En la comparecencia mañanera del pasado 7 de junio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo público que en el futuro, ya que termine su mandato, solo intervendrá en la vida política en dos circunstancias: si se lo pide la Presidenta Claudia Sheinbaum, que asume su cargo el 1 de octubre, y para hacer valer su “derecho a disentir”.
Habrá que ver si la Presidenta le otorga algún cargo en su gobierno a su antecesor, como se acostumbró en época de los presidentes de la República emanados del PRI. Eso implicaría que no se fuera a vivir a La Chingada, su rancho en Chiapas cercano a Palenque, pero por ahora no hay nada que indique que tendrá algún nombramiento.
¿Cómo entender su derecho a disentir? Existen dos posibilidades. La primera es que cada vez que algún crítico o dirigente de la Oposición haga declaraciones con las que no esté de acuerdo o no le gusten, reaccione. Podría ser, es una posibilidad en una persona que es absolutamente refractaria a toda crítica, pero ahora no se ve que éste sea el sentido de hacer valer su derecho a disentir.
La segunda manera de entenderlo es que se reserva este derecho para manifestar su opinión cada vez que no esté de acuerdo con lo que dice o hace la Presidenta, que por años ha sido su protegida.
Esta, que suena a una advertencia o una franca amenaza para quien asume el poder el 1 de octubre, parece ser el sentido de ejercer su derecho a disentir.
El Presidente, a dos meses de abandonar su cargo, ha dejado muy claro, incluso a detalles, qué quiere que la Presidenta haga en los próximos seis años de su gestión.
Ha trazado una ruta, que inicia con la aprobación todavía en su gestión, de todas sus iniciativas de ley por el próximo Congreso, donde Morena tiene la mayoría. Sigue la discusión en torno a la sobrerrepresentación.
En los círculos cercanos de la Presidenta electa se sabe que el Presidente le ha impuesto nombramientos de secretarios, que ésta ha tenido, sin más, que aceptar.
A lo largo de su vida política, Claudia Sheinbaum ha sido absolutamente fiel a los mandatos de López Obrador y lo fue también como candidata y ahora como Presidenta electa.
La espada de Damocles que saca el Presidente habrá de estar sobre la cabeza de la nueva Presidenta desde el primer minuto que asuma su cargo.
Cada vez que la Presidenta diga o realice algo que no guste a López Obrador, éste, desde La Chingada, va a reaccionar haciendo uso de su derecho a disentir.
La candidata electa ha dicho que en su gobierno habrá de continuar el proyecto trazado por el Presidente y que no dará un paso atrás.
Esto garantiza al Mandatario saliente que nunca tendrá que hacer uso de su derecho a disentir. En un sexenio pueden pasar muchas cosas. Habrá que ver.
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@RubenAguilar
Animal Político / @Pajaropolitico