El biomagnetismo se presenta como una terapia alternativa que utiliza campos magnéticos estáticos para tratar una amplia gama de condiciones de salud. Sin embargo, los expertos en ciencia y medicina han desacreditado enérgicamente estas afirmaciones por varias razones comprobables. Asimismo, carece de un mecanismo plausible que explique cómo los débiles campos magnéticos generados por los imanes pueden influir en la salud.
La terapia de biomagnetismo se basa en la idea de que los desequilibrios en el campo electromagnético del cuerpo pueden causar enfermedades y que la aplicación de imanes puede corregir estos desequilibrios. Si bien el cuerpo humano produce campos electromagnéticos muy débiles, los imanes utilizados en la terapia de biomagnetismo son demasiado débiles para tener un impacto significativo en estos campos o en la salud del cuerpo.
*Nota: Esto no debe confundirse con la estimulación magnética transcraneal, una forma de terapia científicamente válida, ni con la terapia de campos electromagnéticos pulsados.
Un similar del biomagnetismo, la terapia magnética, implica aplicar el campo magnético débil de imanes permanentes al cuerpo, con el fin de obtener supuestos beneficios para la salud. Se asignan diferentes efectos a diferentes orientaciones del imán y los productos incluyen pulseras y joyas magnéticas; correas magnéticas para muñecas, tobillos, rodillas y espalda; plantillas magnéticas para zapatos; colchones; mantas magnéticas (mantas con imanes tejidos en el material); cremas magnéticas; suplementos magnéticos; apósitos y agua “magnetizada”.
Los practicantes de la terapia de biomagnetismo a menudo hacen una amplia variedad de afirmaciones no sustentadas sobre su efectividad, incluyendo la capacidad de tratar el cáncer, enfermedades infecciosas y diversas afecciones crónicas.
Quizás el mecanismo sugerido más común es que los imanes podrían mejorar el flujo sanguíneo en los tejidos subyacentes. Sin embargo, el campo que rodea a los dispositivos de terapia magnética es demasiado débil y disminuye rápidamente con la distancia como para afectar apreciablemente a la hemoglobina, tejido muscular, huesos, vasos sanguíneos u órganos. Aunque la hemoglobina, la proteína sanguínea que transporta el oxígeno, es débilmente diamagnética (cuando está oxigenada) o paramagnética (cuando está desoxigenada), los imanes utilizados en la terapia magnética son muchos órdenes de magnitud demasiado débiles para tener un efecto medible en el flujo sanguíneo (Polk et al., 1996. ISBN 0-8493-0641-8).
Además de lo anterior, la falta de estudios revisados por expertos y publicados en revistas científicas respetadas es una de las debilidades más destacadas del biomagnetismo.
Todas las pseudociencias como el biomagnetismo, ozono, y homeopatía publican sus estudios “científicos” en sus propias revistas, nunca en journals científicos o médicos de verdad*. Sus trabajos carecen de evidencia científica rigurosa y no cuentan con ensayos clínicos o investigaciones revisadas por personas expertas que las respalden. Las afirmaciones de sus defensores no están respaldadas por investigaciones sólidas y experimentos controlados. Los estudios que se han realizado a menudo han presentado problemas de enmascaramiento y sesgos que dificultan la obtención de resultados fiables.
Muchas personas que prueban la terapia de biomagnetismo o alguna otra de estas terapias “alternativas” milagrosas, pueden informar sentirse mejor, pero esto suele atribuirse al efecto placebo. Las personas pueden experimentar mejoras subjetivas en su salud debido a su creencia en el tratamiento, en lugar de un beneficio terapéutico real.
Incluso organizaciones médicas de renombre, como la Sociedad Americana del Cáncer y el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa, han declarado que no hay evidencia científica que respalde las afirmaciones de salud relacionadas con el biomagnetismo. Además, se ha señalado que las afirmaciones sobre la longevidad y el tratamiento del cáncer son completamente implausibles y carecen de fundamento en la investigación.
A pesar de las afirmaciones llamativas, el biomagnetismo se desvanece ante el escrutinio científico. Aunque puede haber personas que informan sentirse mejor después de someterse a esta terapia, es más probable que estos efectos sean atribuibles al efecto placebo que a cualquier beneficio terapéutico real de los imanes.
Si busca mejorar su salud, tan solo hay que recurrir a rutinas cuya efectividad ha sido comprobada desde la antigüedad. Hay que nutrirse con alimento sin procesar, realizar actividad física periódica, y darle terapia al cuerpo y a la mente de manera regular.
En última instancia, es importante que las personas busquen el consejo y tratamiento de profesionales de la salud calificados que sigan pautas basadas en evidencia científica para abordar sus preocupaciones de salud. No se deje llevar por las afirmaciones engañosas del biomagnetismo, que, como hemos visto, es un “atractivo” que no resiste el análisis científico riguroso.
Si le interesa informarse más al respecto, le comparto las siguientes referencias:
Park, Robert L. (2000). “Ciencia Vudú: El Camino de la Tontería al Fraude”. Nueva York, Nueva York: Oxford University Press. pp. 58–63. ISBN 0-19-513515-6. “No solo que los campos magnéticos no tienen valor en la curación, podríamos caracterizarlos como campos magnéticos ‘homeopáticos’.”
Wanjek, Christopher (2003). “Medicina Deficiente: conceptos erróneos y malos usos revelados, desde la sanación a distancia hasta la vitamina O”. Hoboken, Nueva Jersey: John Wiley & Sons. pp. 1–253. ISBN 0-471-43499-X.