Buen inicio de la 'semanera' de Rocha. Mejorarle la función de transparencia
Ayer le entró el gobierno de Rubén Rocha Moya al esquema de conferencias de prensa que utiliza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero en Sinaloa no tan mañaneras ni frecuentes, con las ventajas propias de la rendición de cuentas y el derecho a la información. Bienvenido este ejercicio, aunque sobre la marcha deba marcarse la indispensable distancia hacia la vieja tentación de la función pública por maquillar los problemas y presentar exenta de dificultades a la administración estatal.
Con la dinámica de buenos periodistas queriendo informar a las audiencias de cómo está Sinaloa y un Gobernador que debe mostrarse más dispuesto a ofrecer las respuestas por incómodas que sean las interrogaciones, el cara a cara de Rocha Moya con los reporteros inaugura la práctica de apertura que le viene bien a la etapa de instalación de la Cuarta Transformación en esta tierra de bastantes preguntas por plantear debido a los prolongados silencios de regímenes encubridores.
Tratándose de un mandato inspirado en libertades y luchas sociales que quien lo encabeza abanderó desde diferentes trincheras, no tendría razón de ser la operación para la mentira y simulación que adquirió carta de naturalidad con gobernadores anteriores. Hasta la ignominia, la narrativa de políticos cómplices, coautores y omisos registra la costumbre de ceñirse a la premisa de “el que calla otorga”, llegando al grado del mutismo como complot delincuencial. Esa mudez colaborativa con la impunidad es la que hace que en nuestros once ríos naden más interrogaciones que certidumbres.
En tal contexto, la actitud del jefe del Poder Ejecutivo de llamarle a las cosas por su nombre dejó buena impresión el lunes, no sin cierta dosis de preocupación de que esto acabe anteponiéndole la apariencia a la autenticidad. Con todo y lo reluciente del modelo de información masiva será necesario el trabajo revisor del periodismo, la escucha desmenuzadora de la sociedad y la convicción de Rocha Moya por sostenerse firme al lado de la libertad de expresión así le resulten fatigosas las críticas.
Por ello, tal vez como pago del noviciado de la primera “semanera” dominó el rasgo de minimizar situaciones de alta complejidad. El Gobernador no tiene “preferido” en la designación del nuevo Fiscal General del Estado, tampoco hay definición en lo referente al Metrobús de Culiacán ya que el tema necesita de revisiones profundas, la deuda pública de largo plazo que recibe RRM asciende a más de 5 mil millones de pesos y es “manejable” y en el fraude del Instituto de Pensiones del Estado de Sinaloa que data desde que en el sexenio de Mario López Valdez omitieron reportar las retenciones persisten irregularidades, pero no se anuncian investigaciones de fondo.
En Mazatlán “ya no hay” conflicto entre el Alcalde del Movimiento Regeneración Nacional, Luis Guillermo Benítez Torres y los regidores del Partido Sinaloense ni fue anómala la intervención del Héctor Melesio Cuén Ojeda pese a que el diferendo político es ajeno a la Secretaría de Salud que el mediador preside. Para los tres nuevos panteones con fines forenses el Gobierno del Estado tiene reservas territoriales, aunque no se ha determinado la ubicación. Y los decesos por coronavirus desaparecieron el domingo como por arte de magia.
Todo lo que se habló está sujeto a refrendarse en las pruebas documentales y el examen del tiempo. Que se desconoce el número de bases otorgadas en la operación “año de Hidalgo”, pero si las hay se les van a quitar a quienes no tienen derecho; es “muy poquito” el personal despedido que requerirá indemnización; el déficit financiero para cerrar el año que es de 2,618 millones de pesos sí es urgente resolverlo y AMLO apoyará a ello; ninguna obra pública que dejó en proceso el gobierno de Quirino Ordaz quedará inconclusa.
Distante de poses o elucubraciones para el embuste, el estilo de Rocha Moya debe prevalecer tal cual es como política de Estado en estos actos de apertura: franco, sin evasivas, exento de controles, de preguntas cómodas acordadas, del enojo del que es cuestionado, y con integrantes del Gabinete dispuestos a la honestidad comunicativa como distintivo del gobierno guinda en Sinaloa. Entender las “semaneras” con el enfoque de transmitirles con sinceridad a los sinaloenses aquellos asuntos en los que deben intervenir para empujar mejores resultados.
Peccata minuta hoy, falla grave mañana, el mecanismo de la “semanera” debe desprenderse de vicios que lo ilegitimen tales como las preguntas develadas con anticipación, exponentes de temas tratados para el agrado del Gobernador (no a “Lord Molécula” en Sinaloa, por favor), clasificar a medios de comunicación como afines o disidentes y predisponer a Rocha Moya con filias o fobias que son como cáscaras de plátano que lo harían resbalar frente a grandes audiencias que quieren respuestas en vez de malabarismos circenses.
Funciona la transparencia,
como un bálsamo atenuante,
que a la larga al gobernante,
le aliviana la conciencia.
Es tarea de medios de comunicación y periodistas, no del gobierno, la elaboración de un manual de adecuada cobertura noticiosa cuando se trata de transmitir en directo, por las plataformas digitales, hechos que significan peligro para la vida humana. Siendo autocríticos importa reconocer que en ocasiones se altera la información o se obstruye la labor de salvamento, en aras de mantener enganchado al público sin calcular las consecuencias de exagerar la nota y enseguida corregirla sin pizca de ética. Rescatar la credibilidad del periodismo tiene mucho que ver con desmarcarlo de las fake news.