A priistas sinaloenses, el galardón Alito
Ser echados del PRI, máxima distinción

OBSERVATORIO
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    Ser parte de ese PRI constituye pena en vez de orgullo. Por más que los dirigentes estatales, como lo hace en Sinaloa Paola Gárate Valenzuela, suden la camiseta y realicen esfuerzos sobrehumanos para recuperar la confianza en el partido, lo que hace Moreno Cárdenas tumba de un manotazo la labor reconstructiva. Ella habla de un nuevo rostro tricolor; él trabaja para ahuyentar el voto de ciudadanos, remarcándole a estas siglas el tono negro de la vileza.

    Como es su costumbre, Alejandro Moreno Cárdenas quiere cobrarles a otros los platos que él quebró, al abrir procesos de expulsión contra las diputadas Cinthya Valenzuela Langarica y Concepción Zazueta Castro, y el Diputado Ricardo Madrid Pérez, quienes debieran ver la eventual exclusión como deferencia porque pertenecer al PRI de Alito equivale, por donde se vea, a una deshonra. En todo caso, a la que debiera preocuparle es a Xóchitl Gálvez porque el partido que la cobija insiste en saldar berrinches que dispersan la magra militancia y les repugnan a los electores en general.

    Nadie en su sano juicio entendería por qué el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional se ocupa en saldar venganzas en los estados del País cuando la prioridad consiste en ganar la confianza de los priistas y darle vuelta a la página del líder del partido más defenestrado de la era política moderna. Ni los tiempos del PRI de Estado, el que ganaba elecciones mucho antes de celebrarse los comicios, registraron dirigentes de mentalidad tan nociva que en el actual juego democrático rayan en la desvergüenza.

    Ser parte de ese PRI constituye pena en vez de orgullo. Por más que los dirigentes estatales, como lo hace en Sinaloa Paola Gárate Valenzuela, suden la camiseta y realicen esfuerzos sobrehumanos para recuperar la confianza en el partido, lo que hace Moreno Cárdenas tumba de un manotazo la labor reconstructiva. Ella habla de un nuevo rostro tricolor; él trabaja para ahuyentar el voto de ciudadanos, remarcándole a estas siglas el tono negro de la vileza.

    Alito va a la venganza ruin en momentos en que el PRI deberá acompañar, en el Frente Amplio por México, a la candidata presidencial que convoca a la reconciliación nacional y respeto a las diferencias. Se resiste a entender que en la histórica coyuntura de 2024 la fuerza que él tenga no es la más importante, sino la de la acción ciudadana. Hasta pareciera que le está haciendo el trabajo sucio al partido en el poder pues le pone énfasis al esquema de demoler lo poco que se tiene en la eventualidad de ganar elecciones, con la misma maldad que le aplicó a Beatriz Paredes Rangel para sacarla a destiempo de la contienda interna del bloque opositor.

    Para Sinaloa, su plan demoledor destila rencor y la ceguera que le corresponde a los fúricos. Rescata entre los escombros del PRI una solicitud de destitución contra los diputados Valenzuela, Zazueta y Madrid, y acude a grandes absurdos para consumar las vendettas: “vulneran la unidad partidaria al aislar su función legislativa respecto a la unidad política del partido, provocando división y confusión en la militancia”, dice uno de ellos. A Ricardo Madrid lo acusa de “una conducta solidaria con la acción política de partidos antagónicos al PRI”.

    En cada uno los elementos que sustentan el proceso de expulsión lo único que puede ofrecerse a cambio es la risotada sonora y hasta el punto de soltar las lágrimas, llorando a carcajadas. Lástima que esto no ocurre en la época de Garrik, “el más gracioso de la tierra”, porque sí le hubiera servido de terapia al cómico que nada le divertía, el que hacía reír a otros mientras él moría de tristeza. Es que los motivos de eliminación constituyen la soberana falta de respeto al sentido común, pidiéndole al hombre que traiciona en todo que meta en cintura a supuestos desleales cuyo principal delito sea, tal vez, el de no pagarles las cuotas al partido.

    Con Alito y el ajuste de cuentas que perpetra, la candidatura de Xóchitl Gálvez será parte del triste recuento de los fracasos electorales de quien ha llevado al PRI a descalabros descomunales desde agosto de 2019, recientemente extendiendo su dirigencia con otro golpe de autoritarismo. Cómo le hace falta al PRI la dignidad con que lo encabezó Beatriz Paredes después de que el partido fue desplazado de la Presidencia de México; la de Luis Dolando Colosio Murrieta al tener que reconocer el triunfo del primer Gobernador de oposición, o la de Dulce María Sauri Riancho que aguantó similar embestida a la que endereza hoy Moreno Cárdenas, al ser culpada ella en el año 2000 de la derrota que sufrió Francisco Labastida Ochoa.

    Por eso en el Revolucionario Institucional de ahora la consigna debiera ser la de “en el PRI de Alito, yo no milito”. En verdad el hecho de ser blanco de la furia de quien lleva en sus espaldas a un partido moribundo, cuyo petate lo utiliza para amagar a quien se le atraviese en sus delirios de todas las persecuciones, es más un honor que un descrédito. ¿Hay algún priista que quiera lucir, con todo el orgullo posible, la medalla de pertenencia priista sin sentir algún bochorno por ello?

    Y debieran estar haciendo fila en las oficinas estatales del PRI los muchos que se enaltezcan por el hecho de ser expulsados por Alito. Pronto podría estar formada allí mismo Paola Gárate, la talentosa mujer que hoy intenta la hazaña que en su momento hizo Cinthia Valenzuela: el infortunio de mantener de pie al PRI a sabiendas que el moribundo ya no quiere vivir, y que su líder insiste en matarlo.

    Reverso

    En este Big Brother priista,

    Alito dictará la expulsión,

    Si él te mete a la lista,

    Porque no eres de su condición.

    No se aceptan retornos

    En este mes de septiembre, una vez que el Movimiento Regeneración Nacional concluya el proceso doméstico para designar a su candidata o candidato a la Presidencia de México, la Secretaria de Educación Pública y Cultura, Graciela Domínguez Nava, resolverá la encrucijada de seguir en el gobierno de Rubén Rocha Moya o separarse del cargo para buscar la postulación de Morena al Senado de la República. Y sin derecho a devoluciones si falla en tal aspiración, ya que el Mandatario estatal ha dicho que “el que renuncia ya no regresa”.