El regreso y desistimiento a su curul de Américo Villarreal, como Gobernador electo de Tamaulipas, trae a la memoria su paso por las tierras sinaloenses donde fungió como delegado de Morena en unos comicios concurrentes marcados por la incursión en ellos del crimen organizado.
Su regreso apresurado a la Cámara Alta fue buscando el fuero constitucional para evitar ser detenido por la Fiscalía General de Tamaulipas que lo acusaba, entre otros delitos, de vínculos con el crimen organizado, pero, algo pasó, de manera que le dieron seguridad y desistió para dedicarse a las tareas de sucesión luego de que el TEPJF por unanimidad resolvió a su favor.
Y es que mire estimado lector, la semana pasada, el periodista Héctor de Mauleón publicó un artículo en el diario El Universal donde exhibe a Américo Villarreal a través de presuntos cables confidenciales (top secret) de la Embajada de los Estados Unidos que vincularían al político con el Cártel del Noroeste y esa información que fue desmentida por el Embajador Ken Salazar, lo que resultaba lógico siendo Embajador, ¿cómo podría decir lo contrario un diplomático?, De Mauleón dio un paso atrás y pide disculpas dejando un escueto: “¿Me equivoqué? ¿Me engañaron? Ya se verá”.
Así, también, fue la negativa de Ken Salazar sobre la intervención de la DEA en la detención del prófugo Rafael Caro Quintero contradiciendo lo dicho por Anne Milgram, la titular de esa agencia antidrogas estadounidense, quien llegó no solo a reconocerlo sino izó bandera y felicitó a sus agentes que habrían participado en esa acción conjunta de ambos gobiernos.
Hay sombras todavía acerca de los motivos que trajeron por unas horas a Antony Blinken, el Secretario de Estado estadounidense, a Palacio Nacional el pasado 11 de septiembre y eso ha despertado especulaciones, incluso el diario El Universal tituló uno de sus editoriales con un alarmante: “Le leyeron la cartilla a López Obrador en visita de Blinken”.
Si ocurrió, bien podría haber sido por temas económicos o sociales que empañan la relación, pero, sería extraño que estuviera fuera el tema del avance del crimen organizado en la frontera norte que ha llevado a Greg Abbot, el Gobernador de Texas, a clasificarlo como “terrorista” y congruente con su dicho, el republicano, exigió que se les trate como tales por los miles de muertos que existen en su país por el consumo de drogas de diseño en especial el fentanilo.
Entonces, no han faltado quienes hayan visto que el caso de Américo Villarreal sea el llamado estadounidense para corregir la política de “abrazos, no balazos” y la oportunidad del Presidente López Obrador, para brindar una respuesta oportuna al gobierno estadounidense, es decir, que si Américo Villarreal está comprometido con el Cártel del Noroeste y se le deja asumir el cargo la situación permanecería igual y si ocurre lo contrario, podría interpretarse como que las cosas empezaran a cambiar.
Las elecciones concurrentes de 2021 no hay que olvidar que, de sur a norte, de este a oeste, estuvieron marcadas por la intervención del crimen organizado y dejó más cien asesinatos del entorno político y Morena arrasó en varios estados y en especial, a todo lo largo de la costa del Pacífico, con excepción de Jalisco, donde el partido Movimiento Ciudadano, conservó su influencia tanto en el Legislativo como en la mayoría de las alcaldías.
En Sinaloa, desde el inicio de las campañas electorales, precandidatos y luego candidatos opositores sufrieron intimidación y agresiones, se montaron operativos de persuasión de votantes sobre todo en comunidades rurales y colonias populares, secuestro de operadores políticos, compra de votos y robo de urnas, incluso, después de las elecciones constitucionales, el asesinato de dos operadores políticos de Morena en el municipio de Sinaloa.
Se dijo en aquel momento que fueron dos organizaciones criminales las que operaron en los distintos municipios y su objetivo, no pudo ser otro, que ganaran ciertos candidatos a cargos de elección popular.
¿Qué papel realizó Américo Villarreal en Sinaloa? No está claro. Hay quienes dicen que fue el verdadero coordinador de la campaña de Rubén Rocha Moya y otros, afirman, que fue el operador de la elección de Gobernador, que no es lo mismo, un coordinador de campaña lleva la agenda y vigila que todos los actos de campaña se realicen exitosamente mientras un operador tiene otra responsabilidad con actores que pueden generar recursos y votos.
Cualquiera que haya sido su papel, no es como le dice un joven periodista de Radio Fórmula Sinaloa en una entrevista que brinda a Ciro Gómez Leyva, y que califica a Villarreal de ser un “operador gris” y como lo dijo, por la escasa evidencia mediática, si no tenía una tarea que era sacar adelante lo que hoy tenemos como representación política en el estado y en la Cámara de Diputados.
Es indiscutible que ha habido narco elecciones desde que estas se volvieron competidas y existe incertidumbre sobre los resultados, y eso ha costado cientos de vidas del entorno político.
En Sinaloa basta recapitular las elecciones locales de 2004, 2010, 2016 y, por supuesto en 2021, por lo que tratar de desmentir la realidad es un ejercicio vano y lo peor, que, al construir esa narrativa, lo único que se hace es no combatir al narco y llevarla al terreno de una coexistencia con altos costos para la sociedad.
Y como testimonio tenemos el del Senador Mario Zamora, ex candidato a Gobernador por la coalición “Va por México”, en una entrevista que concedió días después al periodista Ciro Gómez Leyva y detalla lo que vivió él y su equipo. Llevando a interponer una denuncia ante la Fiscalía del Estado a través de un abogado del CEN del PRI porque en “Sinaloa no hay abogado que se atreva a hacerlo” y, claro, esa denuncia a más de un año de presentada duerme y dormirá el sueño de los justos.
En definitiva, estamos en una atmósfera política cargada de crimen organizado y cualquier denuncia contra esta anomía de nuestro sistema político no tiene futuro y eso explica, la andanada oficial o paraoficial en contra del periodismo que se atreve a denunciar lo que no está en el relato oficial y eso, cuando viene de personas que en otro tiempo cuestionaron las incursiones del crimen, nos lleva a la conclusión de que estamos en una escena donde la política llega a ser un ejercicio de cínicos y ciegos.
Y lo peor, es la fanaticada de a pie que ronda descalza en las redes sociales y atacan con su arsenal de denuestos a quienes se salen del relato oficial.