"Ubican petrograbados alrededor de La Noria"
MAZATLÁN._Enigmaticas pierdas con mensajes de un pasado ancestral aparecen por las veredas y milpas de la sindicatura de La Noria, un lugar abundante en vestigios arqueológicos, depositario de un pasado glorioso y de gente de gran tradición.
Sin proponérselo, sus habitantes han encontrado sitios llenos de historia, al menos cinco zonas de petrograbados provenientes de la época prehispánica, que dan cuenta del paso de los antiguos pobladores, revela Marisol Lizárraga, fundadora del Museo Comunitario de La Noria y quien ha recolectado piezas arqueológicas desde la edad de 12 años.
Uno de estos lugares es La Ciudadela, que se localiza a escasos 15 kilómetros de La Noria, conectada por un difícil camino de terracería lleno de desniveles y formaciones rocosas, pero con un paisaje exuberante lleno de árboles y de coloridos insectos, como chapulines y mariposas.
Entre las múltiples curvas de la ruta se puede observar una vegetación diversa, pitahayos, avellanos, tabachines, papelillos,
huanacaxtles, brasiles, capomos, son algunas de las especies que componen la flora del lugar.
Después de pasar veredas y quebradas, así como brazos del Arroyo de La Noria, se llega a un venero de agua rodeado de piedras de gran tamaño y de enormes árboles.
Sobresale una a la que los noreños han dado llamar La Pintada, una roca volcánica de cerca metro y medio de
diámetro con uno de sus lados planos, en el que aparecen grabadas figuras rectangulares y curvas, cuyo significado aún permanece oculto.
A un costado de esta piedra se encuentra una roca de forma rectangular cuya superficie es plana y, según los pocos pobladores que han llegado a este lugar, pudo ser una especie de plato para ofrendas.
Además de La Pintada se observaron al menos cinco rocas de menor tamaño, en las que también aparecen talladas diversas formas, figuras de espirales encerradas en un formato rectangular y lo que parece una máscara cuadrada con dientes en la parte inferior, así como otra figura que se compone de una línea de puntos que marca una trayectoria recta y vertical.
A unos 200 metros se encuentra una superficie más o menos lisa de piedra laja, de forma circular de al menos 50 metros de diámetro, de la cual sobresalen unas protuberancias que asemejan escaleras y unas canalejas que parecen marcar las líneas laterales de un pasillo.
Los lugareños piensan que este lugar fue un centro de reunión de los antiguos totorames, quienes se piensa
pudieron ocupar estos lugares, señala Lizárraga, quien afirma que es muy probable que estos lugares hayan tenido alguna conexión con la zona de petroglifos de Las Labradas, debido al parecido de los grabados y a las características del área.
Algunos sitios con petroglifos dentro de la demarcación de la sindicatura de La Noria son La Pintada, en el pueblo de Jinetes; Los Cajetes del Diablo del Cañón, en la comunidad de Juantillos; los Petroglifos del Sol, en El Tecoyonqui; y La Subida del Caracol, en La Noria.
Una investigación
interrumpida
Hace dos años, el arqueólogo Luis Alfonso Grave Tirado, encargado del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el sur del estado, hizo un recorrido por la parte baja de la zona serrana y recolectó evidencias de varios puntos de interés, advirtiendo el peligro que corre lo que pudiera ser un relevante patrimonio histórico.
"Como resultado de algunas inspecciones y rescates derivados de denuncias acerca de la destrucción inminente o a mediano plazo de los vestigios arqueológicos de la parte baja de la sierra en el sur de Sinaloa, hemos detectado algunos sitios con petrograbados. Estos se encuentran normalmente entre los 200 y 400 metros sobre el nivel del mar, zona que era habitada, según las fuentes del siglo XVI, por los fieros y belicosos xiximes", asentó en un artículo que se publicó en la Revista Mexicana de Arqueología, en referencia a algunos puntos investigados.
Otros lugares donde Grave Tirado realizó investigaciones son La Hacienda, en Coyotitán, San Ignacio; El Limón de los Peraza, en el municipio de Mazatlán; El Cañón del Burro, al norte del Río Presidio, entre muchos
otros.
Así como en los petrograbados encontrados durante la construcción de la Presa Picachos, los cuales despertaron el interés de especialistas. Para Lizárraga, es urgente investigar el legado de estos lugares y si realmente formaban parte de una región cultural mucho más amplia, con el fin de aprovechar su potencial cultural y turístico.
Lamentó que el INAH no le preste importancia a esta región, pues después de esa visita no se ha vuelto a
presentar ninguna otra autoridad para darle atención al lugar y no se ha realizado ninguna investigación científica que le brinde sustento a la historia del lugar, lo cual daría gran proyección a la sindicatura de La Noria.
Un proyecto cultural
comunitario
El Museo Comunitario de La Noria busca rescatar lo que pudiera ser un importante legado cultural. Lizárraga lleva poco más de dos años dándole forma al proyecto del museo, y actualmente después de haber recibido un apoyo económico del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias en el 2011, el montaje del museo lleva un avance del 70 por ciento.
Sin embargo, asegura que hace falta financiamiento para cubrir los últimos detalles y poder abrir al público.
"Ya tenemos casi todo listo, sólo nos hace falta terminar la museografía, pero necesitamos recursos para las vitrinas, las impresiones y otros detalles, esperamos abrir el museo a más tardar en diciembre", adelantó.
Señaló que en la parte histórica, el guión será realizado por el arqueólogo Grave Tirado.
Cuentan con cerca de 100 piezas arqueológicas, un acervo compuesto por utensilios de la vida cotidiana de épocas antiguas, como vasijas, malacates, hachas, instrumentos para la agricultura, además de fotografías y objetos de los tiempos más recientes que pudieran incrementarse, debido a que al ver cerca la concreción del museo, algunas familias que poseían colecciones privadas de objetos que encontraban en sus casas, o en las milpas mientras araban, han decidido donarlas a Marisol.