Pese a los críticos de todo, nostálgicos del pasado, que con sofismas y toda clase de infundios niegan su trascendencia, los megaproyectos avanzan, como el Tren Maya, que impactará en el turismo, la refinería Tres Bocas que nos hará producir nuestras gasolinas o el Corredor Transístmico que atraerá el 10 por ciento de la carga que hoy pasa por el Canal de Panamá. Con esas obras se vienen propiciando cambios trascendentes, son portadoras de una vida mejor para los ciudadanos, no pueden ignorarse por intereses viscerales.

    Razones de diversa índole nos incitan a pensar positivamente en el rumbo que está tomando el País en lo que se refiere a la economía, sobre todo por los indicadores macroeconómicos que marcan una tendencia al crecimiento, coincidimos con los que apuestan al despegue de la económica, considerando una serie de hechos en ese sentido.

    Quizás nos digan que pecamos de optimistas porque avizoramos, en un futuro próximo, un nuevo amanecer en el desarrollo multifacético de México. Están en marcha obras grandes y pequeñas esparcidas por el territorio nacional, las cuales van a producir frutos en gran escala, no puede ser de otra manera. La construcción de esas obras es visible y su impacto no puede desdeñarse.

    Pese a los críticos de todo, nostálgicos del pasado, que con sofismas y toda clase de infundios niegan su trascendencia, los megaproyectos avanzan, como el Tren Maya, que impactará en el turismo, la refinería Tres Bocas que nos hará producir nuestras gasolinas o el Corredor Transístmico que atraerá el 10 por ciento de la carga que hoy pasa por el Canal de Panamá. Con esas obras se vienen propiciando cambios trascendentes, son portadoras de una vida mejor para los ciudadanos, no pueden ignorarse por intereses viscerales.

    El bienestar que se busca afanosamente por parte del Presidente, desbrozando el camino para lograr ese cambio que se anunció desde el principio del actual gobierno, no se ha interrumpido. Por el contrario, son notorios los pasos firmes para lograr resultados reconocibles por el grueso de la población. Los ciudadanos son receptivos de los cambios de gran alcance que se vienen produciendo en la geografía nacional. Los que no ven ni aceptan nada son los de la Oposición, pensando equivocadamente que con esa actitud van a logran adherentes. Creemos que ese sectarismo les va a producir un efecto contrario, porque la ciudadanía tiene plena claridad sobre el origen de los problemas nacionales.

    Los ciudadanos rechazan los cantos de sirena de los opositores. Además, tienen conocimiento amplio de los métodos de gobernar de la Oposición, los sufrieron en carne propia por un largo periodo, dejando una estela oprobiosa de hechos que prevalecen en la memoria colectiva, por lo que no van a permitir vuelvan al poder esos partidos que gobernaron en el pasado; son demasiado conocidas sus trayectorias de corrupción y desmantelamiento de los intereses del país.

    Cada vez se hace más tangible el saqueo que propiciaron esos gobiernos, dilapidaron el patrimonio nacional como si fuera mercancía para extranjeros y nacionales.

    Esos hechos están documentados y además están a la vista para conocimiento de la actual generación y futuras. Tan escandalosos fueron los despilfarros del patrimonio nacional, que grandes fortunas tienen su origen en esa corrupción. Y en esa danza irresponsable participaron por igual los partidos que estuvieron en el poder en el pasado reciente, actuaron con similar irresponsabilidad porque los hermana la misma ideología. Eso lo vemos más claro ahora, expresado plásticamente en la alianza donde se unieron electoralmente en un solo conglomerado para tratar de volver al Gobierno (lo cual, como dice el pueblo coloquialmente, está en chino).

    Entonces no pueden mentir impunemente a la ciudadanía, porque fueron muchos los agravios infringidos a los ciudadanos para que olviden fácilmente. Los desmanes, iniciados por Salinas y siguieron en los sexenios posteriores hasta el término Peña Nieto, están frescos. Va a pasar mucho tiempo para que, en la memoria colectiva de la ciudadanía, que los sufrió durante 36 años ininterrumpidos, donde predominó la corrupción y la impunidad, se borren esos agravios. Eso nunca más debe volver a existir en México.

    Los ciudadanos han marcado un nuevo camino para propiciar una barrera infranqueable donde se estrelle la corrupción, y por eso es previsible que los partidos tradicionales nunca más volverán a gobernar, como lo hacían, de manera monolítica y autoritaria, esta Nación.

    Los ciudadanos están decididos a llegar a fondo para consolidar la democracia y desterrar para siempre la corrupción en todas sus manifestaciones del territorio nacional, en eso no están dispuestos a ceder un ápice. Por el bien del pueblo, ni un paso atrás.