Qué pretenden con la denostación permanente en contra de todo, el INE, los servidores públicos, el Judicial, los medios, la sociedad civil

    Ofender, humillar, eso busca el insulto. Pero ¿qué pueden esperar los gobernantes que insultan? No el respeto de los ofendidos.

    “Termino con los oncológicos por el interés válido, desde luego, pero exagerado y utilizado con otros fines...” Habla el Secretario de Salud, máxima autoridad en ese ámbito. Se refiere a los padres de los niños con cáncer. Desde hace más de un año claman, exigen los medicamentos. Debemos imaginar el dolor de esos padres. Pero, por lo visto el Secretario, no lo intenta. Eso sí, por lo menos les reconoció “el interés válido”. Sólo faltaba que se los negara. Pero de inmediato fue a la descalificación moral: exagerados, politiqueros baratos con otros fines. O sea, sí son padres de niños que padecen ese horror, sí tienen un “interés válido”, pero los guía una motivación maléfica: torcer la lectura política. En esa visión los padres se levantan, ven a sus criaturas destrozadas, sin los tratamientos, sufriendo y en lo primero que piensan es en cómo dañar a la 4T usando a sus hijos. Serían muy perversos. Vaya insulto.

    Pero no fue una excepción, se trata de la tónica general del gobierno: insultar. “...México carece de servidores públicos honestos, por ello persiste el grave problema de la corrupción...”. Habla el Secretario de Marina. Pero los marinos son servidores públicos, ¿acaso pertenecen a otra casta? Por ello “tanto en la Defensa Nacional como en la Marina se forman jóvenes, hombres y mujeres, con valores, principios y ética profesional para mantener una conducta adecuada donde se haga a un lado la corrupción... creamos servidores públicos con valores, desde el general hasta el último soldado, y del almirante hasta el último marinero”. Como regla general no hay honestidad en los servidores públicos, eso propaga la corrupción. Los servidores públicos -vengan de donde vengan- se corrompen. Pero sí hay servidores honestos, son aquellos formados en las FFAA. Alguna sugerencia, quizá desplazar a los civiles corruptos con puros elementos militares formados en la isla de rectitud de las FFAA.

    No Almirante, sin duda en México ha habido corrupción, que hoy sirve a la 4T para invocar una total oscuridad que desvirtúa nuestra historia. Pero también hubo servidores públicos honestos, profesionales que construyeron el México que ustedes heredaron y hoy destruyen. Es una larga lista. Un pasado con problemas, por supuesto, pero con instituciones -como la que usted encabeza- y que debemos respetar. Usted reconoce que también al interior de las FFAA se dan casos, “tenemos jóvenes que salen y toman otro rumbo, pero son castigados”. Luego no hay cotos de pureza y lo que procede es el “castigo”, mejor dicho, la aplicación de la ley. En mayo pasado usted dio otro adelanto de su visión “...parece que el enemigo lo tenemos dentro del Poder Judicial y tenemos que cerrar bien ese círculo para poder llevar a cabo la detención”. Tesis: la violencia no cesa porque en el Judicial -así en general- hay cómplices. Las generalizaciones insultan. Los índices de letalidad que registra la Marina muestran que hay marinos asesinos, pero no por ello se puede descalificar a todo un brazo armado. La tesis es una barbaridad: los jueces son corruptos, luego los marinos son asesinos.

    Pero la tónica la marca su jefe, el Presidente: “El Poder Judicial está podrido”, así en general. Qué ocurriría si desde el Judicial se afirmara que el Ejecutivo -en general- está podrido. Y siguió denostando al otro poder: echado a perder, invadido de nepotismo, “aburguesado”.

    Qué pretenden con la denostación permanente en contra de todo, el INE, los servidores públicos, el Judicial, los medios, la sociedad civil. Acaso preparar el terreno para descabezar al INE y al Judicial para que así nos gobiernen los autoproclamados puros. Entonces México va al patíbulo moral de la 4T. ¿Será?

    La realidad se impone: más violencia, pobreza, injusticia, corrupción. Ese será su legado. No debemos acostumbrarnos al insulto. Respetémonos.