La hepatitis es una inflamación del hígado y existen distintas causas. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la hepatitis A, B, y C, las cuales son ocasionadas por los virus de la hepatitis. De igual manera, el consumo excesivo de alcohol, algunos medicamentos y toxinas, así como algunas enfermedades autoinmunes también están relacionados con la etiología de la hepatitis.
Cabe mencionar que la hepatitis no es común en los infantes.
El 15 de abril de 2022 fue publicado en el portal de brotes infecciosos de la OMS un reporte de hepatitis aguda de “entidad desconocida” en el Reino Unido e Irlanda del Norte. Desde entonces, los reportes y casos han aumentado en distintas partes del planeta (Reino Unido, España, Israel, Estados Unidos, Dinamarca, Países Bajos, Italia, Noruega, Francia, Romania, y Bélgica), afectando particularmente a niños pequeños (1 mes – 16 años).
Tan solo en Estados Unidos, 14 por ciento de los pacientes reportados requirieron un trasplante hepático (5 de ellos fallecieron) y más del 90 por ciento requirió hospitalización.
El síndrome clínico identificado en la mayoría de los casos se caracteriza por una hepatitis aguda con elevación de enzimas hepáticas (una elevación indica inflamación o lesión del hígado). Los síntomas gastrointestinales incluyeron dolor abdominal, diarrea, vómito, elevación de enzimas hepáticas (AST y ALT), e ictericia (coloración amarillenta de la piel y las mucosas). La mayoría de los casos no presentaron fiebre.
Dado que la hepatitis infantil es inaudita, salvo en algunas excepciones, los pequeños que presentaron estos síntomas fueron sometidos a distintas pruebas diagnósticas las cuales revelaron la presencia del adenovirus humano F41 (HAdV-F41).
HAdV-F41 es un adenovirus entérico, es decir, que infecta las células del tracto gastrointestinal. Este patógeno está relacionado con infecciones alimentarias que ocasionan gastroenteritis (vómito, diarrea, y fiebre), particularmente en países en vías de desarrollo.
Este virus no está relacionado con cuadros de hepatitis, excepto en personas inmunocomprometidas. Curiosamente, los niños afectados se encontraban en perfectas condiciones de salud antes de enfermarse.
Todavía se desconoce si existe alguna relación entre el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) y HAdV-F41 en la etiología de la hepatitis aguda infantil. Asimismo, tampoco se ha secuenciado el virus (HAdV-F41) para determinar si es una nueva variante genética. Incluso, pudiera resultar que HAdV-F41 no tiene nada que ver y solo se encontraba en esos infantes de manera fortuita (lo que implicaría identificar un agente causal todavía desconocido).
Desafortunadamente, el estado de Nuevo León ya cuenta con cuatro casos de hepatitis aguda infantil, y si esto no se contiene, terminará extendiéndose por toda la República Mexicana.
Cualquiera que sea la causa de estos brotes de hepatitis infantil, lo mejor que podemos hacer para evitar su propagación es insistir en las medidas de higiene, tales como: lavado de manos, cubrir nariz y boca al toser o estornudar, evitar compartir alimentos, bebidas, cubiertos y platos, limpiar y desinfectar juguetes u objetos que los niños se puedan llevar a la boca, además de desinfectar superficies de uso común, y espacios donde permanezca una persona enferma, entre otras.