Volver a la presencialidad a través de Centros Comunitarios de Aprendizaje (CCA) no sólo ha sido una valiosa estrategia para brindar la oportunidad de continuar aprendiendo a los estudiantes que más lo necesitan, sino que también ha traído importantes lecciones que serán necesario implementar en la etapa postpandemia. Ya concluido el proceso de vacunación de los docentes y que las autoridades educativas federales hablan de un regreso a mayor escala, es importante dejar claro que no podemos volver a las mismas escuelas que dejamos en marzo de 2020, sino que debemos avanzar a un sistema educativo incluyente que sea capaz de garantizar la seguridad, bienestar y el derecho a aprender de todos.
Basado en las observaciones y entrevistas que hemos realizado a directores de distintos CCA pertenecientes a los municipios de Ahome, El Fuerte, Guasave, Culiacán y Mazatlán, nos hemos dado cuenta de que estos centros se han convertido en una innovadora estrategia de atención que ha sido de gran utilidad en los diversos contextos en los cuales comenzaron su operación.
Los CCA han atendido el aspecto socioemocional no sólo como un complemento sino como una prioridad para el desarrollo integral de las niñas, niños y jóvenes. En los Consejos Técnicos Escolares (CTE), los directivos y docentes reciben materiales y guías que los apoyan a desarrollar planes de atención que consideren la vida, los contextos y las emociones de los estudiantes para apoyarlos en su proceso formativo, no sólo a través de diagnósticos, sino también de estrategias focalizadas.
Actualmente, existe mayor autonomía para la toma de decisiones por parte de los CCA, es posible organizar horarios mixtos y escalonados, así como los días de apertura, todo en conjunto y en acuerdo con la comunidad escolar. Además, los docentes tienen la capacidad de focalizar las habilidades y aprendizajes clave más importantes que consideren necesarios para el contexto en el que se encuentren. Si bien hay sugerencias por parte de la autoridad educativa, los docentes han priorizado la calidad y no la cantidad y extensión del currículo.
Otro aspecto fundamental que sin duda debe mantenerse, es la importancia que la autoridad educativa y las escuelas le han dado a reducir y combatir el abandono escolar. Como nunca se han implementado estrategias para sensibilizar a las familias e ir a los hogares de los estudiantes que han interrumpido sus trayectorias educativas o se encuentran intermitentes para apoyarlos en su formación. En esta pandemia hemos podido conocer muchas historias, un ejemplo de ello es el caso de la directora María, la cual visitaba las distintas comunidades en su camioneta para entregar cuadernillos de trabajo a los estudiantes debido a que carecían de los recursos para trabajar a distancia y que incluso habilitó su propia casa como espacio de trabajo para brindarles la oportunidad de seguir aprendiendo.
La pandemia también ha demostrado que las escuelas no sólo requieren condiciones mínimas de infraestructura, sino que las tecnologías de la información y comunicación, así como el uso de dispositivos digitales es un asunto preponderante al cual debemos transitar en esta sociedad del conocimiento para favorecer el aprendizaje de los estudiantes. Esto se convierte en una necesidad cada vez más urgente debido a que las brechas de desigualdad se han profundizado. También será importante seguir aprovechando los vínculos entre los docentes y las familias, ya que las relaciones de apoyo y colaboración se han hecho más estrechas para atender las necesidades de los estudiantes.
Los CCA nos han dejado muchos aprendizajes. No podemos volver al mismo modelo educativo que teníamos antes de la pandemia y desaprovechar las numerosas experiencias y prácticas positivas que la comunidad escolar ha implementado. Tenemos la oportunidad de ajustar, corregir y mejorar para lograr un sistema educativo cada vez mejor, donde todos podamos ser parte de este cambio. La decisión está en nuestras manos; aprovechemos y exijamos juntos la transformación. Ahora es cuando.