Becas al desempeño ausentes

    El programa de becas al desempeño ha manifestado una práctica de autoritarismo en su aplicación, marginando a docentes, incluso aquellos de alto calibre académico como miembros del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, asignándoles los niveles más bajos del tabulador de apoyo o excluyéndolos por ser críticos de la administración actual.

    El programa de becas al desempeño tuvo su origen al inicio de los noventa durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se diseñó como una estrategia nacional para incentivar la calidad en la educación y alinear la política educativa de México con estándares globales.

    Este programa federal gestionado por la SEP asigna fondos anuales a las universidades de educación superior, basándose en el número total de estudiantes y docentes de cada institución. Estos fondos son distribuidos internamente bajo criterios que incluyen un tabulador de productividad académica, clasificando a los profesores en distintos niveles de apoyo económico.

    A pesar de sus intenciones, el programa no ha logrado sus objetivos en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Lejos de ser un estímulo, se ha transformado en un instrumento de represión y control por parte de la administración actual. Más aún, es ambiguo cómo este programa ha contribuido a mejorar la calidad educativa en la centenaria casa de estudios.

    Las becas al desempeño reflejan cómo ha sido administrada la UAS en los últimos años. En primer lugar, hay una falta de transparencia en el manejo de los recursos destinados a este programa. En segundo lugar, su aplicación se ha tornado autoritaria, utilizándose como herramienta contra aquellos que discrepan de la dirección administrativa. Por último, aunque se promueve como un avance para la universidad, una evaluación más detallada revela que al aplicarse en la UAS terminó siendo un programa sin trascendencia en la calidad educativa.

    Enseguida exploraremos estos puntos con mayor detalle para comprender cómo estas prácticas no solo demeritan los objetivos del programa, sino que también perjudican la calidad y el progreso institucional.

    La falta de transparencia en la gestión del programa de becas al desempeño en la UAS ha generado significativas limitaciones en su desarrollo y eficacia. La ausencia de acceso público a la información detallada sobre los criterios de selección y los resultados concretos del programa impide una evaluación objetiva y una participación equitativa.

    Esta opacidad en el manejo ha fomentado un ambiente donde no se discuten abiertamente los estándares académicos ni los productos de investigación considerados válidos, dejando estas decisiones en manos de unos pocos directivos cercanos al poder. Esta dinámica ha debilitado la intención original del programa de incentivar la excelencia académica y ha convertido lo que podría ser una herramienta de fomento a la calidad educativa en una mera simulación de cumplimiento de indicadores.

    La turbiedad en la gestión de recursos etiquetados es alarmante, evidenciándose en la distribución discrecional de los fondos, que, aunque deberían ser mensuales, se entregan de forma irregular (un mes sí y otros seis no), y en la inexplicable desaparición de estos recursos etiquetados sin ninguna rendición de cuentas por parte de los responsables.

    El programa de becas al desempeño ha manifestado una práctica de autoritarismo en su aplicación, marginando a docentes, incluso aquellos de alto calibre académico como miembros del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, asignándoles los niveles más bajos del tabulador de apoyo o excluyéndolos por ser críticos de la administración actual.

    El programa de becas al desempeño, presentado como un transformador para la vida docente y la calidad educativa en la UAS, en realidad no ha conseguido el cambio prometido. A pesar de la narrativa optimista proyectada por la administración, el programa ha carecido del respaldo académico necesario para efectuar una transformación real en nuestro centro de trabajo.

    ¿Cómo puede considerarse un impulso a la calidad educativa si la mayoría son premiados con los niveles más altos del tabulador por su subordinación a la administración actual? Mientras tanto, los académicos que realmente contribuyen a mejorar los indicadores académicos son excluidos o relegados a los niveles más bajos.

    Es necesario que como comunidad educativa analicemos objetivamente el actual estado del programa de becas al desempeño, inicialmente ideado para fomentar una mejora en la calidad educativa pero que, paradójicamente, ha evolucionado en sentido contrario. Requiere una revisión minuciosa y un replanteamiento que realmente centre su atención en los profesores y en el impulso de la calidad académica institucional.

    Para transformar profundamente la UAS, debemos replantear su visión hacia un compromiso genuino con la calidad educativa. Es necesario redirigir el enfoque de la institución para responder a los verdaderos intereses académicos y sociales, más allá de los intereses políticos que han marcado la trayectoria actual.

    eteran@uas.edu.mx

    -