Adán en su paraíso

    Lo que pudo resultar simple esgrima política ha servido para evidenciar el desvío en que incurre el Secretario de Gobernación de la función constitucional y legal que le obliga, para, de una parte, reunirse con sus simpatizantes, y de otra, difundir un discurso que lo congracia con su jefe López Obrador

    Aunque el paraíso ya no es lo que era, el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, se empeña en recuperarlo. Actualmente recorre el País tratando de convencer a los congresos locales, integrantes del Constituyente permanente, de que avalen el proceso de militarización creciente en el País y que se validó con una reforma decretada por el Congreso de la Unión de mayoría morenista.

    De alguna manera es una tarea sin sentido si tomamos en cuenta que hace tiempo ya se tiene una mayoría suficiente para promulgar la reforma. Pero como a la oportunidad la pintan calva, continúa de manera sostenida en la tarea de polarización, de exhibición sarcástica de la disidencia y -no podía faltar- de realizar su precampaña en calidad de aspirante presidencial.

    El recorrido de López Hernández, en la última etapa, ha sido accidentada y con visos de disidencia y cuestionamiento. En parte porque su periplo es a entidades no gobernadas por Morena, o monrealista, como se dio en el caso de Zacatecas.

    Lo que pudo resultar simple esgrima política ha servido para evidenciar el desvío en que incurre el Secretario de Gobernación de la función constitucional y legal que le obliga, para, de una parte, reunirse con sus simpatizantes, y de otra, difundir un discurso que lo congracia con su jefe López Obrador.

    El reciente ejemplo de Chihuahua evidencia las miserias a que ha llegado el actual Gobierno federal. Cualquiera pensaría que es una innovación tener en la tribuna de este Congreso local nada menos que al Secretario de Gobernación. Pero no es así. Es un burdo experimento de centralización de las decisiones políticas que se cubre con el manto de un proselitismo grotesco, con el acarreo en las gradas de parte de la militancia partidaria, que, en este caso, aplaudía todo cuanto pronunciaba el tabasqueño de Paraíso.

    Pero no es eso lo más importante, y me permito señalar tres aspectos. Estamos en presencia de la más artera injerencia contra el régimen interior y autonomista de los estados, que si bien no han de negarse a un diálogo, en todo caso debieran salvaguardarse las formas y que como Congreso local se realizara con los personeros del Congreso de la Unión, no con un ejecutivo que ya está habilitado constitucionalmente para promulgar la reforma, de tal manera que el ejercicio practicado es estéril. Pero en el fondo lo esencial es que el centro hable, lo haga fuerte y se imponga.

    No contaba el Secretario de Gobernación con que la legislatura de Chihuahua, de mayoría panista, pero presidido por una morenista y ex priista que llegó al cargo vía la traición, le iba a hacer una maniobra dilatoria, muy propia del filibusterismo parlamentario de discutir y discutir para diferir ya sin la presencia del que quería salir del recinto local con un trofeo en la mano, como el augusto gladiador romano.

    Otro aspecto fue escenificado con un debate de enconos, y a momentos, de presunción de la filigrana retórica, que de poco sirve en estos casos. Y la emplearon los diputados recordando al historiador y filósofo José Fuentes Mares, que fue replicado por el Secretario itinerante con citas del poeta Carlos Pellicer (tabasqueño también) y desde luego notable cuan priista, como bien se sabe. Saramago salió a relucir, pero metido con calzador, a mi juicio.

    Pero el esencial, el que no hay que perder de vista, es que regateando la mayoría panista sancionar el decreto constitucional reformatorio, solo ocultó algo que se ve y se siente en el Chihuahua del top ten de la violencia y los homicidios por ejecución. En la realidad el gobierno de María Eugenia Campos no puede prescindir de la presencia militar en las calles, ha de fingir discrepancia, por oportunismo político, pero tras bambalinas hay acuerdos de colaboración que hablan claramente de la anuencia para que la atención a la seguridad pública continúe por el rumbo marcado por el decreto lopezobradorista.

    De tal manera que lo que hubo en Chihuahua es una escenografía que sirve para alguna de estas cosas, o para todas: simular debates y discrepancias, permitirle a Augusto Adán continuar en la búsqueda del paraíso presidencial, y a la Gobernadora lanzar un mensaje de que resiste, aunque en realidad ya cedió desde hace mucho tiempo. Ella sabe la jesuítica de Mazzarino recomendación de simula y disimula

    Así transcurre el tiempo mientras la institucionalidad republicana sale de todo esto bastante derruida.