Independientemente de los resultados finales de las elecciones recientes, considerando que las autoridades electorales aún no se pronuncian oficialmente y que algunos de los perdedores quieran llevar a los tribunales electorales los resultados, hay varias lecciones para los que participaron.
La primera es que, ser popular en redes sociales no es lo mismo que ser popular entre los ciudadanos que acuden a votar. Las elecciones no son un concurso de popularidad.
La segunda es que, los ciudadanos mostraron clara y contundentemente su rechazo a algunos de los partidos perdedores y a sus candidatos.
Algunos partidos perderán su registro, a algunos nunca debieron darles el registro, y algunos candidatos prácticamente deben despedirse de sus carreras políticas pues ya llevan dos elecciones al hilo en donde pierden, como por ejemplo los que buscaban la alcaldía y diputaciones locales.
Sé que es mucho pedir, pero, tan siquiera por vergüenza política, deberían darse cuenta de que su carrera llegó a su fin y aceptarlo con madurez. Ahora sí, pónganse a trabajar en lugar de que los mantengamos los ciudadanos.
La tercera es que los partidos que sobrevivan deben empezar a buscar y desarrollar cuadros nuevos y mejores. Los candidatos que presentaron ya tienen el sello de perdedores y quedó claro que los ciudadanos los rechazan.
La cuarta lección es que, en política siguen dándose las mismas prácticas de siempre. Desde changos mecateros, chapulines, políticos mentirosos y guerra de lodo. Se vieron muy mal algunos candidatos que salieron a declararse triunfadores a pesar de que sabían que habían perdido.
Por lo visto será muy difícil lograr que la política sea un juego de ciudadanos honorables y honestos. El campo de juego esta lleno de arribistas, oportunistas y rateros.
La quinta es que el INE y los ciudadanos que estuvieron en las casillas en funciones electorales, cada vez hacen mejor su trabajo y cada vez tenemos elecciones más organizadas, con todo y los brotes de violencia que se dieron.
La sexta es que algunas encuestadoras quedaron en evidencia como meras “prostitutas” de las encuestas que vendieron al mejor postor a pesar de que sabían que eran falsas.
Si el “mercado electoral” funciona como debería, esas encuestadoras quedarán muy desprestigiadas y, en futuras elecciones, solo serán contratadas para lo mismo, es decir, para hacer encuestas al antojo de los que les pagan.
Podemos encontrar más lecciones de lo que acaba de pasar, pero mejor hay que preguntarnos si, los que ganaron aprendieron de los errores ya cometidos.
¿Dejarán de ser rateros y prepotentes? ¿Dejarán de hacer negocios con sus cuates y proveedores favoritos?
¿Dejarán de ocultar información pública? ¿Dejarán de asignar obras y contratar servicios ilegalmente?
¿Se ocuparán de que Mazatlán deje de ser una cantina rodante? ¿Meterán en cintura a pulmonías, aurigas y a vehículos particulares que circulan con música a volúmenes groseros?
¿Respetarán y trabajarán juntos con ciudadanos y organizaciones ciudadanas que buscan combatir la corrupción y mejorar la rendición de cuentas? ¿Dejarán de entregar permisos de construcción ilegales? ¿Dejarán de acomodar a sus parientes, cuates y amantes en puestos para los que ni siquiera están preparados? ¿Cumplirán sus promesas de campaña? En resumen, ¿Dejarán de mentir, robar y traicionar?
Espero equivocarme, pero, en lo personal, creo que no tienen lucha y no aprendieron ninguna lección. Seguirán igual de ratas, groseros y prepotentes. Seguirán robando, mintiendo y traicionando y si no me cree, al tiempo.
Pero los ciudadanos también debemos aprender la lección. Tenemos mucha tarea por hacer. Hay que asegurarnos que nuestros servidores públicos hagan bien su trabajo. No hay que dejarlos robar, mentir ni traicionar. Hay que combatir con fuerza y valentía los actos de corrupción que veamos. Ya que los elegimos, tenemos la responsabilidad de obligarlos trabajar decentemente. Ya no es tiempo de quedarse cruzados de brazos, solo criticar y tomar café, con eso ni cosquillas les hacen a los malos gobernantes.