Por Pablo Ramírez, Campañista de Clima y Energía
La COP27 tuvo su cierre formal el domingo 20 de noviembre con la entrega del texto final con los acuerdos alcanzados, el resultado está muy lejos de lo que el planeta necesita para lograr mantener el incremento de la temperatura por debajo de la meta del 1.5°C, sin haber cumplido las metas prometidas de financiamiento climático y sin haber logrado fortalecer los objetivos de mitigación y adaptación. No ha habido ningún avance en el compromiso de los 100 mil millones de dólares de financiación climática. Según la OCDE, el déficit de 100 mil millones de dólares de financiación climática en 2020 fue de 16 mil 700 millones de dólares, mientras que Oxfam calcula que el déficit se acerca a los 75 mil millones de dólares. Tampoco se cumplió la promesa del paquete de Glasgow de, al menos, duplicar la financiación para la adaptación.
Sin embargo, se han sentado precedentes y se han dado pasos importantes rumbo a la justicia climática: la creación de un fondo global de pérdidas y daños.
A pesar de la oposición de los países desarrollados y responsables históricos de la mayor parte de las emisiones de gases efecto invernadero, la presión de los países del sur global, activistas y academia sirvió para impulsar un mecanismo “el que contamina, paga” que ayude principalmente a los países en desarrollo que también son altamente vulnerables al cambio climático. Esto es fundamental para poder cubrir con los costos de adaptación y también cubrir con las pérdidas estimadas debido a los efectos del cambio climático, que se calcula serán entre 290 mil y 580 mil millones de dólares al año, de acuerdo al último reporte del IPCC. El trabajo comienza aquí para garantizar que el diseño y las modalidades reflejen la voluntad hacia la justicia climática, dando prioridad a las comunidades más vulnerables, y para asegurarse de que los mayores contaminantes históricos del mundo –países y empresas– hagan la mayor contribución al fondo.
Desde el año pasado, sólo 29 países han actualizado sus objetivos climáticos nacionales, o Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs). Con las políticas actuales, seguimos avanzando hacia un calentamiento de 2.7 °C. La principal lucha en la COP27 volvió a ser la de los combustibles fósiles, y la de si los países reconocerían la necesidad de eliminar todos los combustibles fósiles en la decisión del texto final. A pesar de los numerosos llamamientos tanto del norte como del sur, la Presidencia de la COP (Egipto) nunca lo planteó, ni siquiera como una opción en el texto, protegiendo los intereses de los petroestados y las empresas, esto nos muestra con mucha claridad que los intereses fósiles han cooptado los espacios que existen para poner solución a la crisis climática, basta decir que la COP27 tuvo la mayor participación de lobistas fósiles de la historia. Pero a pesar de no haber ganado la batalla en esta COP, está claro que el tema está ahora en las COP para quedarse. Y el apoyo a la discusión del elefante en la habitación está creciendo.
¿Cómo fue la participación de México durante la COP27?
Hay que partir diciendo que México fue uno de los 29 países que actualizaron sus objetivos climáticos, aumentando en ocho por ciento las metas de reducción no condicionadas [1] de gases efecto invernadero para el año 2030.
Trataré de hacer una muy breve síntesis. Si bien esta es una buena noticia, también es importante señalar que se incluyen estrategias que lejos de abonar a la solución del cambio climático, contribuyen al desarrollo de megaproyectos que tienen impactos socioambientales muy importantes, como lo que se pretende con la construcción de cuatro nuevos proyectos hidroeléctricos y agudizan la dependencia energética del país al gas estadounidense. Incrementar el uso de gas (sobre todo cuando proviene de yacimientos no convencionales como el Permian Basin y Eagle Fort) es totalmente incompatible con la meta de reducción de emisiones, no hay que olvidar que el mal llamado gas “natural” es un combustible fósil y, por tanto, sigue siendo una de las causas del cambio climático, ya no podemos darnos el lujo de seguir empujando falsas soluciones que “contaminan menos”, el camino es claro: tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles y tenemos que hacerlo rápido.
Será fundamental trabajar de manera transversal en el desarrollo e implementación de las estrategias que se plantean para cortar emisiones en el país, poniendo a las personas (especialmente a las comunidades más vulnerables) en el centro del diseño. El componente de adaptación y de financiamiento tendrá que desarrollarse lo suficientemente rápido para poder alcanzar el nivel de impactos que ya estamos experimentando en México, sobre todo me gustaría hacer énfasis en el componente A7: identificar y atender el desplazamiento forzado de personas por los impactos negativos del cambio climático. Este componente es muy importante para dar solución a comunidades que están siendo impactadas de manera desproporcionada e injusta por la crisis climática, como lo es el caso de El Bosque, en Tabasco. Es fundamental que esta línea de acción se ejecute de manera inmediata y que se comience a trabajar ya de manera coordinada entre autoridades federales, estatales y municipales, para asegurar la integridad de los habitantes de comunidades como El Bosque, así como garantizar que dicho componente se ejecute con un estricto apego a los derechos humanos, la justicia y la dignidad de las comunidades.
En resumen, si bien estamos lejos de la acción climática necesaria tanto a nivel global como nacional, esta COP ha presentado avances rumbo a la justicia climática, será fundamental la vigilancia y la exigencia para que las medidas que se han planteado se ejecuten de manera transparente y efectiva, esto no representa más que un pequeño paso de los muchos que tenemos que dar para mantener un planeta habitable, en este tipo de balances no existen los ganadores y perdedores, a diferencia de lo que podrían pensar los cabilderos fósiles que obstaculizan acuerdos, aquí o ganamos todos o perdemos todos. Pero citando a Philip Jakpor, “si queremos solucionar la malaria, tenemos que dejar de invitar a los mosquitos”, espacios como la COP sólo serán útiles si dejan de ser cooptados por los intereses corporativos, sobre todo los fósiles. Tenemos que seguir alzando la voz para denunciar este tipo de contradicciones, tenemos que seguir empujando para obligar a que los que contaminan paguen, tenemos que seguir luchando por un mundo mejor para los que vienen”.
[1] Son las metas que México deberá cumplir con sus propios recursos. También se comprometió a aumentar un cinco por ciento extra con la cooperación de Estados Unidos para la implementación de proyectos que coadyuven a la transición energética. La meta condicionada es de 40 por ciento de reducción de emisiones.