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"Reconocimiento"

"Es Miguel Eduardo Burgos Varela policía de cabalidad"

"Fue reconocido como Gente de bien por el Club Rotario de Navolato"

    El sol de las 10:00 horas ya calienta. Hace dos que Miguel Eduardo Burgos desmontó turno después de 24 horas de trabajo y deberá recorrer 51 kilómetros para llegar a casa en la sindicatura de Juan Aldama, El Tigre. Ahí lo esperan su esposa y sus tres hijos. Lo mejor de su vida, a decir suyo. Está feliz con la distinción, optimista.
    "¿A poco es tan importante?", pregunta.
    Sí lo es. En los tiempos en que la imagen de los agentes de las diferentes corporaciones policiacas del país está deteriorada por la corrupción, tener policías como Miguel es un alivio para la sociedad.
    El servidor público es de risa fácil, la estatura le ha granjeado el diminutivo. Miguelito le dicen todos.
    "Hay que dar lo mejor de uno a la ciudadanía. Eso es lo más importante para que lo valoren y sepan que sigue habiendo gente que piensa en las personas. Que la crítica no nos haga. Hay que hacer nuestro trabajo como debe ser, nunca sobrepasarse ni abusar".
    Sentado en el macetero en la acera de la Benito Juárez, a un costado de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, el patrullero responde y habla.
    ¿Una manzana podrida echa a perder a todas las demás?
    "Es diferente, es cuestión que uno quiera echarse a perder o seguir en el rol de una persona de bien. Es cuestión de darse a respetar".
    El oficio se ha tornado difícil, considera, por los abusos de algunos elementos y la consiguiente pérdida de confianza por parte de la sociedad.
    Burgos Varela no se queja ni reniega de nadie. La ingratitud de la gente que critica o se alegra de la muerte de un compañero, por considerarlo merecedor de un fin violento. Su "mentalidad" ha sido servir, comenta.
    Los valores y principios que inculca en su familia empapan su trabajo. Los mastica y saborea. En una corporación policiaca es fácil corromperse por la ambición del dinero, pero no para él.
    "El sueldo a veces es suficiente para muchos gastos, pero cuando uno se dedica a otros detalles, vicios, entonces no alcanza. Y ahí es donde caen quienes crean ese tipo de necesidades. No soy vicioso ni excedo mis gastos y me dedico a mi familia".
    Casado y tres hijos con "excelentes calificaciones", Miguel presume.
    "Me imagino que soy un padre ejemplar para ellos".
    El agente municipal es reiterativo en cuanto al tema familiar. Disfruta a su esposa y sus hijos, le gusta la armonía con que viven, los paseos. Por eso no pide nada de la sociedad a la que sirve, porque su única recompensa es la satisfacción del deber cumplido.
    "Uno se queda con la satisfacción de saber que está haciendo bien las cosas, de saber que brindo protección y tratar bien a la sociedad para que ella me trate bien".
    Con una carga de trabajo de 24 por 24, a Miguel todavía le sobran energías para dedicarse a un oficio alternativo. Junto con otro compañero practica la carpintería en la construcción de muebles en Juan Aldama. Una actividad iniciada como complemento a la de guardián del orden público. "Una carrera muy bonita pero que hay que llevarla con mucho cuidado".