‘Andy’ 2030 o la ventaja de llamarse Andrés Manuel
El pretexto fue el cierre de la primera gira nacional de la nueva dirigencia de Morena; el lugar, la emblemática Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, y el personaje que acaparó los reflectores fue uno: Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización del partido.
No es común que el hijo del ex Presidente Andrés Manuel López Obrador tome la palabra en una plaza pública; no lo hizo en la mayoría de las reuniones estatales organizadas por la dirigencia de Morena como parte de la primera gira de la nueva presidenta del partido, Luisa María Alcalde.
Pero en esta ocasión, ‘Andy’ (como se le conoce en Morena) decidió tomar el micrófono para hablarle a la militancia durante ocho minutos.
“Yo y mi familia seremos tabasqueños de nacimiento, pero nos consideramos chilangos por adopción y por convicción”, dijo López Beltrán, “esta ciudad nos dio todo y le debemos absolutamente todo; por eso le dedicaré mi vida y siempre lucharé por su bienestar, pero, sobre todo, por los más pobres, porque, como siempre nos enseñaron: amor con amor se paga”.
Palabras que fueron aplaudidas por los presentes en la asamblea sabatina, y que alientan el futurismo político:
¿Puede Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”, ser el candidato de Morena en 2030, ya sea para la Ciudad de México, o para la Presidencia de la República?
La ventaja de llamarse Andrés Manuel
A sus 38 años, y con apenas dos meses de trabajo partidista público y formal (su nombramiento como secretario de Organización de Morena comenzó el 1 de octubre pasado), Andrés Manuel López Beltrán corre con una ventaja obvia: ser hijo y llamarse igual que el líder fundador del partido-movimiento lo convierte en el personaje más aplaudido, más abrazado y más buscado para las “selfies”.
El sábado 7, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, mientras la militancia soportaba el mitin bajo un sol radiante, el solo anuncio de su llegada agitó el avispero. Cuando atravesaba la plaza para llegar al templete, en las pantallas y bocinas se trasmitía un discurso de su padre, que aún es ovacionado con fervor por los morenistas cada que se le menciona. A su alrededor, la gente se agolpaba para verlo de cerca, saludarlo, tocarlo, retratarlo.
Con esa aura heredada, López Beltrán acaparó el reflector, opacando a otras figuras del partido que tomaron la palabra: la propia Luisa Alcalde, presidenta nacional; Carolina Rangel, secretaria general; Héctor Díaz-Polanco, nuevo dirigente de Morena en la Ciudad, y el caricaturista Rafael Barajas, “El Fisgón”, director del Instituto de Formación Política de Morena.
La tarea de ‘Andy’
Reservado, sin redes sociales y absolutamente desconfiado de los medios de comunicación, al secretario de Organización de Morena le caracteriza el trabajo tras bambalinas. No suele ser quien dé la cara o se convierta en vocero del partido, pero sí se le atribuyen dotes como operador político.
Junto con su hermano José Ramón, ‘Andy’ fue uno de los responsables del seguimiento a la jornada electoral de 2018, en la que su padre ganó la Presidencia. Ambos hijos del ex Presidente son reconocidos en Morena por su participación en campañas electorales exitosas, principalmente en la Ciudad de México (Claudia Sheinbaum, 2018) y Estado de México (Delfina Gómez, 2023).
A José Ramón, la investigación periodística conocida como “La casa gris” lo alejó de la palestra y, por el momento, inhibió cualquier intento por ocupar cargos públicos en el gobierno o el partido.
Andrés Manuel, en cambio, decidió entrar de lleno a la política en septiembre pasado, durante el último mes del gobierno de su padre y en el marco de la renovación del Comité Ejecutivo Nacional de Morena.
Esto, pese a que lo rondan señalamientos por presuntos beneficios ilegales obtenidos por la finca El Rocío, la empresa familiar con la que los hijos de AMLO incursionaron en el negocio del chocolate.
No hay 2030 sin 2027
Ahora, ‘Andy’ tiene frente a sí una labor titánica que probablemente lo aleje de su vida empresarial, pues como secretario de Organización tiene la responsabilidad de cumplir dos de los objetivos trazados por Luisa María Alcalde.
- Consolidar la estructura del partido, con miles de comités seccionales distribuidos por todo el País.
- Hacer crecer la membresía partidista a los 10 millones de militantes; lo que implica multiplicar por cuatro la militancia actual, que según los datos más recientes del INE ascendía a 2 millones 322 mil afiliados en 2023.
La última reforma a los documentos básicos del partido Morena, aprobada por el INE hace unas semanas, convierte a la Secretaría de Organización en “la instancia responsable de las tareas de afiliación, credencialización, actualización y resguardo del Padrón Nacional de Protagonistas del Cambio Verdadero”.
La secretaría de “Andy” coordina las estructuras de las 32 entidades, las asambleas en más de 2 mil municipios y los llamados “comités de defensa de la transformación”.
Será una voz influyente en la definición de la estrategia electoral y el perfil de las candidaturas para las próximas elecciones. Es un gran poder, pero también una enorme responsabilidad.
Todo ello pone a López Beltrán en ruta hacia 2027, parada obligada antes del anhelado 2030, cuando se elegirán nuevamente la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
En realidad, 2027 será la prueba de fuego para la nueva dirigencia de Morena, que tratará de refrendar su amplia mayoría en la Cámara de Diputados, y ganar las 15 gubernaturas que estarán en juego.
Sólo si esa cita electoral es exitosa, “Andy” y quienes lo respaldan o quienes sueñan con una especie de regreso del padre a través del hijo, podrán aspirar a algo en 2030.