Las alas son vehículo para volar hacia territorios de confianza, atrevimiento y autodeterminación, como señaló Pablo Neruda en su poema El vuelo: “el pájaro atraviesa la transparencia, sin manchar el día... flecha y flor es el pájaro en su vuelo y en la luz se reúnen sus alas con el aire y la pureza... sólo las alas huyen de la muerte... el hombre anda perdido, si no vuela no puede comprender la transparencia... aprendí de las aves la sedienta esperanza, la certidumbre y la verdad del vuelo”.
Las alas son vehículo de libertad; por eso, el compositor Arturo Márquez, alentado por su hija Lily, quien escribió unas letras para rendir homenaje a la paquistaní, Malala Yousafzai, galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2014, tras sufrir un atentado el 9 de octubre de 2012, cuando tenía 15 años, debido a su lucha por la defensa a que las mujeres estudiaran. Así se convirtió en la persona más joven en recibir ese galardón mundial en cualquiera de sus categorías.
Por eso, Márquez compuso una obra que tituló “Alas (a Malala”), la cual fue interpretada el sábado 26 por la OSSLA, acompañada por varias agrupaciones del ISIC, como la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Escuela Superior de Música, los coros juveniles y juveniles, así como el Coro de la Ópera de Sinaloa, todos bajo la dirección del maestro Eduardo García Barrios.
Fue muy gratificante escuchar esta fabulosa interpretación, al constatar que los niños y jóvenes alternaron precisos y desenvueltos junto a los experimentados músicos de la OSSLA.
Previamente, la orquesta ejecutó Sobre las olas, de Juventino Rosas; Brisas de Mocorito, de Alberto Alvarado; Danza Ritual del Fuego, de Manuel de Falla; Huapango, de Pablo Moncayo, y Danzón No. 2, de Arturo Márquez.
¿Vuelo con libertad?
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