pero también podría ser usado como pretexto para que ganen terreno la opacidad y la censura.
Casos como el de la diputada federal Andrea Chávez, quien ha sido agredida en redes sociales y en programas de televisión abierta -señalada por tener una supuesta relación con un ex aspirante presidencial-, dejan ver las dos caras del tema.
Por un lado, se aplauden las medidas cautelares en contra de quienes insinuaron temas supuestamente sentimentales para descalificarla y atacarla. Pero, por otro lado, sorprende que la autoridad electoral admita investigar quejas como la de la ciudadana Yadira Mascorro, que argumentando VPMRG denunció a periodistas por publicar notas y reportajes sobre el uso de aviones oficiales en los recorridos del ex Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, cuando pretendía la candidatura de Morena.
Una denuncia que la diputada sólo suscribió, pues ni siquiera conoce a la denunciante original, y de la que después se deslindó. Aquí puedes leer más sobre este caso: https://www.animalpolitico.com/verificacion-de-hechos/te-explico/andrea-chavez-denuncia-violencia-politica
Sin embargo, la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral (UTCE) del INE deberá concluir sus investigaciones -para las cuales ha enviado notificaciones a los domicilios particulares de periodistas- para cerrar el procedimiento.
No es la primera vez que la diputada Andrea Chávez se ve envuelta en una polémica por un caso de VPMRG; el año pasado sostuvo un largo litigio con la diputada perredista Gabriela Sodi, quien la denunció por expresiones hechas en la Cámara de Diputados y un tuit de Chávez que sirvió de banderazo para que decenas de cuentas afines a Morena atacaran a la legisladora de Oposición.
A Chávez, legisladora joven y reconocida como un cuadro prometedor dentro de Morena, le ha tocado conocer los dos lados de la moneda. De un lado, se denuncia violencia; del otro, se alerta por una posible censura. Y se antoja difícil alcanzar un punto medio, sobre todo cuando estamos ya en plena lucha por el poder.
El INE se llenará de quejas por violencia de género en las próximas semanas y meses; habrá auténticos casos de misoginia, violencia y acoso digital -como el que ejerce el empresario Ricardo Salinas Pliego contra la Senadora de Morena Citlali Hernández-; habrá iniciativas para regular las redes sociales, como la que ya se procesa en la Cámara de Diputados.
Pero también habrá denuncias frívolas y quejas fabricadas desde el litigio estratégico electoral para atacar al rival, para victimizarse cuando así convenga y para evitar que el periodismo indague sobre asuntos que podrían cruzar la delgada línea entre la vida privada de candidatas y candidatos, y asuntos que sí son de interés público.