"Buen día para desentrañar dos incógnitas. Coalición del PRI y candidato de Morena"
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Hoy es una fecha crucial para el proceso electoral en Sinaloa, ya que vence el plazo para registrar formalmente las coaliciones locales entre los partidos políticos y al mismo tiempo el Movimiento Regeneración Nacional llega al límite del tiempo precipitado para resolver la candidatura a Gobernador. En caso de ser aplazadas tales decisiones, tanto las alianzas como la postulación de Morena entrarán a una fase de alto riesgo al dejarle al reloj extenuado la labor de detener los daños colaterales.
Claro que en los dos probables escenarios existen las infaltables rutas de evacuación por si se incendian los ánimos. De no registrar las coaliciones ante el Instituto Estatal Electoral de Sinaloa, a los partidos le queda la opción de acudir a candidaturas comunes y si el partido del Presidente Andrés Manuel López Obrador pospone de nuevo la definición del abanderado en Sinaloa todavía lo puede hacer durante enero. Pero de ser así ambas coyunturas entrarían a escenarios que son albur y emergencia a la vez.
Primero, en lo referente al candidato de Morena a Gobernador corre la cuenta regresiva para que Mario Delgado Carrillo, dirigente nacional de ese partido, desate el nudo de corbata tipo espina de pescado, de muy alta complejidad, en que transformó la designación de pretensos a los 15 estados que renuevan la titularidad del Poder Ejecutivo Estatal. Tiene ante sí el brete de apostarle mucho a la estrategia de las encuestas para darle un matiz democratizador al proceso convertido en el aquelarre de bastantes ambiciones.
Ya existe al menos una nueva reunión con los interesados para develar este día el misterio de la candidata o el candidato de Morena. Acorralado el partido entre la decisión tersa o la imposición impugnable, debió operar a contrarreloj aquello que la convocatoria da margen a resolver hasta el primero de febrero, dándole pie a que la unidad fingida acabe siendo en algunas semanas la discrepancia unánime. ¿Se va a dar a conocer como noticia aquello que está arreglado desde hace meses, o el anuncio concretará las discordias inminentes?
En cuanto a las alianzas totales, parciales o flexibles continúan como la herramienta que puede destrabar o atorar victorias electorales el próximo 6 de junio. Por esa razón el 23 de diciembre resulta clave y si no hay acuerdo y tampoco registro emanará la señal de que los partidos pequeños se están vendiendo más caro que un charal en época de hambruna y los grandes actúan como tiburones que de un bocado quieren acabar con la fauna de acompañamiento.
Los acuerdos que no salgan hoy difícilmente en el futuro resultarán bien. El incipiente consenso entre PRI, PAN y PRD lo dificultaba ayer la indecisión de quién encabezará en Sinaloa y aunque se da por hecho que el PRI pondrá al candidato, interfería la camisa de fuerza albiazul y el grillete tricolor que le quieren poner al Gobernador. Al final asomaba la eventualidad de que la coalición se formalice, inclusive hasta con el Partido Sinaloense, y después instalar la mesa de negociación para resolver el reparto de posiciones.
Puede ocurrir que por no explorar las posibilidades intermedias se desamarren puntos que ya estaban firmes. Las dirigencias nacionales de los tres partidos en vías de coalición avanzaron ayer con más celeridad que los liderazgos locales y ello se debe a que están pensando en las parcelitas de cada uno y no en el enorme valle de las avenencias. Aquí no hay FRENA, ni BOA, ni Frente Federalista; si acaso hay siglas políticas que quieren levantarse por arte de un milagro de los lechos en que agonizan; y un PRI que se siente rozagante y piensa que hasta yendo solo puede ganar la gubernatura.
Sin embargo, unos desde la arrogancia y otros desde la disminución están malinterpretando el espíritu de la gran coalición que consiste no solamente en ganar la gubernatura sino principalmente los contrapesos que se necesitan a nivel federal. Se equivocan otra vez al atender la coyuntura presente con la mentalidad de que los puestos de elección popular deben repartirse como suculento festín para organizaciones partidistas desnutridas que necesitan fortalecerse con las migajas que les caigan, y fuerzas de poder orondas que deben acaparar la ambrosía política.
Habiendo tanto qué repartir, como lo son los distritos electorales federales y locales, las alcaldías y regidurías, se pierde el tiempo en medir al aliado para que según el tamaño sea la ración que le corresponde. O bien tratando de aparentar que los cofrades de poca dimensión son al mismo tiempo jalavotos, con tal de arrebatar la tajada mayor del pastel proselitista.
Hoy habrá mucho qué decir al conocerse al candidato de Morena y las alianzas que se registrarán en Sinaloa. De hecho depende de las decisiones que se conozcan para saber si la elección del 6 de junio trae sorpresas al configurarse alternativas triunfadoras, o serán comicios de trámite al evidenciarse componendas que darían todo por resuelto mucho antes de la emisión de los votos. Que hablen, pues, los hechos espoleados por el reloj y las avideces del poder.
Reverso
Están dando pésima impresión,
Por no hacer bien la faena,
En el pacto de desesperación,
Y el mal parto de Morena.
Visos de coalición
Lo que ya se cocinó a nivel nacional es la mancomunidad política “Va por México” a través de la cual el PRI, PAN y PRD con el empuje de un fuerte movimiento social y empresarial quieren quitarle el control abrumador que tiene López Obrador en la Cámara de Diputados. En el plano federal importó primero la construcción de contrapesos legislativos que los nombres o distritos que le corresponden a cada una de las siglas. Esto podría ayudar al acuerdo en Sinaloa para que se formalice hoy la misma alianza, y tal vez con más partidos, para ir por la gubernatura.