Algo de oxígeno para el PRI en Sinaloa. Presidirá Mesa Directiva del Congreso

OBSERVATORIO
17/08/2022 04:18
    En las democracias consolidadas la vigilancia e injerencia de los ciudadanos, ya sea de manera directa o a través de la representación popular, contribuyen a inhibir los desplantes y tentaciones de gobernantes que con unanimidades elogiosas a su favor sucumben en el autoritarismo. El PRI debe recuperar esa función en un marco donde el jefe del Ejecutivo estatal no da señales de intolerancia y egocentrismo.

    Todo parece estar “planchado” para que el Partido Revolucionario Institucional presida la Mesa Directiva del segundo año de los trabajos de la 64 Legislatura del Congreso del Estado, significando ello una burbuja de aire para un PRI que respira con dificultades en la atmósfera política que en Sinaloa domina por completo el Movimiento Regeneración Nacional. Sin ánimo de caer en ingenuidades cabe la pregunta de cómo incidirá en el gobierno de Rubén Rocha Moya este cambio de colores en la palestra parlamentaria.

    Al PRI le falta casi mes y medio para dirimir internamente quién de sus diputados presidirá la Mesa Directiva, aunque ello será como día de campo. Lo complejo será determinar las estrategias, relaciones y distancias en el trato con Rocha Moya, el Gobernador que pide a gritos que el Congreso le ayude a calibrar las políticas públicas y recibe en cambio la docilidad de la Cámara que ni siquiera se anima a tocarlo con la suavidad de una amonestación.

    Es posible que la conducción de la Cámara recaiga en una mujer, por respeto al principio de paridad de género y porque al Diputado Ricardo Madrid Pérez la ley interior le impide acceder al cargo por ser coordinador de bancada. Al terminar el plazo en que el Partido Sinaloense encabezó la Mesa Directiva con Gene René Bojórquez Ruiz al mando, suenan fuerte los nombres de Cinthia Valenzuela Langarica, actual dirigente del PRI en Sinaloa, o la experimentada Gloria Himelda Félix Niebla que ya tuvo esa responsabilidad en la anterior legislatura.

    Por lo demás, es cuestión de equilibrios que el PRI tenga la presidencia de la Mesa Directiva. De acuerdo a la composición de su bancada, con ocho diputados, representa la segunda fuerza política en el Congreso y el PAS, antes empatado en cuanto a número de asambleístas, ha sido disminuido a cinco. No habría mayor objeción, Morena no puede presidir simultáneamente la Mesa Directiva y la Junta de Coordinación Política y las demás siglas (PAN, MC, PT y sin partido) tienen composiciones marginales con una sola curul para cada cual.

    Al no haber obstáculos en el traslado de la dirección de la Mesa Directiva la reflexión debe transitar rápido a lo que representa para el PRI la suerte de ocupar dicha posición en medio de las crisis domésticas de tipo programática, moral, militante y de confianza que enfrenta en los contextos nacional y estatal. Pese a todo es un partido sobreviviente en la escala de las resistencias porque después de Morena, que gobierna, sería la indispensable oposición si es que decidiera jugar ese rol.

    Pero a los priistas sinaloenses, sobre todo a los cuadros que con cierto bochorno dan la cara entre las ruinas del partido, les urge alguna paternidad política que no tienen dentro de la organización tricolor pues al contrario su dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, les da trato de correligionarios no deseados. La verdad es que el Gobernador Rubén Rocha Moya y el presidente de la Jucopo, Feliciano Castro Meléndrez, tratan de hacerles llevadero ese sentimiento de orfandad partidaria.

    O la otra opción sería administrar esa abundancia de cortesía política que la fracción priista en el Congreso le ha mostrado a Rocha. El caso más reciente es la indulgencia que mostró la 64 Legislatura en la coyuntura en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación consideró que el Mandatario incurrió en desobediencia de la veda electoral establecida para el proceso de revocación o ratificación del mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador. En ese momento el PRI pudo desempeñar un papel menos condescendiente.

    Es que los contrapesos sí pueden funcionar sin convertirse necesariamente en obstaculizadores de las buenas acciones del Gobernador ni tampoco caer en la divergencia bufonesca cuyo mejor oponente es “Alito” en el ámbito nacional. En las democracias consolidadas la vigilancia e injerencia de los ciudadanos, ya sea de manera directa o a través de la representación popular, contribuyen a inhibir los desplantes y tentaciones de gobernantes que con unanimidades elogiosas a su favor sucumben en el autoritarismo. El PRI debe recuperar esa función en un marco donde el jefe del Ejecutivo estatal no da señales de intolerancia y egocentrismo.

    Y la oportunidad ideal para ser oposición responsable se le presenta al PRI ahora que presidirá la Mesa Directiva del Congreso del Estado. Por adelantado hay que advertirle lo patético y aburrido que sería el hecho de volverlo a presenciar sumiso y tan bien portadito a sabiendas de que los equilibrios políticos implementados adecuadamente ofrecen a los partidos el dinamismo que la ciudadanía desea ver en ellos. Llegó pues el tiempo en que el Revolucionario Institucional puede recibir el soplo de credibilidad que lo certifique vivo o el último marrazo de inviabilidad que lo confirme difunto.

    Reverso

    El PRI, para que resista,

    Debe colgarse de la brocha,

    Que le ofrece Rubén Rocha,

    Su principal rescatista.

    El último que queda

    La dirigencia del Partido Acción Nacional en Sinaloa eligió entre estar sola o mal acompañada al debatir si expulsaba del PAN a Adolfo Rojo Montoya por aceptarle a Gobernador Rubén Rocha el puesto de Director de Turismo en la Región Centro. Claro que dejar en paz al “Popo” fue la mejor decisión tomada cuando el horno azul no está para bollos y la cuestión a resolver derivó en cómo se sentiría la dirigente Roxana Rubio en la terrible soledad de ser ella la líder y la única militante al mismo tiempo. Que se quede Rojo al menos para que haya alguien al que le toque cerrar la puerta cuando la desbandada en el albiazul sigue incontenible.