Así canta Sinaloa para el mundo, hoy. El teatro curativo de Lázaro Fernando
El sesteo que en medio de tantas congojas colectivas propone el espectáculo Así canta Sinaloa para el mundo, que se estrena hoy en Culiacán dirigido por Lázaro Fernando Rodríguez, es una propuesta a pausar el sufrimiento popular para darle una oportunidad a la cultura y al efecto balsámico de ésta cuando un pueblo se siente atribulado. Con la garantía de éxito por el reconocimiento internacional que posee el que preside esta puesta en escena, hagamos la catarsis de sanar con la música, danza y teatro.
Se trata de la convocatoria a todos para cerrar el bache de pesadumbre en que hemos caído. Lázaro Fernando y compañía empujan el carro de la vida hacia el resistente pavimento del consuelo que es la ruta más corta al optimismo. Con teatro, baile y música será más llevadera la tragedia de la crisis de salud pública. Un martillazo de diversión en la cabeza del virus; el nocaut salido del alma que debemos asestarle a la pandemia.
La propuesta escénica de Lázaro Fernando apunta hacia el ciudadano común y corriente como el gran público históricamente desatendido por las políticas gubernamentales de la cultura. En 2019 dirigió una conjunción de artes escénicas con la obra Homenaje al pescador, viejo lobo del mar que recorrió las comunidades costeras, otra de esas franjas diezmadas por la pobreza, adicciones y dolencias de todo tipo.
Para mayores referencias, si es que alguien todavía las desconoce, Lázaro Fernando dirigió la pieza teatral Érase una vez la novia que ha pisado escenarios más allá de las fronteras mexicanas, y lleva bastantes representaciones en Sinaloa con Cómo quisiera ser Selena, la reina del tex-mex. En esta línea de acercar las artes a las masas, independientemente de que el espectador avezado también lo aclame, hoy resalta su oferta de cultura lúdica como luz que brilla al final del pasadizo triste de la pandemia.
En Así canta Sinaloa para el mundo, cuyo debut será hoy a las 20:00 horas en el Teatro Pablo de Villavicencio, concurren talentos de diferentes disciplinas artísticas: el tenor Ricardo Rodríguez, la mezzosoprano Oralia Castro, el Coro de Ópera de Sinaloa, Danza Joven de Sinaloa, Compañía Folclórica Sinaloense y el grupo musical Los amos de la noche, un híbrido melodioso que integran el emblemático Cuarteto San Miguel y otros músicos destacados.
En el “combo” vienen autores sinaloenses que la gente poco conoce pero cuyos temas han sido éxitos en México o en otros países, voces y actores locales con brillo propio, humor con la picardía del actor David Zataráin y la ambiciosa escenografía y musicalización con artistas reconocidos. Incluye también la encrucijada de levantar el ánimo en tributo a la vida; secar las lágrimas para identificar las rutas de la restauración. Volverse a levantar sin tenerle miedo a la siguiente caída.
Eso y más hay detrás de este esfuerzo del Instituto Sinaloense de la Cultura, Secretaría de Cultura federal, Secretaría de Educación Pública y Cultura, Universidad Autónoma de Sinaloa y el grupo de teatro Sabaiba, entre otros tantos coadyuvantes. El creador y director se reta a sí mismo al ofrecerlo como “un producto multidisciplinario, gozoso, divertido, nada solemne, que nos va a identificar como sinaloenses”.
Lo más trascendente es que el Isic vuelve a sacar la casta por las audiencias que requieren del arte como el delfín necesita del mar, pero sus capacidades económicas no dan para acceder a obras destinadas a públicos selectos con carteleras elitistas. En la dura situación con todo tipo de privaciones por la acometida endémica de más de dos años significa mucho ofrecerles a los sinaloenses la oportunidad de provocarles una carcajada, un tarareo u otras emociones alegres que sean la válvula de escape de un tiempo tan deprimente como vacío de alicientes.
No hay mucho que agregar sobre este atrevimiento escénico que Lázaro Fernando y su elenco le entregan a Sinaloa, pues el resultado hablará hoy por sí mismo a través de los aplausos que lo agregarán al inventario de las cosas memorables. Sólo recordamos lo que en este espacio escribimos en julio de 2019 cuando el montaje de Homenaje al pescador, viejo lobo del mar planteó la pertinencia de la dramaturgia de lo cotidiano: aún en el fondo del abismo los sinaloenses podemos y sabemos reír, pachanguear y bailar, volviendo a ser felices por más que las adversidades operen en sentido contrario.
Vamos al teatro. Allí donde a través de la farsa nos reencontramos con la autenticidad que yace en lo profundo de prejuicios, convenciones y mordazas. Con 22 canciones populares que en su mayoría son de autores sinaloenses cualquiera cura sus penas y si no, pues comienza a aceptarlas. Al fin y el cabo somos actores protagónicos cuando con distintos roles representamos al pie de la letra el guión que persevera en la vida de cada uno y que acaba siendo la efímera historia de nosotros.
Medicina no existe una,
Como teatro, baile y canto,
Y ni la estampita del santo,
Alivia como esta vacuna.
La 64 Legislatura del Congreso del Estado realizará hoy un ejercicio de Parlamento Abierto donde el tema será la protección de periodistas y personas defensoras de derechos humanos. Aunque parezca que es un aspecto ya suficientemente consultado, que vengan otra vez las voces de comunicadores, ombudsman y activistas a remarcar el desamparo que en México cobra la vida de muchos integrantes de estos gremios. Qué importa decirlo las veces que sean necesarias si la insistencia va abrirle el paso a la ley respectiva.