La serie “Adolescencia” de Netflix ha causado revuelo mundial debido a la sensible temática que aborda y a la manera magistral en que la presenta. Esto se debe a que pone en la mesa de discusión un tema fundamental para todas las sociedades: la educación de los adolescentes. Educación entendida no sólo desde lo académico, sino también desde la formación como ciudadanos responsables y respetuosos de las leyes.
Es inevitable formar una opinión sobre este tema, ya que todos interactuamos con adolescentes en distintos niveles, ya sea como padres, hijos, tíos, hermanos, familiares cercanos o amigos.
En esta ocasión no buscamos abordar elementos cinematográficos ni psicológicos en torno a la mente criminal del asesino juvenil, sino enfocarnos en un análisis más profundo del papel académico en la formación adolescente, un aspecto tratado superficialmente en la serie.
La producción de Netflix narra en cuatro episodios el impacto de un asesinato cometido por un joven de 13 años contra una compañera de su misma edad. Cada episodio explora momentos claves: primero, el día de la detención del menor; segundo, el contexto escolar y social del joven; tercero, la entrevista con una psicóloga penitenciaria que revela el lado oscuro del niño; y finalmente, las consecuencias negativas del crimen sobre su familia.
El fenómeno de los ataques juveniles con armas blancas adquiere relevancia particular en países como el Reino Unido, debido a numerosos casos similares. En Sinaloa enfrentamos nuestros propios desafíos, relacionados con la narcocultura que permea en las mentes de nuestros jóvenes.
Frente a esta problemática, que difícilmente desaparecerá en el corto plazo, resulta esencial reflexionar sobre el papel de las instituciones educativas y los retos específicos que enfrentan actualmente.
Las instituciones educativas, junto con los docentes que laboran en ellas, desempeñan un papel fundamental en el desarrollo educativo e integral de los jóvenes. Su responsabilidad va más allá de la mera transmisión de conocimientos académicos, ya que deben fomentar valores y comportamientos adecuados para que los estudiantes afronten exitosamente la vida adulta.
Un docente comprometido ejerce una influencia positiva en sus estudiantes, impulsándolos a alcanzar su máximo potencial mediante el desarrollo del pensamiento crítico, habilidades sociales y una sólida ética personal. Por el contrario, la falta de compromiso docente puede tener efectos negativos o irrelevantes en la formación integral del alumnado.
En los últimos tiempos, este componente formativo ha perdido relevancia, lo que exige reflexionar sobre los factores que han provocado dicha disminución. Elementos como la masificación educativa, la escasez de recursos adecuados y la sobrecarga laboral docente han contribuido significativamente a este factor.
Ante tales circunstancias, resulta imprescindible replantear y recuperar la importancia de la educación integral como prioridad educativa y social.
La infraestructura educativa juega también un papel determinante en el desarrollo integral de los estudiantes. Los espacios escolares deben proporcionar un entorno ordenado, seguro y propicio para el aprendizaje. No obstante, muchas instituciones, especialmente públicas, presentan serias deficiencias en aspectos básicos como la higiene y la adecuada funcionalidad de sus instalaciones.
En contextos violentos como el nuestro, es fundamental que las escuelas puedan ofrecer condiciones seguras y estabilidad emocional para enfrentar la realidad diaria.
Asimismo, enfrentamos serios desafíos en el sistema educativo debido a la incorporación acelerada de nuevas tecnologías y las cambiantes necesidades estudiantiles. El avance tecnológico ha transformado profundamente las formas de aprendizaje y comunicación, generando expectativas que frecuentemente superan la capacidad adaptativa del sistema educativo público.
Incorporar eficazmente estas tecnologías requiere inversión económica, capacitación continua del cuerpo docente y adaptación curricular a contextos digitales emergentes.
Para afrontar estos retos, se requieren esfuerzos coordinados entre autoridades educativas, docentes, estudiantes y familias. La formación permanente y el equipamiento adecuado para los docentes, junto con infraestructuras adaptadas a las nuevas necesidades tecnológicas y sociales, constituyen elementos básicos para garantizar una educación integral en un contexto que cambia rápidamente.
La serie de Netflix, aunque presenta el tema desde una perspectiva dramática, es un punto de partida valioso para reflexionar profundamente sobre cómo mejorar las condiciones educativas y sociales que influyen en la adolescencia en contextos violentos. En Sinaloa debemos priorizar este tema en la agenda pública y desarrollar estrategias concretas que permitan a nuestros jóvenes contar con condiciones adecuadas para su desarrollo intelectual y social.