La marcha universitaria del miércoles 18 de octubre de 2023 quedará grabada en la memoria de los sinaloenses como uno de los acontecimientos más vergonzosos en la historia de la UAS.
Miles de trabajadores y estudiantes, convencidos o coaccionados, desfilaron en defensa de la opacidad, la corrupción y la impunidad.
Para asegurar su asistencia, los directores de cada unidad académica ordenaron sacar a los alumnos de las aulas y cerrar las puertas de los salones con candado.
Días antes, un grupo de 400 profesores, miembros del Sistema Nacional de Investigadores, firmaron un desplegado en apoyó a la gestión de Madueña Molina, sin tomar en cuenta el cúmulo de evidencias que existen sobre el manejo irregular en la administración de los recursos universitarios.
Que los más prestigiosos y preparados académicos de la UAS, aquellos que no ganan menos de 50 mil pesos al mes, y cuentan con la mayor certidumbre laboral, no se atrevan a denunciar la corrupción, solo reafirma el oportunismo y el extravío moral e intelectual por el que atraviesa la Universidad.
Afortunadamente han aparecido brotes de rebeldía y criterio, por lo que no es tan descabellado decir que la destitución del Rector abre la posibilidad para un auténtico cambio.
El problema, sin embargo, es la falta de ideas concretas en relación hacia dónde debemos avanzar.
Para la mayoría de los partidarios del cambio, la solución pasa por eliminar la corrupta Comisión Permanente de Postulación, para restituir el voto directo y universal en la designación del nuevo Rector y los próximos directores de escuela.
A mi parecer, debemos tener cuidado cuando proponemos soluciones simples a problemas complejos. Por su naturaleza, la Universidad no solo requiere de autoridades elegidas por consenso, sino que además se necesitan perfiles capaces de liderar proyectos académicos y científicos.
La votación directa sin restricciones puede abrir la puerta a nuevos grupos de poder con intereses ajenos a los estrictamente universitarios. Incluso puede servir para que el mismo PAS o sus remanentes se legitimen ahora por la vía de las urnas.
La tarea que tenemos por delante es diseñar un modelo de institución en el que se ponga por delante la legalidad, y que para el nombramiento de autoridades se pongan en una balanza los méritos, la defensa de un proyecto de Universidad y el respaldo democrático de la comunidad.
Creo que no se ha discutido lo suficiente una nueva junta de gobierno, con criterios de selección bien establecidos, y con un tribunal universitario lo suficientemente fuerte como para servir de contrapeso garante de la legalidad.
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Pasaron 51 años entre la renuncia de Gonzalo Armienta Calderón como Rector de la UAS, y la separación de Jesús Madueña Molina al frente de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
En 1972 Armienta Calderón se vio obligado a dejar el cargo tras un enfrentamiento entre policías estatales y estudiantes de la UAS, en la Plazuela Rosales, que dejó como saldo el asesinato de los jóvenes María Isabel Landeros y Juan de Dios Quiñones.
En aquella ocasión, la salida de Armienta Calderón, representante del autoritarismo y la represión estudiantil, dio paso a una etapa de incertidumbre y anarquía. La famosa época de “Los enfermos”. Para que no vuelva a ocurrir lo mismo, la superación del conflicto debe tener como base una nueva Ley Orgánica que busque la prevalencia del estado de derecho por sobre las ideologías.