6 de junio: la misma lección

ALDEA 21

    El 1 de julio de 2018 resultó ser un proceso electoral que en toda su expresión representó una de las lecciones políticas más contundentes para el sistema de partidos en México y particularmente para la clase política de los partidos tradicionales. La indiscutible mayoría de votos que recibieran Morena y sus aliados, no sólo significaría una victoria incuestionable ante el resto de los partidos, sino también un evidente y expresivo rechazo de 30 millones de mexicanos al régimen político representado por el PRI, PAN y PRD, una lección que al cabo de casi tres años no parece haber sido aprendida o entendida del todo.

    Los resultados de la elección del pasado 6 de junio, dieron de nuevo la misma lección para los adversarios al proyecto de gobierno de López Obrador, que a pesar de que en algunas entidades remontaron con resultados a favor, en la gran mayoría de los estados, como en Sinaloa, la lección se repite y de nuevo Morena gana la mayoría de los cargos de elección popular.

    Si en 2018 la elección se consideró histórica por sus inesperados resultados, la de este año 2021 se asume igual por la cantidad de cargos de elección popular en un mismo proceso. Dos elecciones que a tres años de distancia reflejan también dos escenarios políticos en disputa: uno desde la esfera política nacional y otro desde el plano de lo local.

    La renovación de la Cámara de Diputados como termómetro para refrendar o no el apoyo al proyecto de nación de López Obrador, se vio reflejada en la elección a diputados federales que a pesar de haber perdido 50 curules con respecto a la elección anterior, mantendría con el apoyo de sus partidos aliados del PT y el Verde Ecologista, una mayoría simple del 50 por ciento más uno, pero no la mayoría calificada que requiere las dos terceras partes del congreso, es decir, 334 votos para realizar reformas constitucionales. Con sus aliados, Morena obtendría hasta 297, según se estima, lo cual le permite tener una mayoría simple con la que se podrían aprobar las leyes de Ingresos y Egresos de la Federación.

    Este escenario político nacional refleja igual un cierto grado de aprobación al gobierno de AMLO, no obstante, en la Cámara de Diputados se tendrá que legislar con un mayor ejercicio de la política para consensuar con la oposición, en el que a pesar de la diferencias, tendrán que encontrar las coincidencias, que en teoría deberían estar en el bien común.

    Por otra parte, está el plano de lo local en el que se jugó el futuro de antiguas y nuevas élites de poder en las entidades, la permanencia de una clase política constituida por el PRI, PAN y PRD, representantes del antiguo régimen que prevaleció durante al menos los últimos 40 años, y el de una clase política que emerge con nuevos protagonistas desde Morena y, en el caso de Sinaloa, del PAS, único partido con registro local vigente.

    Todo indica que en las elecciones de Sinaloa, la alianza Morena-PAS fue la que más votos y cargos de elección obtuvo, incluso por encima de 2018, un fenómeno que se dio a la inversa, considerando que Morena a nivel nacional disminuyó sus diputados en la Cámara baja, pero mantuvo la mayoría en 18 congresos locales y aumentó de 7 a 17 las gubernaturas en el país.

    Se pueden observar una gran cantidad de escenarios que justifican o son motivos para tales resultados, sin embargo, una de las razones que prevalece en esta aparente y confusa configuración de resultados, se relaciona directamente con una generación que tendría que haber entendido y asumido el mensaje de rechazo en 2018 sobre la viejas prácticas políticas al interior y exterior de los partidos, una lección no aprendida y hasta cierto punto menospreciada por una clase política de jóvenes formados en el linaje del privilegio y el clasismo político que los llevó a separarse de toda ideología y compromiso social, frivolizando sus relaciones y desempeños tanto partidarios como en el servicio público.

    Una generación que surge en los primeros sexenios de este Siglo 21 en los gobiernos del PAN y del PRI. Un relevo que se confunde entre el servilismo y la arrogancia política, que terminó volcándose en su contra con una claridad infalible en las urnas. Aunque no en todas las entidades sucedió este mismo fenómeno, los casos se pueden verificar de acuerdo a los resultados electorales por separado.

    Lo cierto es que no todos tuvieron la capacidad o madurez para entender y asumir el mensaje político de 2018. Sin embargo, la elección 2021 repite la enseñanza para quienes quieran asimilar las consecuencias. Sin duda una de las lecciones en las que tendrán que poner mayor énfasis, es en la de aprender a ser oposición, una oportunidad valiosa para reencauzar y en muchos casos refundar sus partidos asumiendo cambios y sustituyendo cuadros políticos.

    Entender que ser oposición no significa ser opositor a un gobierno para disputarle el poder, sino ser oposición desde la idea ciudadana de ser opción política para las mayorías, darle un valor social a la democracia de partidos retornando la vocación de servir a la sociedad, de comprometerse con un proyecto de mayorías que restituya la honorabilidad de las figuras tanto del Ejecutivo federal, estatal y municipal, como del Legislativo en el Congreso federal, estatal y los cabildos.

    Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio, el próximo viernes.