A qué clase social perteneces según dos artículos electrodomésticos
Hubo un tiempo, durante la Edad Media, en el que la gordura era sinónimo de riqueza y alto status social, pues en un contexto de hambre y pobreza, un individuo con una amplia barriga mostraba que tenía los recursos para comer en abundancia. También significaba que podía darse el lujo de practicar el ocio, a diferencia de las clases más bajas de la sociedad que tenían que trabajar largas jornadas.
Esos cuerpos obesos quedaron plasmados en obras de arte en las que la “barriga burguesa” era un símbolo de superioridad económica, casi siempre por parte de clérigos y monarcas. En algunas sociedades de África, en las que abunda la pobreza, hoy son admiradas las mujeres de cuerpos grandes.
Pero en la mayoría de las sociedades occidentales, en la actualidad, engordar es un símbolo de pobreza. Es que, la comida más accesible y rápida de preparar en estos países, es la que tiene más contenido en grasas, calorías, y azúcar y, por lo tanto, eleva el volumen corporal. En cambio, una dieta balanceada, basada en alimentos orgánicos; rica en frutas, verduras, legumbres, y proteína de origen animal, puede ser más costosa.
Al igual que durante el medievo, la práctica del ocio sigue siendo un símbolo de prestigio, pues a diferencia de las clases proletarias, las clases privilegiadas no tienen que trabajar largas jornadas, lo que marca esa distinción frente a los que no tienen de otra opción. Pero ahora se trata de un ocio activo; ese que es destinado para hacer ejercicio, practicar algún deporte, o viajar por placer.
Estas diferencias en la actividad física, pero sobre todo en la alimentación, siguen marcando la desigualdad entre clases sociales y usted lo puede comprobar en dos artículos electrodomésticos: en la báscula y en el refrigerador.
Una forma peculiar de demostrar este argumento, ha sido la empleada por el empresario Tassos Stassopoulos, quien recorrió varios países del mundo fotografiando las neveras en los hogares de familias con diferentes ingresos económicos.
Con el objetivo de dirigir sus inversiones y conocer el consumo de los distintos estratos sociales, ha revelado que la gente con menos recursos económicos, almacenan en sus refrigeradores ingredientes básicos para elaborar platillos tradicionales, como embutidos, huevos y leche, o bien para guardar las sobras de esas comidas.
Por otra parte, las familias de clase media, incluían productos de marcas internacionales, helados, refrescos y cerveza, pues según una entrevista hecha a Stassopoulos, “a medida que la gente comienza a ganar dinero, quiere darle a sus familiares aquellas cosas que hasta entonces no les había podido comprar”. Ahí pueden encontrarse artículos que van más allá de la canasta básica.
Los frigoríficos de la gente más adinerada, donde la salud y su apariencia suelen ser una preocupación permanente, las familias guardan alimentos saludables como comida baja en grasa o probióticos. También almacenan comida orgánica y productos de diferentes sabores según los gustos de cada miembro de la familia, así como productos importados, con altos estándares de calidad.
En lo personal, mi trabajo como profesor universitario me da el suficiente tiempo libre para hacer ejercicio diario y mantener un peso adecuado, pero al hacer al observar el interior de mi refrigerador -excepto por la cerveza importada-, todo lo demás me dice que aún no alcanzamos la clase media.
¡Felices fiestas!
Es cuanto...
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omar_lizarraga@uas.edu.mx