"Los desplegados y las cartas de lectores"
José Refugio Haro Haro
Desplegados
Los desplegados son una forma de comunicación publicados generalmente en las páginas de los periódicos.
Es información del ronco pecho del que suscribe el documento, o de alguien más que lo encarga. Se trata de mensajes que no necesariamente son reflejo de aconteceres, o verdades irrefutables, pero que se publican porque alguien paga su espacio.
Por lo tanto, no toda la gente puede pagarse un lugar para extender su punto de vista o rebatir el de otros. También puede usarse el desplegado para aclarar o enturbiar asuntos que de alguna manera se han hecho públicos, y a alguien le interesa influir en la opinión del público que los conoce sin que le conste la veracidad de los mismos.
El problema con los desplegados periodísticos es que para el ciudadano común pueden ser un artículo costoso que no puede pagar, ni por ende usarlos para precisar, defenderse, denunciar, y entonces caemos aquí en el conocido y multirrepetido problema que tiene la libertad de expresión en México: el obstáculo que significan las diferentes capacidades económicas de las personas para todo, pero especialmente para que éstas se puedan expresar públicamente en los medios de comunicación. Los pudientes, pues, vuelven a ser de nuevo los poseedores de la saliva que tan útil es para comer más pinole.
Muchas veces vemos emocionados, como si estuviéramos en el hipódromo o en una arena de box y lucha, competencias de desplegados entre dos o más imponentes adversarios, y esperamos excitados el episodio de mañana haciendo apuestas a nuestro favorito para el triunfo. Se cumple en tal lid el principio de equidad de la libertad de expresión porque, si bien el espacio cuesta mucho dinero, los competidores tienen el suficiente como para llevar hasta el último episodio sus puntos de vista y conquistar el veredicto final.
Pero México es el país de las desigualdades, y generalmente la opinión pública es una cortesana al servicio del poder político y del dinero. Por tal premisa, podemos concluir: los desplegados pagados en los medios de comunicación NO SON NI SERÁN ejemplos de democracia aquí.
Las cartas a la redacción
No obstante lo anterior, los periódicos más modernos y democráticos, como Noroeste, generalmente buscan subsanar de alguna manera la deficiencia de los ciudadanos con calidad de lectores menos dotados económicamente para expresar, como se dijo, denuncias, precisiones, aclaraciones o defensas de ataques recibidos, abriéndoles espacios gratuitos para recibir las llamadas Cartas a la redacción.
Claro está, son espacios que tienen sus propias reglas de uso, tales como el límite de textos y por lo tanto de espacios; restricción de vocablos insultantes; fundamentación de inferencias o acusaciones, que de cualquier manera es acto de justicia que se agradece a empresarios de medios como los de Noroeste.
Aceptemos también que en algunas ocasiones los lectores de todas partes siguen perdiendo las polémicas cuando éstas se sostienen con reporteros y redactores del propio medio en que reclaman, y éstos llegan a no ser todo lo justo que debieran al saber que los lectores están en desventaja porque pueden no tener la capacidad de expresión que tienen los profesionales del ramo que, para colmo, son también acusados y jueces.
Así, se ha observado en algunos órganos informativos cómo se hacen notar las réplicas y contrarréplicas ventajosas en número y espacio sobre las cartas de queja de los lectores, acciones que llegan a hacer nulas las esperanzas de justicia que motivaron a éstos a enviar su cartita.
Se animan los lectores
El espacio en Noroeste para que se ventilen sus errores o informaciones desatinadas, no debiera entenderse como un acto desesperado de autoflagelo buscando, incluso donde no los hay, motivos en alud de sus lectores para querellarse.
Al contrario, es de observarse y agradecerse el alto respeto en general de Noroeste por sus lectores, y una prueba de ello es este espacio que frente a usted está como un ensayo de autocrítica del medio y como una apertura a sus expresiones sobre la información que publica el diario, aun a costa del desdoro que frente a su público y competidores de otros medios pudiera significar la discusión de virtuales fallas o desviaciones de este producto informativo.
Pero en la anterior y esta semana que hoy culmina empezaron a hacerse notar un mayor número de opiniones de los lectores. Nada para dramatizar, pero sí temas que deberán discutirse y enmendarse en lo que sea necesario, todo lo cual irá en mejoría de la calidad informativa de Noroeste y consecuentemente a favor de sus lectores.
Una de ellas es la que expresa con toda razón el lector Héctor Mendieta y Vega respecto a una expresión de Consuelo Lizárraga en su columna de la sección Gente de Noroeste Mazatlán respecto a un supuesto carácter o apariencia de los habitantes de la capital del país aplicado a dos mujeres que cometieron un robo en un supermercado.
En su misiva a esta Defensoría, el señor Mendieta y Vega relata que la redactora "alerta" (el entrecomillado es de él) a las damas que realizan compras en los supermercados sobre un robo sufrido por una de aquéllas, a manos de dos también mujeres de "aspecto defeño" (ibídem) en una tienda de las señaladas.
Con el fin de que usted, respetable lector de Noroeste, encuentre sus mejores opiniones al respecto, repetimos aquí parte sustancial de la carta:
"
Según la Academia, 'defeño' es un adjetivo que alude a los naturales de la Ciudad de México, pero no aventura descripciones.
"Me gustaría que la señora columnista precisara cuál es el 'aspecto defeño' al que de manera evidentemente racista se refiere.
"En su puntual denuncia. ¿A cuál de los más de 20 millones de habitantes o nativos de la Ciudad de México se parecerían las ladronas?
"Sería bueno conocer estas precisiones para saber si los que tenemos orígenes y por tanto 'aspecto' más o menos 'defeño' debemos considerarnos sujetos de naturales y comprensibles sospechas en casos criminales tan documentados como este".
Hasta ahí la carta del lector, justamente ofendido por el recurso descriptivo de la columnista al que seguramente faltó calidad y respeto a las personas al repetir clichés que no tienen por qué ser parte del estilo de esta organización periodística.
Lo anterior me recuerda a caso similar relatado al que escribe por un sinaloense radicado en Mexicali, quien dijo haber reclamado a un noticierista de radio de aquella ciudad fronteriza que llamaba despectivamente "chinolas" a los sinaloenses que eran protagonistas de sus informaciones.
Asimismo a algunas notas publicadas en Tijuana sobre la detención de delincuentes "de aspecto sinaloense", que en su momento nos irritaron a todos los que somos de aquí.
Hemos enviado la debida recomendación a la dirección de Noroeste Mazatlán y a la columnista aludida para que se extienda una disculpa al señor Héctor Mendieta y Vega, y a los que se sumen en la protesta por considerarse afectados.
Encontrémonos aquí el próximo domingo y no olvide usted dirigir sus comentarios a los correos electrónicos:
jharo@noroeste.com
jrharo44@hotmail.com