Ante la evidente...

    En un abrir y cerrar de ojos ya estamos a poco más de una semana para que concluya el primer mes de este 2022, cuyas hojas se ven sacudidas por los vientos de la pandemia y no sé si el desespero o en una actitud de negación de la realidad, hace que algunos pierdan la voz del sentido común.

    El sentido común se va tejiendo con el paso de los años, alimentado por las experiencias personales, las comunitarias y el conocimiento. Todo ello amalgamado, nos va dando reglas no escritas que nos sirven para reaccionar de la mejor manera ante las circunstancias que nos va presentando la vida. Por sentido común, por ejemplo, evitamos meternos al mar cuando presenta marea alta; por sentido común, tratamos de no caminar por calles oscuras, y obviamente, en tiempos de pandemia, usamos el sentido común, para disminuir las posibilidades de pescar un contagio.

    Un gobernante que tenga y atienda el sentido común, cuenta con una fortaleza en su liderazgo, ya que ejercerá su mandato enfocando a su comunidad hacia el bienestar colectivo. En tiempos como los que estamos viviendo, un buen líder procurará conseguir que, dentro de sus gobernados, en una situación como la que estamos atravesando, se dé el menor número de contagios, y por supuesto, procurará denodadamente no darle paso a la contabilidad fatal.

    Desgraciadamente, las cosas no siempre se dan de esa manera y lo estamos viviendo en Mazatlán, cuyo ejercicio de gobierno lo ostenta un político, al que la percepción de contar con un poder inconmensurable, lo ha llevado a perder el sentido común ante la pandemia y los riesgos sanitarios que de ella se derivan, pese a su formación y experiencia profesional en el campo de la salud.

    La variante Ómicron del coronavirus, dada su altísima transmisibilidad trae de cabeza a los gobiernos de distintos países y si bien es cierto que su letalidad no es alta, también lo es, que está provocando altos impactos en la economía por la ausencia de personal, en virtud de los miles de trabajadores que son alcanzados por la infección.

    Las noticias nos hablan del regreso a la restricción de la movilidad social en distintos países y en no pocos estados de nuestra nación, de tal suerte, que en centros de consumo o de servicio, de nueva cuenta se impone limitación de horarios de operación, número de clientes y cancelación de eventos masivos, práctica que seguramente continuará por el resto del año, ya que los remedios hasta ahora concebidos, no responden con eficacia contundente ante los embates del virus.

    Bajo tal clima de incertidumbre y actuando con pleno sentido común, en ciudades en las que la celebración del carnaval forma parte de su cultura, han optado por cancelarlo de nuevo. Por esa vía han procedido en Brasil, en Campeche y en otras plazas españolas, mientras que los organizadores de la fiesta veracruzana, están contemplando la posibilidad de diferirlo al verano.

    Es decir que, en todas esas plazas, el sentido común les ha dado la claridad mental para entender que los eventos masivos potencian la posibilidad de vigorizar la ola de contagios, aunque el manipulado semáforo sanitario marque verde. La realidad es que el color esperanza será cierto hasta que la transmisión del contagio sea como el de cualquier otra afección y se cuente con medicamentos efectivos que lo aplaquen.

    Pero la luz del entendimiento que da el sentido común no ha brillado en la llamada Perla del Pacífico, ya que el Alcalde Benítez Torres, de alguna manera apoyado por el Gobernador Rocha Moya, insiste en realizar la llamada fiesta máxima de los mazatlecos, importándole un cacahuate la salud de la ciudadanía y los pocos o muchos decesos que pueda acarrear su descabellado propósito. Y hasta las 4:55 horas del día 22 del presente, así están las cosas.

    Ante la evidente falta de sentido común del Alcalde mazatleco, y del propio Gobernador sinaloense, con el respeto a la fuente, me atrevo a parafrasear: “Ilumínalos Señor, no saben lo que hacen” ¡Buenos días!