Al estilo PRI eligen a Merary Villegas. La izquierda domesticada de Sinaloa
Por demasiado terso, el Congreso Estatal que el domingo eligió a Merary Villegas Sánchez como dirigente del Movimiento Regeneración Nacional en Sinaloa parece ser más un trámite de urgente y obvia resolución que el parteaguas de la izquierda sinaloense frente al futuro y la estructuración de la fuerza política que hoy es la más importante en el estado y el País. Si así nace Morena, sin emociones ni el ímpetu que le corresponde a aquello que apenas germina, que nadie le atribuya vida propia.
El viejo procedimiento aplicado a lo “nuevo” constituye la oda perfecta a los tiempos en los que el PRI, en el nombre de la unidad interna, desactivó la inclusión, participación y buena lid con la magia del candidato único a los órganos de dirección. Todos quietos para reimplantar el método de la democracia arreglada, a la medida de una persona e impuesta como camisa de fuerza a los demás, sin respingos ni sonrojos. La democracia amaestrada, ni más ni menos.
También, aunque sea en apariencia, el ganón por la unción de Merary Villegas es el grupo político que encabeza en el sur el Alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres, no obstante que la electa líder de Morena proclama el respaldo absoluto a los gobiernos de Rubén Rocha Moya en Sinaloa y de Andrés Manuel López Obrador en México. A ello se deben el júbilo de “El Químico” y el moderado optimismo del Gobernador que se reduce al “tiene méritos”.
Será el sereno, pero se ve y se siente que el espíritu de la vieja izquierda, la que a cada decisión tomada le imprimía el sentimiento de lucha social frente a los gobiernos y los poderosos, es copado por conversiones convenencieras hacia lo cómodo, lo material y lo insubstancial. En tres días, contados a partir de que Villegas Sánchez pidió licencia a la Cámara de Diputados, se resolvió por la vía relámpago un asunto que requería del involucramiento de más liderazgos morenistas.
Así, sin el contraste con otras posibilidades, al estilo de “dedazo” disfrazado de consenso, se le da pauta a la percepción de que tanta unanimidad resulta sospechosa. Poco o nada importa el pasado, el ahora y el futuro de la izquierda; lo fundamental está en olvidarse de las viejas pretensiones justicieras, de sacrificios y convicciones, para percatarse de que ahora hay un botín por repartir, seductor y remunerativo.
Lejos de la bulliciosa complejidad de la otrora izquierda, que hacía difícil de organizar hasta una kermés para recaudar fondos, no parecen tener razón de ser los cónclaves que lo solucionan todo en una tertulia de camaradas. Sí, hay en el discurso la intención de “ser muy respetuosos de los diversos pensamientos que hay, pero siempre caminando con un solo punto y objetivo político que es pues buscar el bienestar, la justicia social, para todos los sinaloenses y mexicanos”, ¿pero acaso no fueron durante décadas esos mismos propósitos el catálogo de deseos del priismo?
Sobran los triunfalismos y faltan las definiciones. ¿Cuál es el proyecto para Sinaloa? ¿Qué ganan los morenistas auténticos al ser dirigidos por la ex Diputada federal? ¿Cómo se hará Morena de estructura de tierra que le evite pedirle prestados a otros partidos los correligionarios que no tiene? ¿Será factor de piso parejo ante los perfiles que buscan suceder a López Obrador en la Presidencia? ¿Marcará distancia de los gobiernos que emanaron de sus siglas para privilegiar la cercanía con las bases? ¿Tendrá el Gobernador Rocha de aliado al partido que le hace falta desde la elección en la cual ganó el cargo?
Y si de lucha social se trata, por supuesto que Villegas Sánchez ni la camarilla que celebra la victoria intramuros traen en la sangre la auténtica pasión del movimiento liberal que en los ochenta llevó a Rocha Moya a ocupar una curul del Congreso del Estado para el Partido Socialista Unificado de México, o de aquel Partido de la Revolución Democrática que en 1998 lo postuló a Gobernador como emblema de los oprimidos más que como posibilidad de triunfo.
Pero la izquierda sinaloense no siempre fue así. Fraguada en movimientos a ras de la guerrilla, era de limitaciones y valores humanos, las doctrinas se abrazaban sin que mediara el pago o la aspiración a candidatura alguna. Después de un largo andar por el campo minado de lo que antes significaba ser disidencia, en la actualidad representa la militancia lúdica con el aliciente de la prerrogativa ofrecida.
De esa solidaridad con los marginados y de aquella adrenalina de la insubordinación queda muy poco. A la designación de Villegas Sánchez como primera presidenta de Morena instalada en Sinaloa con todas las formalidades posibles, le hizo falta la vorágine intrínseca de la izquierda donde nada se da por establecido hasta que las bases cubren el complicado protocolo de la legitimación. No así, en la encerrona de los sumisos, con la avenencia total que alimenta desconfianzas.
En elegir líder de Morena,
La forma resultó poco fina,
Pudiéndola hacer más amena,
Al rifar el cargo en cundina.
Regresó Alfonso Ramírez Cuéllar para promover a Claudia Sheinbaum como aspirante a la Presidencia de la República, lo cual significa que si hoy se tuviera que definir en Sinaloa la postulación, sería entre la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien le ha encargado al Partido Sinaloense el trabajo de campaña anticipada. ¿Y los promotores de Marcelo Ebrard cuándo se pondrán las pilas aquí? La verdad es que este juego con las “corcholatas” de AMLO todavía no motiva a la gente y tal vez sea porque se desconoce a quién le apostará Rubén Rocha Moya. ¿O tal vez el Gobernador ya sabe quién será el bueno?