Cuauhtémoc Ramos Escobar
LOS EXTREMOS DEL CHOLO
En los pocos días que lleva Jorge Abel López Sánchez al frente de la Alcaldía mazatleca, su definición de fervoroso creyente en torno a su persona ha generado diversos comentarios; de entrada, por la manera de cómo abordó el tema el día que protestó como candidato y, posteriormente, por la bendición impartida al nuevo Ayuntamiento en el recinto oficial del Cabildo.
Aunque el acto religioso del día 31 de diciembre pasado es bien visto por algunos sectores de la fe católica, para otros grupos religiosos no lo es; menos para los libre pensadores, como tampoco lo aprueban las órdenes masónicas.
Pero, independientemente, de lo que pudiera opinarse sobre el acto religioso, promovido por el Alcalde, que vulnera la norma constitucional y que él mismo protestó cumplir y lo primero que hizo fue violar los preceptos de la carta magna, instiga, además, a otros cultos religiosos la actitud oficial que suplantó con su creencia personal.
Particularmente el Alcalde Jorge Abel López Sánchez puede profesar la fe que le plazca, pero no le está permitido, por muy Alcalde que sea, llevar a cabo actos religiosos en los recintos públicos de Gobierno, sin la sanción moral, política y pública correspondiente por sus actos indebidos.
Precisamente, porque conoce lo que la Constitución General de la República establece, sobre la separación de la iglesia y el régimen de Gobierno, como dos entidades no compatibles entre el poder de Dios y el poder del Estado.
Esto es algo que no ignora quien fue Legislador local, Diputado federal y Senador y por lo tanto es más sancionable el grado de intencionalidad con que llevó a cabo sus acciones que relegan el principio laico del estado.
En el estado laico se establece la separación del régimen de Gobierno y la Iglesia y, en tanto la Constitución no se reforme, un acto de tal naturaleza, como la bendición oficiada por el sacerdote católico Rafael Martínez Gallardo en la sala del Cabildo, constituye una auténtica violación al orden constitucional de parte de Jorge Abel López Sánchez.
En otro contexto, a conveniencia propia, López Sánchez pudo manejar como una acción política la bendición oficiada en el Salón del Cabildo de manera intencional, para tener un mayor acercamiento con la iglesia; sin embargo, su determinación reciente lo aleja de quienes no comulgan con su decisión de extremar el ejercicio político por motivos de su fe.
Con toda y la religión que profesa, que de ninguna manera se le critica, lo acontecido no puede verse de otra manera que no sea con fines políticos, incluso, de llegar a los extremos de sentar un precedente en la historia política del estado mexicano y como miembro de un partido (PRI) que hasta ahora no le abona a la asociación de la Iglesia con el Gobierno.
Esta acción del Alcalde Jorge Abel López Sánchez rompe con todo lo establecido desde el Gobierno de Benito Juárez y las Leyes de Reforma, y se considera que esta acción se debe más a su determinación personal premeditada, antes que analizar las consecuencias posteriores con su partido, con el jefe político estatal y con el poder legislativo del estado.
Sobre la acción religiosa del alcalde Jorge Abel López Sánchez habrán de esperarse las repercusiones al interior del priismo local, estatal y nacional.
A menos que Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón lo hayan avalado de antemano para que se oficiara el acto litúrgico y se desarrollara en la sede del Gobierno municipal.
Posiblemente, Jorge Abel López Sánchez contó el consentimiento del PRI estatal, del Gobernador Jesús Aguilar Padilla y del Congreso local para llevar a cabo la celebración de la misa en la sala del Cabildo mazatleco, en las últimas horas del año 2008, en su anticipada toma de posesión del nuevo Ayuntamiento.
Aunque por la autonomía del municipio, López Sánchez no lo considere necesario, y se maneje con la independencia que a su juicio le dicte su criterio político, no siempre es conveniente apartarse de la regla, ni es apropiado ignorar la opinión de los jefes políticos respectivos. En principio porque Jorge Abel se debe a ellos. O al menos que así no sea.
No pasará mucho tiempo para se conozcan los efectos y las secuelas políticas del hecho en mención. Aunque algunos adelantan acontecimientos y ven al alcalde mazatleco como un elemento embozado del conservadurismo a ultranza, y en caso extremo, como el prototipo del dictador español desaparecido, Francisco Franco.
En este caso, diferente al resto de los alcaldes del estado que protestaron el cargo de cumplir y hacer cumplir la Constitución General de la República y la del Estado, así como las leyes que de ellas emanen al nuevo Presidente Municipal Constitucional de Mazatlán, no se le debe de olvidad que lo que mal empieza mal acaba y un ejemplo más revelador que el de Vicente Fox no puede ser más evidente.
En el caso de Jorge Abel, se considera que no habrá enmienda al respecto, sobre su definición oficial que vulneró el hecho republicano, a menos que ignore de manera intencional lo que la propia Constitución establece sobre el estado laico de Gobierno.
Veredes pues
cosas veredes.