Lo de la concentración en el Zócalo el domingo pasado es como lo de los órganos autónomos o el Poder Judicial. Ninguno de ellos debe ser partidista lo que no significa que no sean netamente políticos. El poder judicial y los órganos autónomos juegan un importantísimo papel político. En ocasiones, de última instancia. Los ciudadanos también.
Mucho se ha insistido en que la del domingo no fue una concentración partidista. No lo fue y los integrantes de la coalición opositora no tuvieron un papel visible, mucho menos, protagónico. Fueron respetuosos de lo que los organizadores de la marcha y de los que fuimos, queríamos: una marcha, desde luego política, pero no partidista. Llena de reclamos y exigencias políticas, pero ayuna de partidarismo. El único partido que salió a relucir fue el de la defensa de las libertades y de la democracia. Los organizadores lograron la hazaña de que la marcha no se convirtiera en una expresión en favor de la alianza Fuerza y Corazón.
Xóchitl Gálvez hizo bien en no ir. Su breve mensaje posterior a la marcha lo dijo todo: mientras haya ciudadanos que defiendan la democracia “no podrán mandar al diablo a nuestras instituciones”.
Estuvo presente sin estarlo porque, como todos los que asistimos, se ha manifestado en contra de cada una de las reformas anti-democráticas propuestas por el Presidente en el ocaso de su sexenio. En contra del debilitamiento del INE, de la desaparición de los legisladores de representación proporcional, de la elección popular de ministros, jueces y magistrados, de limitar sus facultades, de la reducción del umbral para revocarle el mandato a quien ocupe la Presidencia y de eliminar a los órganos autónomos. En contra de desechar la escalera que sirvió para llegar al poder y luego tirarla para preservarlo como en tantos países de América Latina. En contra de hacerse de la titularidad real de todos los poderes y de todos los organismos que se crearon para que una vez en la silla no haya manera de limitar el al poder de los poderes.
Claudia tampoco estuvo, pero la concentración en el Zócalo sí fue contra lo que ella representa pues ha abrazado todas las reformas de corte político y electoral de quien la puso como candidata y a quien no se atreve a contradecir. Y digo “no se atreve”, porque es de no creerse que una universitaria, mucho menos proviniendo de la izquierda y habiendo luchado por las reformas políticas que permitieron a Morena a llegar al poder, haga suyas iniciativas que bajo cualquier concepto constituyen una regresión. O, ¿también ella, quiere un poder omnímodo como AMLO e incitará a los nuevos legisladores de Morena a votar esas iniciativas?
Pero así es. Mientras Lorenzo Córdova pronunciaba un claro y contundente discurso sobre la involución democrática que ha ocurrido en nuestro País y el autoritarismo que se instauraría de aprobarse las reformas propuestas por López Obrador, Sheinbaum denostaba a los asistentes de la marcha llamándonos hipócritas, promotores del fraude electoral y de la compra del voto. Mientras a ella la acompañaban 20 gobernadores, criticaba que en la marcha hubiese políticos y funcionarios abiertamente de Oposición.
No sólo eso. Apenas el 6 de febrero afirmó públicamente: “queremos decir muy claramente que respaldamos las propuestas presentadas el día de ayer por el Presidente... desde nuestra perspectiva... fortalecen la democracia y las libertadas”. Y, para mayor claridad, remató, “estas propuestas son parte del programa que vamos a presentar el 1 de marzo a la ciudadanía como inicio de la campaña electoral”.
El Presidente está muy enojado porque alguien puso en su boca que quiere abolir la propiedad privada. Es falso desde luego, pero sus impulsos y proyecto autoritarios lo delatan. El domingo hubo signos de expropiación. De la bandera y de la Constitución como bien señaló Lorenzo Córdova. También blindó -cuando dijo que nunca lo haría- al Palacio en el que habita. Con vallas y plásticos en las puertas de la entrada de la que él ha dicho es la casa del pueblo.
Los asistentes a la marcha y, muchos otros, lo que queremos blindar es a la democracia. Nada más, pero nada menos. Si una candidata promete seguir construyéndola y la otra seguir destruyéndola, que cada quien saque sus conclusiones.