Aprendizaje perpetuo

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    Cada aprendizaje se convierte en una ventana de oportunidad para continuar aprendiendo y abriendo nuevas ventanas.

    El aprendizaje no se puede circunscribir a una etapa o periodo de nuestra vida. Hay quienes piensan que una vez terminado el periodo de la carrera, maestría y doctorado finalizó el proceso de instrucción y aprendizaje; sin embargo, es una madeja que se sigue desenvolviendo durante toda la vida, como especificó el gran educador Paulo Freire: “Nadie ignora todo. Nadie sabe todo. Por eso aprendemos siempre”. En efecto, se puede decir que la vida es un continuo aprendizaje o un aprendizaje perpetuo.

    Es evidente que quien no siga esta directriz se encontrará muy pronto fuera del mercado laboral, pero no nos queremos ceñir tan sólo a este campo, puesto que el proceso de aprendizaje no es requisito de trabajo únicamente, sino un componente esencial de la vida, el cual nace y se desarrolla desde la curiosidad infantil. Por eso, cada aprendizaje se convierte en una ventana de oportunidad para continuar aprendiendo y abriendo nuevas ventanas. Desde antiguo, en una locución latina, se afirmó: “non scholæ sed vitæ discimus”, que quiere decir: “No aprendemos para la escuela, sino para la vida”.

    Si anteriormente se llamaba analfabetas a las personas que no se habían adentrado en el terreno de la lectoescritura, hoy ese término se ha ampliado hasta la “n” potencia, según aseguró Alvin Tofler: “Los analfabetos del siglo XXI no serán quienes no sepan leer o escribir, sino los que no sean capaces de aprender, desaprender y reaprender”.

    Por eso, actualmente se ha popularizado también una expresión usada por la UNESCO en lengua inglesa “Lifelong learners”. Es decir, el aprendizaje es un proceso integral y holístico que no pertenece solamente a las categorías del sistema educativo, pues se trata de un hábito que nos estimula a una formación continua.

    ¿Estoy dispuesto a aprender, desaprender y reaprender continuamente?