Preguntas
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¿Cual botón hay que pulsar para que las autoridades despierten ante la escalada de violencia que cada día no deja de espantarnos ante los casos que se han vuelto más cruentos, más brutales?
¿Qué botón hay que pulsar para que este Gobernador que tenemos se encienda, se active y ponga en acción un verdadero plan, una estrategia capaz de frenar las masacres, los enfrentamientos, las balaceras?
Sin contar los muertos regados por todo el estado en diferentes hechos, el ataque de la madrugada del viernes al Bar El Pirata, un establecimiento ubicado en una plaza del sector Tres Ríos, en pleno corazón de Culiacán, un lugar por demás concurrido, desató el espanto del más impávido... menos el de la autoridad.
En el ataque murieron tres personas, nueve salieron heridas, de las cuales reportan a dos en estado grave, personas que se estaban divirtiendo, pasando la noche con música, que no esperaban la brutal masacre que les esperaba.
La riña
Se suscita una discusión, dos disparos... y luego el terror, dos personas salen del bar se dirigen a un auto y sacan armas largas AK-47 y disparan a su antojo al establecimiento sin importarles cuántas personas podrían morir bajo esas balas.
El ataque, brutal, el fuego a discreción de los asesinos, ellos tenían el mando, ellos buscaron hacer el mayor daño posible y lo lograron.
No hubo ningún detenido, hasta el momento.
Y para más dolor y desconcierto de familiares y amigos de las víctimas, el Procurador cruzando información, hablando de cinco heridos, cuando se había dado ya el nombre de al menos nueve, confirmando que fue una riña la que desató la masacre.
Las hipótesis
Qué si el bar estaba abierto fuera de su horario establecido, que si había menores de edad en el antro, que si el guardia, uno de los muertos por cierto, no alertó a las autoridades de la presencia de hombres armados, que si los bares no cumplen con exigir la credencial de elector ni registrar a quien ingresa.
Esas fueron pues las justificaciones de lo que sucedió en el bar, así de ese tamaño son nuestras autoridades.
Las ‘acciones’
Y luego las acciones: cero horarios establecidos, revisión de bares, cantinas y antros para checar que cumplan con la normatividad y la promesa de más vigilancia.
Habrá que preguntarles a los que han invertido su dinero en abrir estos espacios de antros y bares-restaurantes nocturnos a los que les restringirán los horarios.
Y habrá que preguntarles a quienes sufren con el cierre de calles por los enfiestados que saldrán de los antros, bares y cantinas a seguirla (los llamados “after party”) en las banquetas, con la música a todo lo alto y ahí en las calles de cada colonia, la sociedad estará desatada y a la deriva.
El Gobernador Quirino Ordaz Coppel, entre entrega de obras y carnavales, todo sonrisas se avienta quizá la peor declaración que escuchamos de un Gobernante en un momento de crisis.
“Es un proceso, los resultados conllevan tiempo, las acciones, las medidas, la capacitación, la formación. Yo creo que el equipamiento se tiene que adquirir, comprar, se tiene que gestionar”.
El estado cayéndose a pedazos por la inseguridad y él pide más tiempo...
Echan montón
a la PGJE
Para tres subprocuradores, la Procuraduría General de Justicia es incapaz de prevenir delitos, carece de inteligencia y sólo alimenta la impunidad.
Eso lo admitieron públicamente los tres subprocuadores eso sí, la declaración no es gratuita, sino que sale de su aspiración de ser el Fiscal General del Estado.
En sus comparecencias ante la coordinación ciudadana del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Martín robles Armenta, Julio César Romanillo Montoya y Jesús Antonio Sánchez Solís señalaron distintos aspectos de su administración como funcionarios de la PGJE.
De esos aspectos sobresalió que dentro de la Procuraduría General de Justicia hay incapacidad para disminuir la impunidad, que hay una falta de coordinación con otras dependencias de seguridad de los municipios, el Estado y la Federación.
Descubrieron el hilo negro...
Mueven lugar
del crimen
Unos jóvenes pintaron de rojo el Carnaval de Mazatlán, que hasta ese momento presumía sus altos estándares de seguridad.
Con el puerto abarrotado de turistas, el desfile iluminando la bahía y alrededor de 300 mil personas mirando asombrada los gigantescos dragones y alebrijes que custodiaban a las reinas, que corra la sangre parece inevitable.
Ni el aparatoso operativo de seguridad consiguió detener a un grupo de jóvenes que le arrancó la vida a otro joven, a plena de vista y cuando las carrozas pasaban a unos metros.
Difícilmente se puede culpar a los responsables de seguridad de cualquier incidente que pueda salirse de control, lo que sí se puede criticar es que después de ocurrida la tragedia intenten cambiar el sitio del asesinato para “alejarlo” de la zona del desfile.