El microbioma se refiere a la comunidad de microorganismos, tales como bacterias, virus, hongos y otros microbios, que habitan en un entorno específico como el cuerpo humano, los suelos, los océanos o el tracto intestinal de los animales. Es esencialmente un ecosistema microbiano que coexiste en simbiosis con su anfitrión.
El microbioma humano, por ejemplo, está compuesto por una gran cantidad de microorganismos que colonizan principalmente el tracto gastrointestinal, pero también se encuentran en la piel, la cavidad bucal y otros tejidos corporales. Estos microorganismos desempeñan diversas funciones vitales para la salud y el bienestar del individuo.
El microbioma desempeña un papel fundamental en la digestión de los alimentos, la producción de vitaminas, la síntesis de ácidos grasos de cadena corta, la protección contra patógenos, la modulación del sistema inmunológico y la influencia en la salud mental. Además, se ha observado su implicación en diversas enfermedades y trastornos, como la obesidad, la diabetes, las enfermedades inflamatorias del intestino, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades neurodegenerativas.
Cada individuo posee un microbioma único y diverso, que se va conformando desde el nacimiento y se ve influenciado por múltiples factores como la genética, la alimentación, el entorno, el estilo de vida y el uso de medicamentos como los antibióticos, así como el modo de parto (cesárea o parto vaginal). La investigación activa en el campo del microbioma busca comprender mejor su composición, función y cómo modularlo para mejorar la salud y prevenir enfermedades.
Los microbiomas de los bebés nacidos por cesárea difieren de los de los bebés nacidos por parto vaginal. Durante el parto vaginal, los bebés entran en contacto con el microbioma materno a medida que atraviesan el canal de parto, lo que les brinda una exposición inicial a una variedad de bacterias beneficiosas.
En contraste, los bebés nacidos por cesárea no pasan por el canal de parto y son extraídos directamente del útero materno, lo que puede resultar en una colonización microbiana diferente. En lugar de adquirir una variedad de bacterias beneficiosas del canal de parto y la flora vaginal materna, los bebés nacidos por cesárea pueden estar expuestos principalmente a bacterias presentes en el entorno hospitalario.
Se ha observado que los bebés nacidos por cesárea tienen una menor diversidad y una composición microbiana distinta en comparación con los nacidos por parto vaginal. También se ha encontrado una menor abundancia de ciertas bacterias beneficiosas, como los lactobacilos, los cuales desempeñan un papel importante en la salud digestiva y el sistema inmunológico.
El microbioma temprano de un bebé es crucial para el desarrollo del sistema inmunológico, la digestión y la absorción de nutrientes, entre otros aspectos. Aunque los bebés nacidos por cesárea pueden presentar diferencias en su microbioma inicial, es importante considerar que este puede cambiar y adaptarse a lo largo de la vida en respuesta a factores ambientales, alimentación, interacción social y exposición a microorganismos.
Los microbiomas de los bebés por cesárea se ven muy diferentes a los de los bebés nacidos por vía vaginal. En particular, tienen un menor número de bacterias Lactobacillus, Escherichia y Bacteroides en sus intestinos. Se cree que estos microbios son críticos para el crecimiento y ayudan a proteger contra el asma, las alergias, la obesidad y los trastornos autoinmunes, todas las condiciones que son más comunes entre los bebés por cesárea. Algunos estudios muy controvertidos han sugerido que algunos bebés nacidos por cesárea pueden correr un mayor riesgo de desarrollar afecciones del neurodesarrollo, como el trastorno del espectro autista, que algunos investigadores atribuyen a su microbioma alterado. Sin embargo, otros investigadores han criticado rotundamente esa sugerencia.
Para restaurar los microbiomas de los bebés nacidos por cesárea, un grupo de investigadores han encontrado una solución simple: frotarlos con bacterias de la vagina de su madre poco después de nacer. Este método, llamado siembra vaginal, fue probado clínicamente por primera vez hace 7 años por José Clemente, genetista de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, y María Gloria Domínguez Bello, ecologista microbiana de la Universidad de Rutgers, quienes encontraron que el procedimiento de hecho restauró microbios que les faltaba a los bebés por cesárea. Sin embargo, estos resultados se basaron en un pequeño grupo de solo 11 bebés.
En el nuevo trabajo (doi: 10.1126/science.adj2623), Clemente y sus colegas probaron este método con un grupo más grande de 68 bebés por cesárea. Poco después del parto, una enfermera tomó muestras de la boca y el cuerpo de cada bebé con una gasa empapada en solución salina o en el fluido vaginal de la madre. (Para evitar la posibilidad de transmitir enfermedades sin darse cuenta, los investigadores excluyeron a todas las mujeres con infecciones de transmisión sexual). Seis semanas después, los investigadores tomaron muestras de las heces de los bebés y estudiaron sus microbios fecales. Descubrieron que los bebés que habían recibido los microbios vaginales de su madre tenían mayores niveles de bacterias intestinales, particularmente de Lactobacillus. En general, sus microbiomas se parecían más a los de los bebés nacidos por vía vaginal que a los de los otros bebés por cesárea que se frotaron con la gasa empapada en solución salina.
Cuando los bebés cumplieron 3 meses y 6 meses, sus padres informaron a través de un cuestionario que aquellos que se habían sometido a la siembra vaginal estaban un poco más avanzados en sus habilidades motoras y de comunicación que aquellos que no lo habían hecho.
El tamaño de la muestra del estudio sigue siendo demasiado pequeño para sacar conclusiones firmes sobre los beneficios asociados con la siembra vaginal. Otros estudios han sugerido que factores como la lactancia materna influyen en el microbioma intestinal de un bebé más que la vía de parto.
A algunos expertos también les preocupa que la siembra vaginal pueda transmitir infecciones al bebé. Una mayor investigación sobre la siembra vaginal ayudará a los científicos a identificar los microbios específicos que los bebés deben encontrar en sus primeras horas y días para darles la mejor oportunidad de un desarrollo saludable.
En resumen, el estudio y la comprensión del microbioma son áreas de investigación en constante evolución, y se están realizando esfuerzos para determinar cómo modular y promover un microbioma saludable en los bebés nacidos por cesárea, con el objetivo de mejorar su salud y prevenir enfermedades.