En Nicaragua persiguen a opositores al Gobierno. En México, también.
En Venezuela acosan a los críticos del régimen. En México, también.
En Cuba crucifican a periodistas incómodos. En México, también.
Encabezado por López Obrador y Claudia Sheinbaum -a quien AMLO pretende dejar como sucesora-, México sufre y enfrenta un vendaval autoritario que ha comenzado a minar nuestro sistema democrático construido durante los últimos 30 años. Es un asalto descarado contra la democracia mexicana.
Porque no es casualidad que este vendaval autoritario de AMLO, Sheinbaum y la autollamada Cuarta Transformación, haya estallado -al estilo de las viejas purgas soviéticas hoy reeditadas- en contra del instituto electoral, de políticos opositores y de periodistas e influencers críticos al desastre de Gobierno que encabeza López Obrador. Nada es casualidad.
¿Cuál es el objetivo supremo de AMLO, Sheinbaum y camaradas?
Robarse, al precio que sea, la elección presidencial del 2024. Desde ahora. Sin importar el aniquilamiento de una democracia que nos ha costado, a todos, construir y que, con sus omisiones y altibajos, ha sido garante del funcionamiento político-democrático-electoral durante casi tres décadas.
Y esa intención malsana de AMLO, Sheinbaum y compañía, no la podemos permitir. No debemos dejar que se roben la Presidencia en 2024.
Al costo que sea.
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¿Es casual la embestida contra el INE, Ricardo Anaya, Sandra Cuevas, Loret de Mola y hasta Chumel Torres (no es defender al personaje, sino el mensaje autoritario que se envía)? ¡Por supuesto que no! Ni es coincidencia ni es casualidad.
Y el mensaje dictatorial que se manda, es:
A todos aquellos que obstaculicen a la 4T, ya sean institutos electorales, opositores políticos al régimen gobernante, al proyecto socializante, periodistas críticos que exhiban la corrupción obradorista y hasta influencers en redes sociales, hay que atacarlos desde Palacio Nacional, acosarlos, hostigarlos y exhibirlos como “traidores a la patria” (un término que AMLO le copió a Bartlett), para que no impidan el robo de la elección presidencial en 2024.
¿Por qué quieren AMLO, Sheinbaum y la 4T juicio político contra el presidente del INE, Lorenzo Córdova, y contra el Consejero Ciro Murayama? Porque, a querer o no, ambos han obligado a AMLO y compañía a respetar la Constitución y las leyes electorales. Han sido contrapesos, y eso enfurece al autoritario. El tabasqueño quisiera que tanto Córdova como Murayama fueran lacayos, pero no es así. López Obrador los quiere fuera, desde ahora, con el propósito de controlar o desaparecer al INE rumbo a la próxima presidencial, y que desde Palacio Nacional se controle la elección del 2024. ¿Pruebas? “Morena está a favor de que las funciones que hoy hace el INE, regresen a la Secretaría de Gobernación”, pidió el ex representante morenista ante el Instituto y actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna. Es decir: quieren volver a elecciones de Estado, controladas por el Gobierno, y eso no lo podemos permitir. Sería el tiro de gracia a la democracia mexicana.
¿Por qué quieren meter a la cárcel a Ricardo Anaya cuando se ha demostrado, incluso desde EU, que no hay pruebas sólidas en su contra por el caso Odebrecht? Porque Anaya les sigue preocupando en Palacio Nacional. AMLO no quiere que, por ningún motivo, el panista vuelva a ser candidato a la Presidencia. Sabe que si Anaya se enfrenta a Sheinbaum en un debate, la haría pedazos. Y por ello López Obrador lo quiere tras las rejas y le inventa acusaciones sólo dichas por ese pillo certificado llamado Emilio Lozoya. Pretender hundir a Anaya de esta manera, es un ataque a la democracia.
¿Por qué se destituyó a Sandra Cuevas como Alcaldesa de la Cuauhtémoc? Porque es venganza política de AMLO y Sheinbaum tras la contundente derrota de Morena en la Ciudad de México, en las urnas, en la pasada elección intermedia. Hoy, Sheinbaum y la 4T buscan inutilizar a opositores rumbo al 2024. La elegida fue Cuevas. Y amenazan también a Lía Limón, que arrasó en Álvaro Obregón. “La próxima puedo ser yo”, alerta Lía. La represión política contra opositores es feroz y abierta. Sheinbaum -lorita de todo lo que dice AMLO-, toma el camino de la antidemocracia para eliminar a opositores. Sí, como en Nicaragua. ¿Pruebas? A Cuevas se le despojó de un cargo de elección popular por el supuesto robo de un radio y dos cargadores. A Delfina Gómez, el TEPJF le comprobó que robó parte de sus salarios a trabajadores para dárselos a Morena en campaña. Delfina es una delincuente electoral certificada. Pero como ya sabemos que AMLO perdona a delincuentes, no le aplican la ley.
¿Por qué AMLO ataca un día sí y otro también a Carlos Loret de Mola, el periodista que ha exhibido con pruebas la corrupción galopante de la familia presidencial y de colaboradores cercanos al Presidente, así como de su Gobierno? Porque AMLO es enemigo de la libertad de prensa y no concibe, en su silvestre entendimiento, que la prensa libre y crítica debe ejercerse sin importar nombres o partidos en el poder presidencial. Loret ha hecho bien su trabajo y por ello, en un ejercicio abusivo, vulgar, riesgoso y condenable, AMLO le dedica horas a atacarlo. Para López Obrador, la buena prensa es la que le aplaude. La mala prensa, es la que lo critica. Ese es el punto.
¿Por qué se denuncia penalmente a un influencer como Chumel Torres? Porque es crítico de AMLO, Sheinbaum y de la 4T. Podrá gustarnos o no lo que dice Chumel, pero intentar enviarlo a prisión por lo que dice y piensa, es un atentado a la libertad de expresión, a los derechos humanos y a la democracia. Es un rasgo de dictaduras.
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El ataque de AMLO, Sheinbaum y la 4T contra la democracia, es directa y abierta: van contra todo aquello que les estorbe en su intentona de robarse la próxima elección presidencial, aunque ello signifique la muerte de la democracia mexicana.
Y eso no lo deben permitir quienes buscan democracia permanente.
Se debe impedir la implantación de una dictadura en México.
Como sea. Al precio que sea.
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