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Informe

Alerta Amnistía Internacional que gobiernos y actores empresariales infringen flagrantemente las normas establecidas

Gobiernos poderosos arrastran a la humanidad hacia una era carente de Estado de derecho de ámbito internacional y efectivo, en la que es la población civil la que más alto precio paga en los conflictos, señala la organización

Con la escalada de los conflictos y el cercano colapso del derecho internacional, el mundo está recogiendo una cosecha de consecuencias terribles, alertó Amnistía Internacional en la presentación de su informe anual “La situación de los derechos humanos en el mundo”, donde se evalúa la situación de los derechos humanos en 155 países.

La organización advirtió también de la probabilidad de que el colapso del Estado de derecho se acelere con los rápidos avances de la inteligencia artificial, que, sumada al dominio de las grandes empresas tecnológicas, amenaza con una “sobrecarga” de violaciones de derechos humanos si la regulación continúa yendo a la zaga de las innovaciones.

“El informe de Amnistía Internacional presenta un sombrío panorama de alarmante represión de los derechos humanos y frecuente infracción internacional de las normas establecidas, en un contexto de desigualdad global creciente, superpotencias que compiten por la supremacía y agravamiento de la crisis climática”, señaló la secretaria general de la organización, Agnès Callamard.

“El flagrante desprecio de Israel por el derecho internacional se ve agravado por la falta de acción de sus aliados para detener la indescriptible masacre de civiles impuesta sobre Gaza. Muchos de esos aliados fueron precisamente los artífices del ordenamiento jurídico creado después de la Segunda Guerra Mundial. Junto con la actual agresión de Rusia a Ucrania, el número creciente de conflictos armados que se desatan y las violaciones masivas de derechos presenciadas en países como Sudán, Etiopía y Myanmar, el orden global basado en normas corre peligro de desmoronarse.”

Amnistía Internacional puntualizó que el desorden, la discriminación y la impunidad en los conflictos y en otros ámbitos se han visto potenciados por el empleo descontrolado de tecnologías nuevas y ya conocidas, que actores militares, políticos y empresariales utilizan ahora como arma de manera habitual.

Añadió que las plataformas de las grandes empresas tecnológicas han avivado los conflictos. Se utilizan programas informáticos espía y vigilancia masiva para coartar el ejercicio de derechos y libertades fundamentales, mientras los gobiernos despliegan herramientas automatizadas, que van dirigidas contra los grupos más marginados de la sociedad.

“En un mundo cada vez más precario, la proliferación y el despliegue no regulados de tecnologías como la inteligencia artificial generativa, el reconocimiento facial y los programas espía están a punto de convertirse en un peligroso enemigo, con capacidad para intensificar y avivar las violaciones del derecho internacional y los derechos humanos hasta límites excepcionales”, ha manifestado Agnès Callamard.

“Durante un año electoral clave y ante los cada vez más poderosos grupos de presión que, impulsados y financiados por los actores de las grandes empresas tecnológicas, se oponen a la regulación, estos avances tecnológicos descontrolados y no regulados suponen una enorme amenaza para el mundo. Pueden utilizarse como arma para discriminar, desinformar y dividir”.

La población civil paga el precio más alto

El informe de Amnistía Internacional presentó un crudo examen de la traición a los principios de derechos humanos perpetrada por los líderes e instituciones actuales.

Señaló que frente a la multiplicación de los conflictos, las acciones de muchos Estados poderosos han perjudicado aún más la credibilidad del multilateralismo y menoscabado el orden global basado en normas que se estableció por primera vez en 1945.

Describió que en un conflicto que definió 2023 y que no da signos de remitir, los indicios de crímenes de guerra continúan acumulándose mientras el gobierno israelí se burla del derecho internacional en Gaza.

“Tras el terrible ataque de Hamás y otros grupos armados del 7 de octubre, las autoridades israelíes respondieron con bombardeos aéreos implacables contra zonas civiles pobladas, que aniquilaron a menudo a familias enteras; obligaron a desplazarse a casi 1,9 millones de personas palestinas, y, a pesar del aumento de la hambruna en Gaza, restringieron el acceso a una ayuda humanitaria que se necesitaba desesperadamente”, señaló.

El informe de Amnistía Internacional puso de relieve el uso descarado que ha hecho Estados Unidos de su derecho de veto para paralizar durante meses la aprobación de una muy necesaria resolución del Consejo de Seguridad de la ONU a favor de un alto el fuego, mientras continúa armando a Israel con municiones que se han utilizado para cometer actos que probablemente constituyan crímenes de guerra.

Destacó lo grotesco que resulta el doble rasero de países europeos como Reino Unido y Alemania, dadas sus fundadas protestas contra crímenes de guerra de Rusia y Hamás, a la vez que apoyan las acciones de las autoridades israelíes y estadounidenses en este conflicto.

“Lo sucedido en 2023 confirma que muchos Estados poderosos están apartándose de los valores fundacionales de humanidad y universalidad proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos”, sentenció.

En el informe se documenta también la flagrante infracción de las normas establecidas cometida por las fuerzas rusas durante su persistente invasión a gran escala de Ucrania.

Se ponen de relieve los ataques indiscriminados contra zonas civiles densamente pobladas, así como contra infraestructuras de exportación de cereales y energía, y el uso de la tortura y otros malos tratos contra prisioneros de guerra. Todo ello se suma a la enorme contaminación ambiental generada por actos como la destrucción aparentemente deliberada de la presa de Kajovka, que, según la opinión general, fue cometida por las fuerzas rusas.

Las fuerzas armadas y las milicias asociadas de Myanmar también llevaron a cabo ataques contra civiles que, sólo en 2023, se cobraron más de mil vidas. Ni las fuerzas armadas de Myanmar ni las autoridades rusas se han comprometido a investigar las denuncias de violaciones manifiestas. Ambos han recibido apoyo económico y militar de China.

Informó que en Sudán, las dos partes enfrentadas —las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido— han mostrado poco interés por el derecho internacional humanitario, al llevar a cabo ataques selectivos e indiscriminados que han matado y herido a civiles y al disparar armas explosivas desde barrios densamente poblados que mataron a 12 mil personas en 2023.

Señaló que esta situación ha provocado la mayor crisis de desplazamiento del mundo, en la que más de 8 millones de personas se han visto obligadas a huir. Sin que se vislumbre aún el final del conflicto, la crisis alimentaria lleva meses atenazando Sudán y amenaza con degenerar en hambruna.

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