AMLO llegó a la mitad del camino y Quirino a su final. López Obrador rindió su tercer informe el 1 de septiembre. Ordaz Coppel entregará su quinto y último, el próximo 5 de este mes patrio.
Quirino supo hacer migas, es decir, supo hacer política para tener buenas y provechosas relaciones tanto con Peña Nieto como con López Obrador, quizá como ningún otro Gobernador priista. Algunos pensábamos que el hijo del arquitecto Ordaz Luna era un tecnócrata sin perfil político. Y, bueno, no pudo forjar los candidatos que quería para Mazatlán y el estado para las pasadas elecciones, porque Pucheta y Zamora supieron imponerse, pero ha demostrado tener oficio. Tan es así, que, además de la tersa relación que tejió con el mexiquense y el tabasqueño, ha sabido construirla con Rubén Rocha Moya, aunque el hijo predilecto de Batequitas ha puesto mucho de su parte.
El estilo quirinista le permitió atraer cuantiosos financiamientos que beneficiaron a Sinaloa y más particularmente a Mazatlán. Lo cual, sin duda, influyó para que, año tras año hasta llegar al fin de su administración, fuera uno de los mandatarios estatales mejor evaluados del País.
Con el tiempo y más información sabremos con mayor claridad que cuentas entrega Quirino Ordaz Coppel. Por lo pronto, no hay muchas denuncias sobre malos manejos de los recursos públicos, salvo en el excesivo gasto en propaganda y publicidad gubernamental que fue más allá de la legalmente permitida por el presupuesto público.
Por cierto, los políticos, sobre todo los que gobiernan, por lo general gastan mucho en los medios para propagar una imagen positiva de su gestión que repercuta a futuro en su carrera política; pero en este caso, si Quirino, como él ha dicho, no tiene interés en incursionar en la administración pública federal, y su buena calificación, en la que contribuyó, por supuesto, el abundante gasto en propaganda gubernamental, no ayudó en lo más mínimo a que Mario Zamora y el PRI obtuvieran buenos resultados electorales, entonces uno se pregunta ¿para qué tanto gasto en medios?
Desde que se iniciaron los encuentros de Ordaz Coppel y López Obrador como gobernantes, especulé -confieso- que Quirino quizá se proponía obtener una buena calificación como gobernante para situarse como un priista de primera línea nacional, aunque los tiempos no le ayudaran, para el 2024; o que, en otro escenario, buscaba mantener una estrecha relación con López Obrador para ser invitado en el momento indicado al gabinete presidencial en la Secretaría de Turismo, o a un alto cargo en una área financiera de otra secretaría.
El Gobernador ha dicho que no, que se retira a sus actividades privadas, pero un buen político suele negar u ocultar lo que pretende. Y, bueno, por lo que hemos visto Quirino aprendió a hacer política entre los atlacomulquenses, uno de los grupos políticos priistas de más largo colmillo.
Y si Quirino llega a su fin como Gobernador, Andrés Manuel llega a la mitad del camino.
El macuspeño, ya sabemos, tiene una visión del mundo muy singular y compleja, difícil de descifrar para sus críticos, a tal grado de que lo reprueban en todo, mientras que las mayorías populares y sus creyentes ideológicos lo siguen respaldando sólidamente. Estas no se complican mucho la vida para aprobarlo mientras sigan siendo beneficiarios de los programas sociales y les sigan gustando las mañaneras y su estilo peleonero y burlón.
Pareciera que hubiera dos realidades en México: la que ven los intelectuales, empresarios y políticos opositores, así como los ciudadanos discordantes, que son menos; y la que ven pocos empresarios afines, AMLO, intelectuales de izquierda, no todos, sus aliados políticos y las mayorías ciudadanas.
En su Tercer Informe, el Presidente solo ve avances y la construcción de un nuevo régimen, y los opositores solo contemplan pérdidas y retrocesos. Y, como dice muy bien Zepeda Paterson en estas mismas páginas, los logros macroeconómicos que presume el inquilino de Palacio Nacional bien los podría haber suscrito el director del FMI, Enrique Videgaray o José Antonio Meade:
“Apertura a la integración con Estados Unidos, equilibrio en las finanzas públicas, aversión al endeudamiento, control de la inflación, mejoramiento de la recaudación fiscal sin aumento de impuestos, fortalecimiento de la moneda sin intervención viciada del banco central. En su Informe, el Presidente presumió récords históricos en materia de estabilidad del peso, reservas internacionales, control de deuda pública, inversión extranjera y otros indicadores”.
Es decir, AMLO, por más que lo critiquen de nacionalista o izquierdista trasnochado, ha mantenido fielmente varias de las tesis más importantes de la ortodoxia económica neoliberal, como las mencionadas. Quizá por eso dijo en el informe a sus críticos: “tomen para que aprendan”.
Pues sí, la 4T en el terreno de las políticas sociales y económicas es una rara mezcla de asistencialismo y neoliberalismo. Quizá la definición más precisa es que el programa de AMLO está definido por neoliberalismo asistencialista, como lo escribió Armando Martínez Verdugo, un viejo dirigente de la izquierda subterránea mexicana.
Al margen del comentario que hago sobre Quirino Ordaz, desde la Universidad Tecnológica de Escuinapa queremos agradecerle su inmediata respuesta a dos peticiones que le hicimos para que el nuevo edificio de la institución pudiera funcionar después de ser semiabandonado por el gobierno anterior. Su intervención expedita ha beneficiado a cientos de estudiantes de bajos recursos de dos municipios y permitió que la UTESC se consolidara y se convirtiera en un referente obligado de la educación superior y la sociedad del sur de Sinaloa.