Ante ello...

13/04/2025 04:01
    Pese a la incongruencia presidencial de incluir el chocolate bienestar al catálogo de comestibles permitidos, la intención de abatir el consumo de comida chatarra en los planteles, es positiva, sin embargo, no me queda duda de que la reacción de la poderosa industria productora de la misma se hará notar.

    Es claro que el Presidente Donald Trump es un tipo soberbio y le encanta hacer gala de su poder, de exhibirse, basado en su riqueza personal y ser el portador de la titularidad de una potencia a nivel mundial, combinación peligrosa para el país que lidera y para el mundo, en virtud del poderío de su nación.

    Hace unos días, el magnate dijo públicamente que no pocos representantes de países le han besado servilmente el trasero para que no les aplique los aranceles a sus exportaciones, expresión que no tiene parangón en la diplomacia internacional; una actitud que nada abona al prestigio democrático estadounidense y que hace sonar las alarmas sobre el eventual nacimiento de un dictador.

    Y mientras que las bravuconadas de Trump mantienen en vilo a la economía mundial, incluyendo a la estadounidense, en nuestro País el Poder Ejecutivo puso en marcha acciones en contra de la llamada comida chatarra, intentando prohibir su venta dentro de los planteles escolares, bajo el argumento de que la ingesta de dichos insumos son potenciales desencadenantes de diabetes, obesidad y otros males en los consumidores.

    La comida chatarra está definida por los expertos como los comestibles altamente industrializados cuyo contenido está basado en altas dosis de azúcares, sodio, grasas saturadas y calorías, con muy poca aportación de fibra y elementos vitamínicos, tales como refrescos, frituras, golosinas, galletas, repostería, sopas instantáneas, entre otros, de una larga lista de pecadillos gastronómicos de los cuales, es difícil escapar y que muy pocos se pueden atrever a lanzar la primera piedra. En mi caso, me cuesta trabajo decirle no a las papitas, a los cacahuates salados, a un grasoso hot dog y a una que otra galleta.

    Por otro lado, también vale decir que de los hogares salen productos chatarra que lindan en tal clasificación por el uso de ingredientes industrializados, como el puré de tomate y sazonadores en la preparación de comidas, así como el exceso de azúcar que algunas amas de casa utilizan en la producción de aguas frescas, gelatinas, arroz con leche y otros tentadores postres de consumo ordinario o los de temporada como es el caso de la cuaresma con la capirotada y las torrejas.

    Pese a la incongruencia presidencial de incluir el chocolate bienestar al catálogo de comestibles permitidos, la intención de abatir el consumo de comida chatarra en los planteles, es positiva, sin embargo, no me queda duda de que la reacción de la poderosa industria productora de la misma se hará notar.

    Las factorías de antojitos, golosinas y refrescos logran billonarias ventas a nivel mundial y nuestro País está dentro de los primeros lugares en el consumo. Se dice que ocupamos el quinto lugar dentro de esa clasificación, misma que encabeza el país norteamericano y es obvio que los empresarios de dicho sector no están dispuesto a soltar el filón de oro que les representan mercados como México.

    Ante ello, no basta la prohibición de comida chatarra dentro de los planteles escolares; a ello debe aparejarse una campaña de concientización entre la población en general y dejar atrás el paradigma de que no hay una buena comida sin la presencia de una refrescante “cocacolona”. ¡Buenos días!