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Animal Político / @Pajaropolitico
Mamá, esa palabra conocida para todas las personas, dotada de distintos significados, emociones, anhelos, sueños, frustraciones, expectativas. Tan fácil de pronunciar, y tan difícil de encarnar y comprender, en particular en sociedades como la nuestra, donde, además de la violencia que existe hacia la mujer, hay una fuerte carga hacia lo “que debería ser” y “lo que se espera de ella”, en particular, respecto a la maternidad. Por ello, es común encontrar publicaciones en distintos medios donde vemos representaciones estereotipadas de la mamá que renuncia a sí misma para satisfacer a las demás personas.
Una de las principales cargas culturales en torno a la imagen femenina es la de ser el “pilar de la sociedad”, en especial cuando se convierte en madre, pues en ella recae la exigencia del cuidado de la casa, con todo lo que ello implique. Para dar dimensión a este punto, especialistas en programas de mujeres de la Organización de las Naciones Unidas han indicado que las mujeres mexicanas son las que más trabajan en el Continente Americano, ya que laboran 74.4 horas a la semana, 50 de las cuales las destinan a trabajos no remunerados (1), como el cuidado del hogar y de personas, lo cual representa el 26.3 por ciento del Producto Interno Bruto, según el Inegi (2). Aunado a ello, el trabajo emocional, es decir, además de las propias batallas, la mujer es la responsable de la contención emocional de todos los miembros del hogar.
Sin embargo, esta visión hacia la mujer tiene una fuerte contradicción: por un lado, una veneración absoluta cuando la mujer encarna la figura de madre, incluso existe un día especial para festejar a mamá, el 10 de mayo, fecha en que todo el País se “detiene” para apapachar, agradecer, y festejar a las “reinas de la casa” (aun cuando el resto del año ni se les tome en cuenta); por otro, un sistema patriarcal que fomenta el machismo, y deja a la mujer en condiciones de vulnerabilidad, tanto en el ámbito privado como en lo público. Por cierto, el origen del 10 de mayo también es una contradicción: surge como respuesta de círculos políticos para “frenar” protestas que hacían mujeres en Yucatán (año 1916) para exigir derechos sexuales, y en respuesta, el Gobierno establece la celebración del Día de las Madres para “detener” esas manifestaciones, y reiterar que el papel de la mujer era único: ser madre.
También la carga hacia la mujer viene cuando nos damos cuenta de que la figura materna tiene esa combinación entre aspectos “divinos” y “humanos”. El toque de la divinidad es por la capacidad de crear y de dar vida, que deriva en esas expresiones tan mexicanas de “madre santa” o “madre solo hay una” y, que, para muchas mujeres, esta característica de dar vida la traducen como una “especie de poder” que las hace más fuertes y capaces de sobreponerse a cualquier adversidad con tal de proteger a lxs suyxs. Por otro lado, la parte “humana” de la madre es la que la vuelve “vulnerable”, pues es donde se atribuyen aspectos como la sensibilidad, la paciencia, la amabilidad y la responsabilidad de cuidar a otro ser. Así, en esta dualidad, las mamás se hacen acreedoras a grandes elogios, pero también a mayores exigencias. Parafraseando a Martha Lamas, si se ve a la maternidad bajo este halo de divinidad e imagen sublime, se pierde de vista todas las horas y el trabajo que implica; si se elogia la abnegación, se deja de lado la arbitrariedad que suele acompañar la crianza. De igual forma, en México las fuentes de trabajo para embarazadas son casi nulas, y muchas madres no cuentan con redes de apoyo para el cuidado de sus hijos, lo que las limita laboral, política y socialmente, además del desgaste físico y emocional que supone atender a los hijos (3).
Pero la carga y presión hacia las mujeres respecto a la importancia de “ser mamás”, poco o poco se ha empezado a disminuir, gracias a que mujeres, en su mayoría, jóvenes han establecido que la maternidad es solamente una posibilidad más entre las muchas opciones que tienen para elegir. En generaciones de mujeres más grandes como Boomers y Gen X, se tenían ciertas creencias respecto a que la maternidad daba más sentido a la vida de la mujer, y por lo mismo, priorizaban esa faceta sobre cualquier otra. Me ha tocado conversar con mujeres, que ahora son abuelas, que “sacrificaron” su carrera, vida laboral o sus sueños personales, por dedicarse a sus hijos, aun cuando ellas no estaban tan convencidas de hacerlo, pero “sabían” que era lo mejor para su familia. En contraste, entre jóvenes Millennials y Centennials, la maternidad se ve como una alternativa más en el múltiple abanico de posibilidades y roles que puede encarnar una mujer.
En el ámbito laboral, las mamás (41 por ciento de ellas estaban económicamente activas en 2020) (4) se enfrentan a otra gran presión: cumplir con su trabajo y demostrar su capacidad “a pesar” de tener la responsabilidad de la crianza. Y todo comienza desde el embarazo. Me he topado con algunas mujeres que postergaron su maternidad por “temor” a perder oportunidades de crecimiento dentro de las empresas; mujeres que perdieron su empleo al embarazarse; y, con mujeres que, al regresar de la “licencia por maternidad”, fueron despedidas bajo el argumento de no tener el mismo nivel de compromiso con la empresa que mostraban previo al embarazo.
Por ello, el trabajo es algo que agobia y estresa mucho a las mamás, ya que deben dar resultados como si no tuvieran hij@s, y deben criar y educar como si no trabajaran. Esta paradoja se da porque en nuestro País la maternidad y la vida laboral son caminos paralelos, es decir, lejos de “converger” porque, en general, no existen las condiciones ni legislación adecuada para garantizar que las madres puedan conciliar ambas facetas. En algunas organizaciones, sobre todo de Iniciativa Privada, se han dado ya los primeros pasos, y se han generado acciones para apoyar a las madres. Por ejemplo, (antes de Covid 19) la creación de guarderías o estancias dentro de la empresa, horarios flexibles y home office, salas de lactancia, posibilidad de llevar a las crías al trabajo, periodos extendidos de licencia de maternidad y paternidad, entre otras. Sin embargo, son esfuerzos aislados, porque las empresas priorizan la productividad, y, regularmente, se asocia que las mamás podrían “distraerse” más fácilmente o no aceptar algunas tareas (como viajar, cambiar de residencia, reuniones extendidas en horarios vespertinos), por no dejar a los suyos. Posterior a la pandemia (después de Covid 19), también se manifiesta mucha presión para mamás que están trabajando desde casa, porque las actividades “se empalman” al tener a los niñ@s y tratar de satisfacer actividades escolares, de ocio y entretenimiento, al mismo tiempo que ellas atienden sus trabajos.
En fin, ser mujer y mamá en México tiene toda esta serie de presiones (y quizá otra más), adicional a las que cada una se impone. Afortunadamente, como en todos los tiempos, existen mujeres conscientes de esta carga, buscan liberarse e influir para que la sociedad comprenda que la mujer debe ser respetada y debe tomar sus propias decisiones, elegir sobre lo que quiere ser, hacer, pensar, sentir, y manifestarlo a través de su personalidad, sus elecciones y su propio cuerpo.
Quiero cerrar este texto invitando a la reflexión de lo que cada persona debe hacer para que esta carga hacia las mujeres y, en especial, hacia las mamás, desaparezca y podamos tener una sociedad más justa, igualitaria y equitativa, donde las mujeres nos sintamos seguras y libres de transitar cualquier camino que elijamos, de tal forma que podamos decir: “¡Mi vida es a toda madre!” y no “¡Estoy hasta la madre!”.
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La autora es Rosario Zavala, socia directora de LEXIA. Experta en el conocimiento de las mujeres, en sus distintos ciclos de vida. @RosarioZavalaR
LEXIA es un colectivo interdisciplinario de humanistas que ha desarrollado un amplio conocimiento sobre distintos targets (niños, teens, mujeres) a lo largo y ancho de la estructura socioeconómica (base de la pirámide, clases medias, affluent), correlacionándolo con sus procesos como seres sociales (ciudadanos, audiencias y consumidores).
1. ONU: Mujeres mexicanas, las que trabajan más horas en el Continente Americano https://www.eleconomista.com.mx/economia/Mujeres-mexicanas-las-que-trabajan-mas-horas-en-el-continente-americano-ONU-20190330-0007.html
2. INEGI. Trabajo nu remunerado en los hogares. https://www.inegi.org.mx/temas/tnrh/
3. Lamas, Marta. (1995). ¿Madrecita santa? En Florescano, Enrique (coord.), Mitos Mexicanos. México: Aguilar.
4. Estadísticas a propósito del 10 de mayo. Datos nacionales INEGI (2020). https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2022/EAP_Mamas22.pdf