Bergson vs. Einstein: la pelea del siglo

    La Filosofía como madre de todo pensamiento -formal o informal- transformó para siempre el mundo hace más de 2 mil 700 años, cuando en la Grecia antigua comenzamos la reflexión sobre nuestra propia existencia, la vida, la muerte, lo finito o infinito, el tiempo y nuestra relación con él.

    La ciencia tiene la capacidad de dudar de todo. Y con esa capacidad, tiene como fin la búsqueda de la verdad utilizando la razón metódica y sistémica. ¿Para qué?, para revelar incógnitas, establecer principios o leyes, solucionar problemas reales o imaginarios, predecir futuros ciertos o inciertos y explicar la realidad con el mayor detalle posible. La Filosofía como madre de todo pensamiento -formal o informal- transformó para siempre el mundo hace más de 2 mil 700 años, cuando en la Grecia antigua comenzamos la reflexión sobre nuestra propia existencia, la vida, la muerte, lo finito o infinito, el tiempo y nuestra relación con él.

    El 6 de abril de 1922 la Ciencia y la Filosofía se enfrentaron en una disputa intelectual que acaparó la atención de todo público. Remontémonos a París, en donde la Sociedad Filosófica Francesa invita al científico matemático Albert Einstein a dilucidar sobre sus nuevas teorías del tiempo y la relatividad del mismo. Presente en el foro, Henry Bergson un pensador y filósofo muy popular y querido por sus lectores, que había ganado notoriedad en la sociedad europea por la sencillez de sus argumentos, sin perder profundidad disertativa en sus postulados.

    En esa ocasión, dos genios discutían sobre el tiempo. Einstein el físico y matemático en ese momento de 43 años de edad, exponía su nueva teoría de la relatividad y elasticidad del tiempo que tiene la posibilidad de crear una cuarta dimensión de “espacio-tiempo”, para el genio, la relatividad del tiempo puede contraerse o dilatarse dependiendo de la velocidad a la que se mueva en relación con otro observador y tiene la capacidad de medirse con precisión.

    En una idea totalmente contraria, Henry Bergson entonces 20 años mayor que el joven físico. Afirmaba que el tiempo no puede ser reducido a una simple magnitud física o una dimensión cuantificable. Dijo entonces que habría dos categorías de tiempo, el primero el tiempo científico -que puede ser medido y cuantificable- como lo propone el físico. Y otra, una percepción de tiempo llamada “duración”, una experiencia subjetiva del tiempo que es cualitativa y continua según la percepción de la conciencia humana.

    Ciento tres años después, el mundo entero conoce a Albert Einstein, es para muchos el arquetipo del sabio matemático capaz de transformar el conocimiento universal para darle un nuevo rumbo y sentido, lejos de morir, sigue vivo y vigente en la aplicación práctica de las ciencias que siguen abrevando de sus descubrimientos. Bergson por su parte, es el filósofo olvidado y reducido a su tiempo, que murió cuando murieron sus cada vez menos lectores. En nuestro tiempo, el filósofo francés, que fue mucho más famoso e influyente que Albert en 1922, no tiene una corriente intelectual de seguidores, mucho menos una teoría actualizada que haga ciencia desde sus otrora multicitados textos.

    Y no podemos decir que el pensamiento de Bergson, ganador del premio nobel de literatura en 1927, no sirviera o aportara nada. El concepto de la “Duración” y “El impulso vital”, sus descripciones del tiempo y la relación con la memoria son fundamentales para entender a pensadores como: Martin Heidegger y sus disertaciones sobre la relación del “mundo y lo humano”, Jaques Derrida y la construcción del pensamiento desde “las contradicciones y las ambigüedades”, y Guilles Deleuze, el filósofo famoso por su frase “pensar es crear”.

    El 6 de abril de 1922 Einstein perdió la batalla en París, pero la ganó en el tiempo. Henry Bergson salió elogiado y aplaudido del recinto por sus seguidores, pero su nombre se esfumó a los años. Este épico desencuentro entre Ciencia y Filosofía acrecentó las brechas sobre tales saberes, hizo más grandes las diferencias entre los investigadores de las ciencias exactas y de las humanidades. Si tiene ganas de disfrutar una entretenida pelea y confrontación de ideas entre sabios, les recomiendo “El Físico y el Filósofo” de Jimena Canales, mexicana, doctora en Historia de la Ciencia por la Universidad de Harvard, dueña de una narrativa sobresaliente. Luego le seguimos.